Medio ambiente

Plagas: un problema en aumento

La emergencia climática y el aumento de la movilidad global favorecen la aparición de nuevas plagas

UNA PLAGA ESTA MATANDO LOS PINOS PIÑONEROS EN EL MERESME.
19/08/2023
8 min

Barcelona"Es una lotería", asegura Jonàs Oliva en referencia a la aparición de nuevas enfermedades que afecten a los bosques de Catalunya. Oliva es un investigador en patologías vegetales que actualmente trabaja en la Universidad de Lleida y que, antes, trabajó nueve años en la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas (SLU), en Uppsala. Allí descubrió un hongo llamado Diplodía sapinea que hacía que los pinos no brotaran. Sin brotes, los árboles no crecían y podían llegar a morir.

Cuando en el 2017 Oliva regresó a Cataluña y empezó a estudiar los bosques catalanes, encontró ese mismo hongo. "Afecta al 50% de la regeneración de los adultos y al 22% de los árboles de los bosques de pino laricio (Pinus nigra)", explica. De momento, está limitado por el frío y se concentra en las zonas cálidas, por lo que el pino silvestre (Pinus sylvestris), una especie especialmente susceptible al hongo, está protegida por la temperatura de los lugares en los que vive. Por el momento. Porque en los inviernos más suaves ya se ha visto que el área de árboles afectados ha crecido y que la enfermedad se ha observado en cotas superiores.

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Un viñedo afectado de mildiu del viñedo.

Los efectos de un invierno suave

Oliva explica que con este hongo ocurre algo sorprendente. Que en la cuenca mediterránea cada vez hace más calor y cada vez llueve menos es algo. Éstas son dos de las consecuencias más inmediatas de la crisis climática. Y tanto el calor como, sobre todo, la sequía debilitan a los árboles. Esto hace que padezcan más enfermedades y también favorece la proliferación de nuevas especies de patógenos. Pero en ese contexto también se produce otro efecto. El clima frío actúa como una especie de control de este tipo de hongos, puesto que las bajas temperaturas los mantienen en un estado de letargo. A medida que aumenta la temperatura, el hongo revive y tiene más capacidad de atacar a los árboles, por lo que su agresividad avenida se suma al debilitamiento del árbol por el calor, la sequía o fenómenos extremos como las granizadas. De hecho, a juicio de Oliva, "es más importante un invierno suave que no limita los patógenos que la sequía que debilita los árboles".

Una vez un bosque está afectado por este hongo, hay estudios que indican que una posible estrategia de gestión es conservar a quienes muestren un estado más saludable, para que probablemente tengan un microbioma (el conjunto de microorganismos asociados a un individuo) que les confiera cierta resistencia a desarrollar la enfermedad.

El hongo Diplodía sapinea no es el único patógeno que afecta a los bosques catalanes. Hay otro hongo, conocido como Dothistroma pinio, que aún preocupa más a los científicos. Se trata de una especie invasora que no se sabe cuándo llegó y que afecta a las hojas de los pinos. En los bosques estudiados por Oliva, el 25% de los árboles adultos están infectados. Cuando los pinos pierden las hojas, les cuesta mucho reponerse y pueden estar años sin crecer. Este hongo "se detectó hace cinco años en Catalunya, pero seguro que está de antes", dice el investigador. Las especies como ésta suelen entrar con plantas exóticas o, directamente, a través de los zapatos de personas que han viajado a lugares donde vive habitualmente.

Tal y como explica el investigador de la Universidad de Lleida, la movilidad global es uno de los demás factores que contribuyen a la aparición de nuevos patógenos. Por un lado, "hay plagas y enfermedades limitadas por factores climáticos, por lo que si el clima cambia es de esperar a que se expandan", razona. "Pero –añade– es difícil achacar la aparición de enfermedades a un solo factor, porque también se han producido cambios en la gestión del bosque y en el transporte de mercancías y personas". A todo esto se añade la carencia de datos históricos en el estudio de los bosques catalanes, que dificulta la gestión de esta situación. "En Cataluña no ha habido una observación sistemática de los bosques y, por tanto, se hace difícil sacar conclusiones", explica Oliva.

La polilla del tomate

Cataluña no es sólo un país de bosques. También tiene una gran superficie agrícola. Hay huerta, la fruta dulce de Ponent, los cítricos al sur, el olivo, el viñedo... Y estos cultivos también están amenazados por plagas y enfermedades invasoras (que llegan de fuera) o emergentes (que ya estaban pero proliferan gracias al cambio de las condiciones climáticas). "Existen una o más especies invasoras o emergentes cada año", asegura Jordi Riudavets, jefe del programa de protección vegetal sostenible del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA). "La entrada de especies es continua –añade–: hay previstas que ya afectaban a otros lugares y otras que no, que son una sorpresa".

