Identifican las células que provocan recaídas graves y metástasis recurrentes en cáncer de colon
Investigadores catalanes encuentran el grupo de células que se escapan "temporalmente" de las inmunoterapias
BarcelonaAparenta ser tan solo un cambio de protocolo en el tratamiento del cáncer de colon, pero podría ser en realidad un paso de gigante para combatir aquellos casos en los que un tumor reaparece en forma de metástasis, lo que coloquialmente llamamos recaídas. La propuesta es simple: administrar inmunoterapia antes de extirpar el tumor primario en esta forma de cáncer. Según se ha visto en modelos experimentales, el cambio de estrategia podría evitar la formación de metástasis en una alta proporción de más del 30% de los casos en los que reaparece la enfermedad. La explicación rae en la identificación de un grupo de células residuales que activan temporalmente su programa de diseminación, que han recibido el nombre de alta capacidad de recurrencia (HRC en inglés), y que causan nuevos tumores en el hígado y el pulmón. Los resultados de la investigación, dirigida por el investigador Icrea del Institut de Recerca Biomèdica de Barcelona (IRB) Eduard Batlle, se publican este miércoles en la revista Nature.
Cuando Batlle empezó esta investigación, ahora hace cinco años, había una pregunta que se repetía en muchas formas de cáncer: ¿por qué un tratamiento funciona bien en unos pacientes y, en cambio, fracasa claramente en otros? Las consecuencias del fracaso, a pesar de poder tener más de una explicación, pueden ser nefastas. En cáncer de colon, explica el investigador, es posible extirpar el tumor primario y que muchos de los pacientes puedan olvidarse de la enfermedad. Pero aproximadamente en un 30% el cáncer no se comporta así. En un periodo de dos a tres años, la enfermedad reaparece y lo hace de manera agresiva con metástasis en diferentes órganos, las más habituales, la de los pulmones y la del hígado. Para estos casos "no tenemos ninguna herramienta terapéutica lo suficientemente eficaz", describe Batlle. La inmunoterapia no genera respuestas positivas y la quimioterapia, por más avanzada que sea, a menudo se queda corta. El desenlace raramente es positivo en una enfermedad que representa al menos la tercera causa de muerte por cáncer en todo el mundo.
A la primera pregunta, Batlle añade otra igual de importante. Dando por hecho que en estos casos es muy segura una diseminación de células tumorales, que es la que explica la persistencia de una enfermedad mínima residual, ¿qué células son las responsables? O, dicho de otro modo, ¿qué genes, dónde y cómo se expresan y qué podemos hacer para eliminar el resultado, es decir, las células anómalas? El estudio sistemático de modelos animales "ha dado respuesta" a todas estas cuestiones, asegura Batlle. "Lo más relevante es que hemos descrito por primera vez la enfermedad mínima residual y hemos identificado las células que la hacen posible", afirma.
El primer hallazgo, según se describe en el artículo científico publicado en Nature, ha sido la identificación de un grupo particular de células que mantienen activada su maquinaria biológica de diseminación. Las células HRC, de alta capacidad de recurrencia, tienen activado una especie de mecanismo de evasión que les permite escabullirse de la acción del sistema inmunitario. Este mecanismo, sin embargo, es temporal. “Se abre una ventana de tiempo durante el cual estas células son vulnerables a la acción de la inmunoterapia”, destaca Batlle.
Resultados preliminares "extraordinarios"
Si las células HRC son vulnerables es que hay la posibilidad de que la inmunoterapia sea efectiva, y es esto lo que los investigadores han verificado en ratones de laboratorio a los que se había inducido cáncer de colon y extirpado quirúrgicamente el tumor primario. Y lo que se describe en el artículo de Nature es que cuando se administra antes de extirpar el tumor, el tratamiento es efectivo.
El resultado de la investigación podría tener importantes repercusiones clínicas, puesto que viene a proponer que se aplique inmunoterapia al menos a los pacientes identificados como de alto riesgo de recaída antes de eliminar el tumor primario. Esta práctica hay que hacerla cuanto antes mejor, cuando el tumor se encuentra en sus primeras fases de desarrollo, cosa que refuerza todavía más la importancia de la detección precoz.
La responsable de la unidad de tumores gastrointestinales y endocrinos del Hospital de la Vall d'Hebron, Elena Élez, que no ha participado en el estudio, razona que los resultados pueden ser “relevantes en la clínica” pero que se tiene que tener en cuenta que se ha hecho con modelos animales. “Hay que evaluar los resultados en humanos –dice–, los preliminares son extraordinarios”. “Es una prueba de concepto”, insiste David Páez, oncólogo de la unidad de tumores digestivos del Hospital de Sant Pau. "Han encontrado una vulnerabilidad que abre la puerta a nuevas estrategias terapéuticas", considera. Los dos expertos coinciden en señalar la importancia de la detección precoz, puesto que ha quedado demostrado que hay una ventana temporal para que la inmunoterapia sea efectiva, a la vez que abre la puerta a nuevos estudios con la metástasis como protagonista.