Educación

Ni subrayar los apuntes ni memorizarlos: éstos son los métodos para sacar buenas notas

La primera investigación sobre el aprendizaje en España correlaciona técnicas de estudio y mitos con los resultados de los alumnos de secundaria

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Un niño de 2º de ESO estudiando en casa, utilizando una mesita y apuntes de la escuela

BarcelonaSubrayar los apuntes con fluorescente varias veces o explicarse los contenidos a uno mismo, en voz alta y autoevaluándose: ¿qué funciona mejor a la hora de estudiar y sacar buenas notas? Los resultados de la primera investigación en el Estado –y la mayor hecha hasta ahora en el mundo, con más de 3.400 alumnos de secundaria de Catalunya– sobre métodos de aprendizaje son claros: sólo los métodos que permiten entender lo que se estudia (y no sólo replicarlo) se relacionan con un mayor nivel de aprendizaje y unas mejores notas en la ESO porque son "cognitivamente más exigentes" que los métodos más extendidos entre los niños y los jóvenes, como releer un texto o memorizarlo.

Según el estudio, elaborado por tres investigadores españoles y publicado este martes en la revista norteamericana Cognitive Research: Principles and Implications, un 78% de los estudiantes afirman que no los han formado en métodos para estudiar, aunque pasan al menos una década de su vida haciéndolo. "Como ya lamentaba Don Norman en 1980: «Es curioso que esperemos que los estudiantes aprendan y no les enseñamos nada sobre el aprendizaje»", lamenta el director del International Science Teaching Foundation y autor de este estudio, Héctor Ruiz Martín. El investigador también explica al ARA que, "si no explicamos a los alumnos cómo aprender, ellos acaban encontrando sus mecanismos, que seguramente no serán los más oportunos".

Mediante información de 27 centros educativos concertados de Cataluña, tanto de Barcelona como de pequeños pueblos, los investigadores recopilaron información diversa sobre las estrategias de estudio de los alumnos, sus opiniones sobre los métodos de aprendizaje (qué funciona y qué no, por ejemplo) y las compararon con los resultados obtenidos en los exámenes de final de curso; una información que se protegió con códigos alfanuméricos para preservar su anonimato. Según la información analizada, los autores concluyeron que herramientas de estudio ampliamente extendidas como memorizar, subrayar o copiar –calificadas de "baja elaboración"– no tienen ningún efecto en las notas de los estudiantes: ni mejoran ni empeoran.

Así, la utilización de estos métodos no contribuye a explicar las diferencias en los rendimientos educativos. "Esto significa que utilizarlas sería mejor que nada, claro, pero no serían las más efectivas y no contribuirían a marcar diferencias entre quienes estudian", valora Ruiz Martín. En cambio, estrategias científicamente contrastadas como conectar contenidos con otros previamente adquiridos (técnica de la elaboración) o explicarse los apuntes a uno mismo o con los compañeros para comprobar el nivel de conocimiento (técnica de la autoevaluación) sí tienen un efecto positivo en las notas.

"Partimos de la hipótesis de que sólo las estrategias basadas por la investigación en ciencias cognitivas correlacionarán positivamente con el ejercicio", dice el investigador, que añade que, sin embargo, la evocación es de las menos utilizadas por los estudiantes, si bien son recursos que favorecen también la autoeficacia –la confianza de los estudiantes en la capacidad de aprender y superar los retos académicos– y se relacionan con las creencias de control –creer que el éxito depende de sí mismo.

Aprendizajes "efímeros"

Estos resultados sólo tienen en cuenta el rendimiento en la evaluación de los alumnos. Es decir: un alumno que haya memorizado todo el examen puede sacar la misma nota que otro que haya estudiado de forma más adecuada la prueba –señala el estudio–, pero esto no significa que hayan alcanzado los mismos conocimientos. El primero puede olvidar de forma más rápida lo que ha aprendido o, pura y simplemente, no haber entendido nunca lo que ha memorizado. "En nuestra opinión, el problema es que la manera habitual de evaluar, de la que derivan las notas, no permite distinguir las cualidades del aprendizaje obtenido: ¿es duradero y transferible? Puede ser efectiva a corto plazo, pero conduce a aprendizajes efímeros y poco flexibles", valora.

Bajo este mismo argumento se explica otra de las conclusiones del informe: estudiar con antelación no va ligado al rendimiento final. Un alumno de secundaria que estudie con mucha previsión es posible que acabe obteniendo el mismo resultado que otro que lo hace el día previo. Ahora bien, de nuevo, esto no refleja que el conocimiento sea absorbido de la misma forma. Tal y como explica Ruiz Martín, "la práctica masificada (concentrar el estudio en unas horas, normalmente justo antes de las pruebas) es efectiva en el corto plazo; pero conduce a aprendizajes efímeros y poco flexibles". Todo lo contrario que estudiar con previsión, que favorece el aprendizaje de "más largo plazo y más flexible".

Ahora bien, cabe destacar otro de los efectos que estudiar con antelación comporta: la investigación ha visto que espaciar el estudio en el tiempo está ligado a los objetivos de aprendizaje. Es decir, las personas que estudian con antelación tienen más interés por aprender que las que no lo hacen. Además, este factor sí tendrá una correlación con las notas en edades más avanzadas y en otros tipos de examen. "Debemos tener presente que el objeto de estudio han sido niños de secundaria. En universidades u oposiciones los resultados habrían sido diferentes. Hay que tener presente que el temario de un examen en secundaria es mucho menos amplio que en estos otros momentos y esto les permite superar adecuadamente las pruebas sin necesitar de un buen método", explica Ruiz Martín.

Uno de los hábitos que sí influye negativamente en el rendimiento es estudiar con distracciones. Esta afirmación parece obvia, pero gran parte de los estudiantes apuestan por seguir haciéndolo. Concretamente, un 25,3% de los alumnos admiten estudiar siempre o casi siempre mientras escuchan música, mientras que un 24,2% explica que van revisando el móvil cuando estudian. "La capacidad cognitiva de las personas es muy limitada: es necesario reducir todos los estímulos posibles para poder centrarse", asegura. Estos malos hábitos no sólo se reflejan en las notas, sino que también están correlacionados con la ansiedad de los alumnos frente a los exámenes. Ahora bien, Ruiz Martín explica que existe una excepción: si un alumno no puede conseguir estudiar en un clima favorable —ya sea por ruido de los vecinos, de la calle o de los hermanos— si será recomendable estudiar con música relajante.

Además de Ruiz Martín, los coautores del informe son Marta Ferrero, de la Universidad Autónoma de Madrid, y Fernando Blanco, de la Universidad de Granada.

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