En Catalunya hay mucho trabajo por hacer para reivindicar estos jardines, dos de los cuales –el Parc de Samà y los Jardines de Santa Clotilde– forman parte del Itinerario Europeo de los Jardines Históricos, una de las 40 rutas culturales certificadas por el Consejo de Europa. Este itinerario está formado por una treintena de jardines repartidos por toda Europa que son considerados históricos según la Carta de Florencia. El Parc de Samà de Cambrils (Baix Camp), con 14 hectáreas, es uno de los mejores ejemplos de la jardinería del romanticismo en España. Fue construido como residencia estival para la familia de indianos Samà, marqueses de Marianao. Por su parte, los Jardines de Santa Clotilde, en Lloret de Mar (La Selva), fueron un encargo que el marqués de Roviralta hizo en 1919 a un joven paisajista y arquitecto: Nicolau Maria Rubió i Tudurí. Ocupan cerca de 27.000 m², situados sobre un acantilado con vistas al mar.
Jardines históricos, un patrimonio que reivindicar
Estos lugares singulares pueden jugar un papel en el contexto de emergencia climática y de renaturalización de las ciudades
BarcelonaEn Catalunya tenemos un patrimonio esencial que a menudo pasa desapercibido y que apenas ahora se empieza a hacer valer: los jardines históricos. La Carta de Florencia de 1981 define un jardín histórico como "una composición arquitectónica y vegetal que, desde el punto de vista de la historia y del arte, tiene un interés público. Como tal, es considerado un monumento". Roser Vives de Delàs, ingeniera agrónoma y paisajista, explica que la "parte esencial de estos espacios es la presencia de vegetales, el hecho de que se trabaja con material vivo, y esto quiere decir que va evolucionando. Y esto lo hace diferente del resto de expresiones artísticas, que son inamovibles". Se hace difícil fijar una fecha que establezca si un jardín es histórico, a pesar de que hay algunas voces que apuntan que tendría que tener como mínimo 100 años. Vives, sin embargo, reflexiona sobre cómo, al final, "los jardines históricos son aquellos a los cuales el tiempo ha dado la oportunidad de llegar a nosotros, de hacerlos interesantes y de mantener el espíritu del momento en el que fueron creados. Y es importante remarcar que son espacios creados por el hombre donde este ha domesticado la naturaleza".
Durante años, muchos de estos espacios han quedado olvidados y, desgraciadamente, muchos de ellos han desaparecido por la presión urbanística. Roser Vives apunta que hay jardines históricos públicos y privados, y de varias tipologías, como jardines señoriales de ámbito urbano y rural, los jardines ligados a las colonias industriales, los de indianos con especies exóticas, los de instituciones, hospitales o balnearios, los de villas de veraneo o los jardines de colección, como los botánicos, que fueron populares en el siglo XIX. Vives explica que "en las últimas décadas muchos jardines privados de grandes casas señoriales se han ido incorporando como espacios públicos de las ciudades" y lamenta que "muchos se los han ido comiendo y han desaparecido". Aun así, se muestra optimista por el hecho de que ahora se está empezando a hacer valer todo este patrimonio y ella misma ha coordinado una búsqueda para hacer un primer inventario de jardines históricos que permita tenerlos catalogados y poder supervisarlos.
El gran reto ahora es la conservación y recuperación de estos espacios, a pesar de que el primer paso, asegura la ingeniera agrónoma, es "darlos a conocer y respetarlos". Roser Vives remarca que estos jardines son "un valor patrimonial y cultural y por eso los tenemos que mantener, conservar y dar a conocer". Este camino pasa por la protección y conservación de todos los valores patrimoniales y paisajísticos del diseño original, de los diseños subsiguientes, así como, si se da el caso, la recuperación de su integridad o autenticidad, siempre teniendo presente que el carácter efímero y la mutabilidad son aspectos consustanciales del jardín histórico. "En función de cómo esté cada espacio habrá que hacer una intervención para restaurar y recuperar su valor", explica la ingeniera agrónoma.
Grandes retos
En un momento en el que hay más conciencia social sobre la necesidad de recuperar espacios verdes en las ciudades o de hacer una mejor gestión de los espacios forestales, también es tiempos de poner sobre la mesa qué papel tienen que jugar los jardines históricos en esta ecuación. Vives reconoce que es un buen momento para "recuperarlos y darles nuevos usos, pero siempre manteniendo el espíritu que tiene un jardín histórico": "Lo importante es sacarlos del estado de abandono que muchos sufren y entender que pueden ser espacio de refugio y de bienestar. A cada jardín, según su tipología y la fragilidad de sus elementos, hay que encontrarle su utilidad. Tenemos que ser conscientes de que en un jardín no podemos mantener una foto fija y no hace falta que si lo recuperamos sea exactamente igual, pero sí encontrar un uso adecuado para mantener su espíritu original". Por todo ello, Vives aboga por ser muy rigurosos con cómo se trabajan estos espacios. "Ha de ser un trabajo multidisciplinario y tienen que estar implicados profesionales que tengan una cierta sensibilidad: arquitectos, ingenieros agrónomos, historiadores, biólogos... Se tiene que hacer un estudio histórico y evaluar qué intervención merece aquel espacio".
