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Los cordones sanitarios: ¿un método efectivo para detener la extrema derecha?

Asumir su agenda acaba siendo un problema para los partidos tradicionales

Silvia Orriols, líder de Aliança Catalana, en el hemiciclo del Parlament
22/02/2025
4 min
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BarcelonaAnte el auge de la extrema derecha, no sólo en Catalunya, sino en todo el mundo, los cordones sanitarios han sido la herramienta principal de las formaciones tradicionales, especialmente de la izquierda, para intentar frenar su crecimiento y evitar que llegaran a gobernar. ¿Han servido? La realidad demuestra que no han logrado contener su ascenso y esta semana hemos visto que tampoco han permitido desbancar a Aliança Catalana de la única alcaldía que tiene en Catalunya, la que encabeza Sílvia Orriols en Ripoll. Hasta ahora, la formación sólo gobierna en la capital del Ripollès, pero en el Parlamento sus dos diputados se han sumado desde hace un año a los once de Vox. Ahora bien, en el resto del Estado y en Europa hace ya tiempo que la extrema derecha ha tocado poder. Todo ello lleva a algunas preguntas: ¿la estrategia para frenar las ideologías ultras debe repensarse? ¿Qué ha fallado? ¿Basta con los cordones sanitarios?

De entrada, el profesor de Sociología de la Universidad de Barcelona y experto en extrema derecha Jordi Bonet remarca que los cordones sanitarios no están pensados ​​para frenar el crecimiento de los partidos de extrema derecha y de la derecha populista radical, sino que su función pasa por evitar que estas formaciones entren en las instituciones. Es decir, que se firme ya antes de unas elecciones un compromiso en el que todas las formaciones tradicionales se comprometan a no pactar con la extrema derecha. Todos los partidos, excepto el PP, lo hicieron en el Parlament, donde se comprometieron a no acordar nada ni con Vox ni con Aliança Catalana y también a no aceptar "ni por acción ni por omisión" sus votos para formar una mayoría de investidura o gobierno.

Xavier Torrens, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Barcelona y autor del libro Salvar a Cataluña. La gestación del nacionalpopulismo catalán (Pórtico), defiende que un cordón sanitario debe basarse en tres pilares: político, de gobierno e institucional. Es el segundo pilar el que Torrens remarca que se ha incumplido dos veces en Ripoll, cuando se ha permitido gobernar Orriols en el 2023 y esta semana con el fracaso de la moción de censura porque Junts no acabó firmando el pacto. Ahora bien, también ve errores en el pacto antifascista firmado en el Parlament y defiende, por ejemplo, no "confrontar dialécticamente" con la extrema derecha: "Logran provocar una polarización y eso es la fuente del ascenso de estos partidos".

Bonet, por su parte, admite que una estrategia "de exclusión" puede alimentar la "victimización" de estos partidos y, por tanto, "reforzar su movilización e identidad política", pero también es cierto que si no acceden a posiciones de gobierno y, por tanto, a recursos públicos, "sus capacidades de crecimiento son más limitadas". El politólogo y profesor de la Universidad Pompeu Fabra Toni Rodon añade que cuando la extrema derecha está en el gobierno también acaba perdiendo apoyos porque "se encuentra con problemas para implementar sus políticas" y sus electores ven que han incumplido sus promesas.

Los pactos

Para que un cordón sanitario sea efectivo, Bonet apunta a que es imprescindible que las fuerzas de derecha y centroderecha se comprometan con ellas. "La principal responsabilidad de mantener el cordón es del partido que tiene menos alicientes para firmarlo", afirma. Se refiere a que las formaciones de la derecha tradicional saben que pueden sufrir una fuga de votos hacia la extrema derecha: "El cálculo electoral ha hecho fracasar a los cordones sanitarios", advierte el sociólogo. Y, en este sentido, avisa de que son precisamente estos cálculos los que conllevan el riesgo de que los partidos tradicionales asuman la agenda de extrema derecha.

De hecho, hay un estudio reciente titulado De la colaboración a la convergencia: actitudes nativistas entre los partidarios de la derecha no radical, de Lie Philip Santoso, que observa que cuando un partido tradicional pacta con la extrema derecha, esto lleva a que sus votantes adopten postulados de la agenda ultra. "Las alianzas con los partidos de extrema derecha pueden normalizar las políticas de exclusión y agravar las divisiones sociales", apunta el estudio. "Normalizan el discurso", añade el politólogo Toni Rodon.

El estudio se ha realizado a partir de encuestas del Reino Unido, Alemania y Dinamarca. Precisamente, en Alemania hasta ahora el cordón sanitario había funcionado, pero ahora la CDU post-Merkel ha empezado a flirtear con Alternativa para Alemania, después de que el partido que ahora lidera Friedrich Merz recibiera el apoyo de la extrema derecha para intentar impulsar una ley para frenar la inmigración –en un movimiento que llevaría la posición2 tener o votaron en contra. En cambio, en países como Italia o Austria el cordón no se ha puesto en práctica, y las últimas elecciones también las ha ganado la extrema derecha. En España no ha habido tampoco y el PP y Vox gobiernan en municipios y ayuntamientos. El estudio titulado Apoyo público al cordón sanitario: evidencia descriptiva de Españamuestra que el aval entre la ciudadanía española a un cordón sanitario en el partido de Santiago Abascal es "muy bajo".

La agenda de extrema derecha

La inmigración es una de las cuestiones que la extrema derecha ha puesto en la diana y, a raíz de ello, los partidos de derecha o centroderecha también han endurecido el discurso. Le ha pasado al PP con Vox, pero también a Junts con Aliança Catalana. Los junteros han intentado competir con el discurso racista de Orriols proponiendo, por ejemplo, la asunción de las competencias en inmigración. En este sentido, Torrens subraya que las políticas públicas "con impacto social", además de un relato que contrarreste al de los partidos populistas, son claves. Y pone dos ejemplos. Si las becas comedor han quedado cortas por el aumento de población con pocos recursos, en los que se pueden incluir a personas migrantes, la solución es aumentar estas becas para que lleguen a todos, explica, para no abonar el discurso racista de la extrema derecha. En cuanto al relato, Torrens también aboga por defender a la Catalunya de los 8 millones como una manera de "dar una imagen de cohesión social".

Ahora bien, Bonet reconoce que no hay ninguna varita mágica y que se trata de ganar la disputa en "el terreno político". Lo reafirma Rodon, que también avisa de que ni las políticas públicas ni la batalla más política dan resultados de forma inmediata, sino que se trata de "picar piedra" con la mirada puesta a medio plazo para que les framas que impone la extrema derecha cambien o, al menos, puedan ser contrarrestados.

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