Etología

Tu gato sabe si le hablas a él o a una persona

Un estudio añade nuevas pruebas sobre el hecho de que los gatos pueden establecer vínculos emocionales profundos con las personas

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Gato sobre un tejado.

"Tener un gato ha sido tan importante para mí como vivir el Mayo del 68". Son palabras del escritor Jordi Coca con motivo de su última novela, El darrer dia (Edicions 62, 2022). Coca no había tenido nunca un gato. Hasta que no tuvo uno, ha explicado a este diario, no era consciente de que pudiera querer a un ser que no fuera humano. Con él descubrió nuevos sentimientos, asegura.

Relaciones como esta son habituales en el mundo contemporáneo. Pero no es tan habitual hacer literatura sobre ello, sino vídeos que llenan las redes sociales desde hace años. Las personas y los gatos compartimos un pasado en común desde hace más de nueve mil años, cuando los ratones que proliferaban en los primeros asentamientos agrícolas empezaron a atraer a los gatos salvajes. El proceso de domesticación fue un win-win absoluto: los gatos tenían acceso a más ratones para alimentarse y los agricultores podían mantener a raya a los roedores. A medida que pasaron los siglos, las relaciones entre gatos y personas se fueron sofisticando hasta llegar a la complejidad emocional que tan bien describe Coca en su novela. Ahora, un estudio publicado en la revista Animal Cognition profundiza en la naturaleza de estas relaciones: los investigadores, liderados por la etóloga francesa Charlotte de Mouzon, de la Universidad París Nanterre, muestran que los gatos pueden distinguir cuándo sus amos les hablan directamente a ellos y cuándo se dirigen a otras personas. Según los autores, esto muestra que los gatos, que a menudo han tenido fama de independientes y desagradecidos, son capaces de crear verdaderos vínculos emotivos con las personas.

Las reacciones felinas

En estudios previos se había visto que cuando las personas se dirigen a los gatos, modifican ligeramente la manera de hablar. Se trata de un efecto parecido al de cuando se habla con un niño. Partiendo de esta premisa, el equipo de investigadores diseñó un experimento para evaluar cómo reaccionaban los gatos a estas modificaciones del habla. Se situó a un total de 16 gatos en tres situaciones experimentales diferentes. En la primera, se les hacía oír la voz de una persona que no conocían y, a continuación, la de su amo. En la segunda, se les hacía oír la voz de su amo dirigiéndose a ellos y la misma voz dirigiéndose a una persona adulta. Finalmente, se les presentaba la voz de una persona desconocida que se dirigía a ellos y, otra vez, la misma voz hablando a una persona adulta. Durante todo el proceso, los investigadores registraron la intensidad del comportamiento de los gatos a partir de parámetros como la dilatación de las pupilas, el movimiento general del cuerpo o el específico de la cola y las orejas.

En la primera situación, 10 de los 16 gatos se comportaron de manera más bien apática cuando oían la voz de un desconocido, pero, en cambio, intensificaron el comportamiento cuando oyeron la voz de su amo: giraron las orejas hacia el altavoz, se movieron por la habitación y se les dilataron las pupilas. Según los autores, esto sugiere que los gatos pueden distinguir la voz de su amo de la voz de un desconocido. En la segunda situación, el resultado fue parecido: 10 gatos mostraron un comportamiento menos intenso cuando oyeron la voz de su amo dirigiéndose a otra persona e intensificaron la conducta cuando oyeron la misma voz que se dirigía a ellos. En la tercera situación, en la que la voz siempre era de una persona desconocida, los gatos no mostraron ninguna alteración en el comportamiento, que se mantuvo en una intensidad mínima. Un estudio parecido en perros concluyó hace unos años que reaccionaban a los mensajes que se les dirigían aunque lo hiciera un desconocido. La explicación que proponen los autores para esta diferencia es que los gatos no están tan expuestos a otras personas como lo están los perros porque, principalmente, no son animales que salgan a pasear ni participen en reuniones sociales. Los gatos, mayoritariamente, se quedan en casa.

Es necesaria más investigación

A pesar de que los autores del trabajo advierten de que el número de gatos estudiado es pequeño y que haría falta más investigación sobre el tema, según dicen, lo que han visto remarca la importancia de las relaciones de uno a uno entre gatos y personas, puesto que esta forma de comunicación depende estrictamente de la experiencia con el otro interlocutor y estos animales no la generalizan a más personas. Los investigadores también destacan que el estudio permite entender las habilidades sociocognitivas de los gatos con más profundidad. Unas habilidades que, tal como se ha mostrado en otros trabajos, evolucionaron de la simple captura de ratones de hace nueve mil años hasta el reconocimiento de características individuales —sobretodo vocales—, representaciones mentales de los amos, una cierta percepción de las emociones humanas y una interpretación del estado de atención de las personas. Tal como declaraba el escritor Jordi Coca recientemente al ARA sobre su gato Núvol: "Tú te comunicas con él y él se comunica contigo. Vas indagando sobre el animal, pero él también indaga sobre ti".

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