El Procés y el 'afecto' hacia los catalanes

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Una bandera de España rasgada en Gijón.

La Semana Santa empezaba con unos titulares de aquellos que siempre generan reacciones intensas: “Los catalanes son los ciudadanos menos queridos del Estado". Era el eco de un estudio realizado por el Institut Català Internacional per la Pau (ICIP) con Esade del cual se desprendía que los catalanes son el grupo territorial que genera menos afecto al resto de regiones, y suspende de manera masiva; solo en el País Vasco reciben un aprobado justito. Al revés, desde Catalunya se aprobaba a todo el resto de regiones analizadas. 

Estos resultados confirman una cosa que algunos ya sospechaban: los catalanes son vistos desde el resto de España como un grupo territorial muy diferenciado, al fin y al cabo esto es lo que mide la distancia en afecto/desafecto en estudios de psicología social. El máximo afecto se da al propio grupo territorial (endogrupo), y el máximo desafecto a aquel que se considera más diferente y externo (exogrupo). Es decir, en el contexto que estamos tratando, y en sentido estricto: otra nación. Es el bucle de la política territorial española: percibe Catalunya como una nación, pero esto no puede tener reconocimiento institucional, pues atenta contra el modelo francés de construcción nacional, preferido por una amplia mayoría de españoles.

Esto no es nuevo, claro. El estudio más antiguo sobre actitudes territoriales hecho en España en 1963 ya obtenía estos resultados, como el que hizo el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en 1978-1979. A falta de estudios previos, ya se encuentran rastros a mediados del siglo XVII, a raíz de la Guerra de los Segadores, y en los comentarios de conocidos escritores castellanos, entre los cuales destaca Quevedo. Un poco antes de las autonomías, vaya.

En Anatomia de un desengaño (2013), discutía el asunto, analizando el estudio del CIS en 1994 –el último grande a escala española– en el que los catalanes era el único grupo territorial que suspendía en actitud recibida del resto de españoles: 4,8 sobre 10. Claro que si la cosa no viene de hace poco, una cuestión se muestra interesante: ¿Qué efecto ha tenido el proceso de independencia en las actitudes interterritoriales? El estudio ICIP/Esade no nos puede ayudar en este sentido, porque la metodología y la técnica son diferentes de los estudios previos.

Sin embargo, sí que se puede analizar considerando los datos proporcionados por el estudio de 2019 del Centro de Estudios de Opinión (CEO), la encuesta Percepción sobre el debate territorial en España. 2019. Este estudio repetía el diseño muestral, la metodología y la técnica del hecho por el CIS en 1994, y esto permite un tratamiento conjunto de ambos estudios, diferenciados en 25 años. Como muchas cosas han pasado en Catalunya y en España en estos 25 años, hay que ser cauteloso con las conclusiones. Ahora, está claro que los dos procesos territoriales con más impacto social han sido el final del terrorismo en el País Vasco y el proceso de independencia en Catalunya.

Este análisis comparativo es el que hemos hecho Daniel Albalate, Ferran Mazaira Font y yo mismo en " Dynamics of intergroup conflict and attitudes towards outgroup members: Evidence from terrorist and secession conflicts", publicado hace un mes en la revista Politics, Groups and Identities. Nuestra hipótesis de partida era que el final del terrorismo iría asociado a una mejora de actitudes entre el País Vasco y el resto de España. Pero el Procés iría asociado a un empeoramiento de las actitudes relativas a Catalunya, en ambas direcciones.

La primera sorpresa fue ver una mejora no trivial de la nota recibida por los catalanes: ¡de 4,8 a 1994 a 5,6 en 2019! Como todas las regiones mejoraban en la nota recibida en 2019, pensamos que el hecho que en 1994 hubiera muchos más problemas sociales (económicos, terrorismo, etc.) podía explicar que todo el mundo mejoraba la nota en 2019. Por eso, cuando corregimos técnicamente la mejora catalana por la mejora del resto de regiones, obtenemos que la mejora catalana entra dentro del patrón general de mejora (en cambio, la mejora vasca supera a la mejora general). La primera conclusión era, por lo tanto, sorprendente: en noviembre de 2019 no se hallaban trazas de que el proceso de independencia haya empeorado la actitud del resto de España hacia los catalanes.

En cambio, cuando analizamos la actitud de cada región hacia el resto de España, encontramos que la actitud mostrada por los catalanes es la única que empeora (la de los vascos está entre las que más mejoran), y que este empeoramiento es significativo. Esto no nos sorprendió, porque sí que era consistente con nuestras hipótesis.

Para interpretar estos resultados nos basamos en el papel de las amenazas percibidas en los conflictos entre grupos. El final del terrorismo de ETA supuso el final de una amenaza social y territorial práctica. En cambio, es muy probable que una mayoría de españoles no llegaran a percibir el Procés como una amenaza real y significativa para su grupo nacional, por la escasa probabilidad de que el resultado fuera la independencia. Al contrario, sin embargo, es muy probable que la represión desatada por el Estado en otoño de 2017, que persiste, sea el factor crucial para entender que el grupo territorial catalanes es el único que muestra una actitud más negativa hacia el resto de España. 

La interpretación de los resultados sobre la evolución de las actitudes en este conflicto entre grupos es interesante y abierta a debate. Ahora bien, lo que resulta claro y robusto es que, contra lo que era intuitivo de prever, la actitud hacia Catalunya no se ve empeorada por el Procés, pero sí que empeora la actitud de los catalanes hacia España. Seguiremos analizando.

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