El congreso de Girona fue mucho más plácido que el de Barcelona. El pasado viernes la militancia ratificó con un 90% de los apoyos la única candidatura que se presentó, encabezada por el alcalde de Cassà de la Selva, Pau Presas, y la diputada en el Parlament, Laia Cañigueral. Ambos habían apoyado a Nueva Izquierda Nacional, pero han pactado su candidatura con la dirección de Oriol Junqueras.
La eterna batalla de ERC: ¿quién debe mandar en Barcelona?
El partido se ha dividido casi siempre para decidir al presidente de la federación de la formación


BarcelonaHa pasado a lo largo de las dos últimas décadas y se repetirá este año: ERC volverá a dividirse para elegir a su presidente en Barcelona. Si hay una federación propensa a las batallas y pugnas internas, ésta es la de la capital catalana. Ya han enseñado las cartas públicamente las dos candidaturas que se enfrentarán en el congreso del 26 de abril. Por un lado, Eva Baró, la actual presidenta de la federación barcelonesa que tiene el apoyo de Oriol Junqueras, y por el otro, Creu Camacho, presidenta de ERC en el Eixample y que representa a los críticos con la actual dirección. La entrada o no de ERC en el gobierno de Jaume Collboni marcará la campaña. Barón propone una asamblea inminente para abordarlo y Camacho, recuperar la consulta que se suspendió en junio del pasado año. En general, en Barcelona las disputas internas vienen de lejos: los sectores se han ido haciendo y deshaciendo, dirigentes han pasado de un bando a otro y muchas veces las batallas no han respondido a lógicas nacionales. Ahora bien, en general, todas ellas han compartido un denominador común: la autonomía de Barcelona. O dicho de otro modo, si, de facto, la federación actuaba como un contrapoder de la dirección nacional.
"Barcelona ha sido siempre como un tercer espacio", apunta una dirigente de los republicanos barceloneses. Y con vida propia. El ejemplo más reciente es de hace año y medio con el enfrentamiento que mantuvieron Eva Baró y Patrícia Gomà, el primer pulso a Oriol Junqueras. La primera era la candidata oficialista, mientras que Gomà representaba a la vieja guardia del partido que defendía más autonomía por la federación. Ahora bien, esa división ha quedado difuminada tras el último congreso entre junqueristas y roviristas. Por ejemplo, en la lista de Gomà, apoyaba el actual portavoz de ERC en el Parlament, Ester Capella, y ambas habían sido críticas con la dirección de Junqueras. Ahora se han situado junto al presidente de Esquerra. Aunque Eva Baró fue jefe de gabinete de Alfred Bosch, sus caminos se bifurcaron en las últimas primarias nacionales, porque el exconseller se presentó contra Junqueras –a quien apoyaba Baró.
Pero las batallas vienen de lejos. En 2004, Oriol Amorós se disputó la presidencia de la federación con Francesc Sánchez. Por una ajustada diferencia –un parámetro que también se ha repetido a lo largo de los años–, Amorós, el candidato que encarnaba al sector portabellista y que no tenía sintonía con Joan Puigcercós, ganó el congreso. Desde que Jordi Portabella se convirtió en el alcaldable de los republicanos, en 1999 (lo fue hasta el 2014), las familias en Barcelona se definían, en gran parte, por los que se inclinaban por su lado y los que no. Son los que defendían que la federación tuviera una visión barcelonesa que marcara su propia estrategia, lo que chocaba con el enfoque que defendía la dirección nacional, aunque Portabella se situaba en el sector de Josep Lluís Carod-Rovira, enfrentado con Puigcercós. "La pretensión no era ser un contrapoder nacional sino tener personalidad barcelonesa", apunta un dirigente del sector portabellista. "El cuestionamiento permanente de la dirección nacional, si no vas alineado, acaba provocando un desgaste", apuntan fuentes de la cúpula nacional de ese momento, que no tienen ninguna duda de que Barcelona actuaba como un contrapoder.
La pugna Amorós-Bosch
Cuatro años más tarde, Amorós también se enfrentó a dos candidatos: Rut Carandell, por un lado, que representaba al sector crítico que a nivel nacional se había presentado con Joan Carretero; y Xavier Florensa, el candidato apoyado por la dirección nacional. Amorós volvió a ganar el congreso. Ahora bien, el ex secretario general de Derechos Sociales perdió la batalla que le enfrentó seis años después al exconseller Alfred Bosch por ser el alcaldable por Barcelona. Aunque Junqueras no lo hizo explícito, promovió a Bosch para que sustituyera a Jordi Portabella y ganó aquellas primarias. Pese a la sintonía inicial, la relación entre los dos historiadores se deterioró después de que Junqueras eligiera a Ernest Maragall para relevar a Bosch en el Ayuntamiento de Barcelona.
Entremedio, en el 2012, después de que el propio Junqueras asumiera la presidencia de ERC, fue de las únicas veces que en Barcelona sólo se presentó una candidatura: la de Patrícia Gomà, que había sido vicepresidenta con Oriol Amorós, pero que en las primarias con Bosch se puso al lado de Bosch. En el 2014, la dirección nacional, con Robert Fabregat de candidato, ganó el pulso a Jordi Solé, el candidato cercano al sector portabellista, que retiró su candidatura un día antes de la votación porque, según fuentes de esa lista, quisieron "anticiparse a los resultados". Fabregat presidió la federación durante los años álgidos del Proceso, desde el 2015 al 2020.
En el año de la pandemia, la federación estuvo a punto de volverse a enfangar en otra batalla entre dos sectores: uno representado por la entonces concejala Marina Gasol, y el entonces concejal Marina Gasol. El nombre de consenso que avaló la dirección nacional fue el del ex diputado Gerard Gómez del Moral. "Las batallas internas son muy duras, se sufre mucho", apunta un exdirigente republicano. Sin embargo, desde entonces, la federación no ha logrado evitar las disputas ya finales de abril, el partido volverá a votar entre dos candidaturas.