2050: los científicos alertan de una crisis mundial de incendios forestales

Dos tercios de los recursos tendrían que destinarse a planificar y prevenir el fuego y no solo a combatirlo, alerta la ONU

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Una casa en llamas en California en un gran incendio forestal el verano pasado

BarcelonaMás fuegos y más violentos amenazan el planeta, incluso áreas que estaban excluidas de este riesgo, como el Ártico. Los científicos de la ONU ya hablan de una posible crisis mundial de incendios forestales que puede manifestarse de aquí tres décadas, hacia mediados de siglo. La crisis climática y el cambio acelerado en los usos del suelo son los desencadenantes de una realidad que ya no se circunscribe en zonas como California –azotada por monstruosos incendios últimamente– o el arco mediterráneo, donde solo el último año se han visto en llamas Grecia, Cerdeña o también puntos de la Península como Málaga y Catalunya. Lejos de reducirse, los incendios forestales aumentarán un 30% hacia mediados de este siglo, en 2050, y podrían dispararse hasta un 50% en 2100, según las previsiones que hace un nuevo informe del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) en colaboración con la entidad GRID-Arendal. Y los gobiernos, avisa el documento, están lejos de estar preparados para hacer frente a este nuevo escenario.

La crisis climática y los fuegos más extremos son dos realidades que se retroalimentan. Las condiciones de más temperatura, más sequía y, por lo tanto, menos humedad propician que la temporada de más riesgo de incendios sea más larga (el incendio de Roses justo ayer, cuando, tradicionalmente, no suele ser la época de riesgo más grande, es una muestra de ello). "En América, por ejemplo, el contexto climático ha alargado la temporada de fuegos dos semanas y esto es suficiente para que el potencial destructivo sea mucho más grande", recordaba al ARA el geólogo británico Andrew Cunningham Scott, profesor emérito de Royal Holloway de la Universidad de Londres y autor del libro El planeta en llamas durante una visita al Palau Macaya de Barcelona. A la vez, los grandes incendios forestales también empeoran la crisis climática, destrozando ecosistemas que secuestran carbono que, con las llamas, se libera de golpe y en grandes cantidades a la atmósfera.

Los expertos de la ONU urgen a abocar más recursos para combatir los incendios pero, sobre todo, insisten en que hay que cambiar la estrategia actual, centrada en luchar contra las llamas cuando se declaran, y actuar para prevenirlas o conseguir que no ganen tanta dimensión cuando se declaren. El informe señala que dos tercios de los recursos destinados a los bosques tendrían que ser por prevención y regeneración de zonas afectadas, mientras que el tercio restante tendría que reservarse para reaccionar ante las llamas. Hoy, el combate directo a los incendios se lleva más de la mitad del dinero que se invierte, mientras que la planificación se queda con un exiguo 1%.

Un incendio forestal en el Amazonas, en la zona de Porto Velho, en Brasil

"Los gobiernos están poniendo el dinero para afrontar los incendios forestales en el lugar equivocado. Los que están a primera línea combatiendo las llamas, jugándose la vida, necesitan apoyo", subraya el informe de la ONU. Y la ayuda, en este caso, tiene que llegar en forma de acciones preventivas que minimicen los riesgos y la capacidad de los futuros fuegos de crecer y hacerse más peligrosos. "Reducir el riesgo quiere decir también estar más y mejor preparados", insiste el director ejecutivo del programa de la ONU, Inger Andersen.

Fuegos de sexta generación

Algunos incendios recientes ya han dado muestras evidentes de una virulencia mayor, recuerda el profesor Scott, que insiste que más allá de sí son provocados o no, la crisis climática está cambiando el comportamiento de los incendios y complicando el trabajo a los equipos de extinción, como se vio a finales del verano pasado en Málaga, con un fuego en el que murió un bombero y quemaron 5.000 hectáreas. "Aquí tenéis un bombero y gran experto, Marc Castellnou, que ha podido comprobar y explica cómo antes los fuegos avanzaban más lentamente y ahora, en cambio, se mueven mucho más rápido, son más peligrosos y en algún caso, por su potencia, son capaces de cambiar las condiciones meteorológicas", insiste el experto de la Universidad de Londres. Estos cambios resultan un problema para los cuerpos de bomberos, continúa, porque se encuentran que sus planes y estrategias para predecir la evolución de las llamas no sirven si las llamas van diez veces más deprisa, por ejemplo. "Pasa cada vez más que no son las personas que apagan las llamas, sino un cambio meteorológico que ayuda, y tenemos que ser conscientes de ello", concluye Scott.

Esto no quiere decir, sin embargo, que no se pueda trabajar mucho más antes de que se declare el incendio para controlar las consecuencias, sostiene el informe de la ONU, que apunta a gestionar el paisaje mucho más a conciencia. La vegetación es, al final, el combustible de las llamas. "El paisaje denominado de mosaico, que combina bosques con zonas más abiertas y cultivos que pueden ser un freno para las llamas, es una buena estrategia", apunta el profesor, que añade que hay que pensar "más y mejor" en el fuego.

La falta de conocimiento sobre el fuego y su complejidad han sido hasta ahora un obstáculo para avanzar, según el profesor Scott, que recuerda que los incendios son parte importante del funcionamiento natural de muchos ecosistemas, como los del Mediterráneo, Australia o Suráfrica, donde los ha habido y los habrá. "El problema es que tendemos a pensar que somos nosotros los que controlamos el fuego y esto en algunos lugares es natural o incluso puede ser positivo que quemen, mientras que en otros lugares –la selva Amazónica , por ejemplo– no lo es y los tenemos que apagar", apunta el profesor, que reprocha que esta falta de conocimiento hace que se permitan construcciones en medio de zonas con vegetación que es altamente inflamable. Además, la acción del hombre empeora la situación plantando "la vegetación que no toca en el lugar que no toca", recuerda el experto, que cita el ejemplo paradigmático del eucalipto. "Es una de las especies más inflamables y, en cambio, plantamos eucaliptos en Portugal, donde sabemos que quemará; estamos creando un problema adicional", vaticina.

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