La recuperación de estos espacios es un primer gran reto, mientras que el segundo sería su mantenimiento. Son jardines más delicados que necesitan dedicación, y esto hace que su gestión no siempre sea fácil. Otro gran reto es la gestión del agua de riego. "Ahora se diseñan jardines de bajo consumo de agua –explica Vives–, pero no es el habitual de los jardines históricos, que fueron diseñados en otras condiciones climáticas. Cada jardín es un proyecto, un espacio único, y tenía un propósito. Por lo tanto, no hay una receta única. La palabra clave a la hora de intervenir en un jardín histórico es el respeto. Podemos usar recursos modernos, pero que encajen con el espíritu original del jardín".
Gestión del paisaje
Los jardines históricos tienen un papel muy relevante en el debate contemporáneo sobre la calidad del paisaje y su gestión. Más allá de los jardines reconocidos en los catálogos oficiales, como decíamos, en Catalunya hay muchos con importantes valores patrimoniales, a menudo con poca o escasa protección, y una buena parte en riesgo de desaparición. Son jardines que están medio escondidos en claustros de monasterios y conventos, cementerios municipales, colonias industriales o casas de veraneo, por ejemplo. Para hacer valer todo este patrimonio, el mes de junio pasado el Observatori del Paisatge de Catalunya organizó el seminario Repensant els jardins històrics. El passat al present. Según explica Pere Sala, director del Observatori del Paisatge de Catalunya: "Uno de los motivos por los cuales hicimos el seminario fue para profundizar en el conocimiento de los valores de los jardines e incentivar la conservación y promoción, y explorar herramientas que estén adaptadas a la contemporaneidad. ¿Cómo tenemos que actuar hoy? ¿Qué papel pueden tener en la dinamización local o territorial, como activo cultural y económico, además de paisajístico?"
Durante el seminario, apunta Sala: "Se hizo un cruzamiento de información muy interesante con testimonios internacionales. Nos queríamos preguntar cuál debería ser hoy el papel del jardín patrimonial, visto el nuevo contexto de emergencia climática, qué rol tiene en la renaturalización de las ciudades, o en el reclamo social de mayor salud y bienestar. No podemos perder de vista las potenciales funciones terapéuticas, de cohesión comunitaria, de equidad y de generación de bienestar (paseo, disfrute, contemplación, etc.) inherentes a los jardines, que los convierten en unos espacios idóneos para dar respuesta a las nuevas demandas sociales y culturales".
Roser Vives piensa que son unos espacios que "respetaremos más cuanto más los conozcamos", por lo que os proponemos hacer ruta por algunos de los jardines históricos más emblemáticos de Catalunya.
Sant Feliu de Llobregat (Baix Llobregat)
Datan del siglo XVII, cuando Jaume Falguera construyó un gran palacio con unos jardines que llegaban hasta el río Llobregat. En el año 1995 la finca, que actualmente forma un palacio de 2.800 m² y los jardines, que tienen una extensión de 1,5 hectáreas, la adquirió el Ayuntamiento de Sant Feliu de Llobregat para convertirla en un parque público. En este espacio los plataneros de grandes dimensiones tienen una predominancia destacable, pero también encontramos otras especies vegetales como el palmito (endémico de la región mediterránea), acacias rosas, palmeras datileres, rosales, tejos, almeces y encinas.
Borgonyà (Osona)
En la parte residencial de la Colonia Borgonyà se incluyen numerosos parterres y espacios ajardinados abiertos que le dan un aspecto típicamente inglés. Los parterres ante las casas presentan árboles en alineación, la mayoría moreras, entre los cuales se intercalan rosales y otras plantas ornamentales. En los espacios entre calles y las pequeñas plazas hay plantadas especies arbustives recortadas, siguiendo una influencia propia de los jardines de tipo francés. También destaca la presencia de plantas enredaderas, en especial de la glicina del Casino.
Barcelona
El Parc del Laberint d'Horta incluye el jardín más antiguo conservado en la ciudad de Barcelona. Nacido como un jardín neoclásico con un toque de fisonomía italiana, se acabó como jardín romántico. El parque ocupa los terrenos de una finca del marqués de Llupià, de Poal y de Alfarràs, un hombre muy ilustrado que encargó la obra al italiano Domenico Bagutti, que trabajó en ella hasta 1808. El jardinero francés Delvalet fue el responsable de las plantaciones y un maestro de obras catalán, Jaume Valls, supervisó los trabajos.
Tortosa (Baix Ebre)
Un espacio verde que, a su vez, es un museo de obras al aire libre del escultor contemporáneo Santiago de Santiago. Ocupa el espacio de los jardines de unos antiguos baños de principios del siglo XIX. Situados en la vertiente nordeste del castillo de la Suda, fueron adquiridos por el Ayuntamiento en 1970. En 1989 se acordó la rehabilitación del espacio que había quedado en desuso para crear un museo de esculturas al aire libre. Hay también un mural interpretativo sobre la historia del antiguo balneario.
Blanes (La Selva)
El Jardí Botànico Marimurtra es un lugar privilegiado donde disfrutar de la riqueza de su patrimonio botánico, arquitectónico, paisajístico y humano. Cuenta con más de 4.000 especies de cinco continentes diferentes. La diversidad de especies y espacios en Marimurtra permiten al visitante viajar por el mundo gracias al bosque musical de bambúes de Oriente, las áridas extensiones de América, rincones de Australia o el cenador selvático, entre otros. El Templet de Linné es uno de los monumentos arquitectónicos más singulares del jardín.