Uno de los ejemplos más claros es el polilla del tomate, más conocida entre los expertos por su nombre científico, Tuta absoluta. Es una mariposa que, en su estado larvario, es decir, cuando todavía es una oruga, estropea las tomateras. Justo después de salir del huevo, las orugas ya empiezan a perforar los tallos, hojas y frutos de la planta para alimentarse, hasta el punto de que pueden llegar a provocar pérdidas del 100% del cultivo. Y no sólo pueden atacar tomateras sino que también les gustan las plantas de la patata y la berenjena.

Esta especie llegó en 2006 al País Valenciano procedente de Sudamérica y pronto se implantó en Catalunya. En 2007 provocó pérdidas muy importantes, de casi el 100% en algunos cultivos, y entre 2018 y 2020 ha generado unas pérdidas de entre el 19% y el 35% de los cultivos de tomates en Cataluña. A estas pérdidas deben añadirse las devoluciones por parte de los comercios cuando se dan cuenta de que los tomates presentan daños que no se habían detectado durante la recogida. Tal y como afirma Riudavets, es una plaga que "no está controlada". Sin embargo, hay varias iniciativas para limitar su alcance, gestionadas por un grupo operativo que coordina el IRTA y en el que participan cuatro cooperativas de agricultores del Maresme: Cuenca de la Tordera, Progreso-Garbí, Agrícola Vilassar de Mar y Cabrera de Mar. El objetivo del grupo es controlar la plaga mediante métodos biológicos.

La estrategia principal del grupo, que apenas se está poniendo en marcha, consiste en utilizar un enemigo natural de la mariposa. Se trata de una especie de avispa, de nombre científico Dolichogenidea gelechiidivoris, que, también en su estado larvario, depreda la Tuta en su lugar de origen. Muchas veces, como en este caso, ocurre que con la especie invasora que actúa como plaga, también llegan sus depredadores. La avispa en cuestión ya está afincada en Cataluña y la intención de los científicos y de los agricultores es potenciar su acción depredadora mediante la cría y la liberación de individuos en los campos afectados. Además de esto, "se promoverá la biodiversidad funcional en el área de cultivo afectada con plantas que le sirvan de refugio y de alimento, y con márgenes florales que le provean recursos como el néctar y el polen", explica Riudavets.

Otra opción para controlar plagas de especies invasoras son los depredadores autóctonos. Sin embargo, según el investigador del IRTA, este enfoque tiene el condicionante de que "los depredadores deben reconocer el recurso nuevo, lo que requiere un tiempo de adaptación que a veces es corto pero a veces no".

Huevos de caracol manzana en una imagen de archivo.

Chinches y bacterias

La Tuta absoluta no es la única especie invasora con potencial destructivo para los cultivos catalanes. La chinche voladora Halyomorpha halys se detectó por primera vez en el campus de la Universidad de Girona en 2016 y en 2017 ya se capturó una cantidad importante en varios municipios del Baix Llobregat. Originaria de Asia, de momento no ha causado daños importantes en ningún cultivo –sí en el norte de Italia–, pero en un futuro podría atacar a los campos de avellanos y perales. Por ahora, causa molestias porque inverna en construcciones y se pueden producir grandes aglomeraciones de individuos en entornos urbanos.Xylella fastidiosa), una bacteria que puede causar daños muy graves en una gran variedad de cultivos –puede afectar hasta a 300 especies vegetales– y que se transmite a través de insectos. Originaria de América, esta plaga atasca los vasos conductores del xilema, la parte leñosa de las plantas por donde circulan el agua y los nutrientes, haciendo que se sequen las hojas y las ramas y acabe muriendo la planta. Tiene un potencial especialmente agresivo en especies emblemáticas de la agricultura catalana como el viñedo, el olivo y el almendro. Y al no tener cuidado, sólo se puede detener eliminando las plantas afectadas para evitar que se propague. En el sur de Italia, donde se detectó en el 2013, ha arrasado mil hectáreas de olivos y también ha causado estragos en los almendros de Baleares. Se ha encontrado en Carcasona, y en Alicante ya está afectando almendros, por lo que parece cuestión de tiempo que llegue a Catalunya. "Es muy preocupante y se están haciendo muchos esfuerzos por hacer planes de vigilancia y contención", explica Riudavets. Algunos de estos esfuerzos se basan en la monitorización aérea para detectar qué árboles podrían estar infectados.

Una avispa asiática en una imagen de archivo

Mosquitos y garrapatas

Además de las plagas que provocan enfermedades en los bosques y cultivos, también las hay que afectan a los animales, incluidos los humanos. El mosquito tigre (Aedes albopictus) es quizás la especie invasora más conocida que tiene este potencial transmisor de patologías. "El cambio climático hace que pueda vivir mejor aquí", asegura Adrià San José, investigador del Instituto de Salud Global (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación La Caixa. Originario de Asia, desde que se detectó por primera vez en Sant Cugat en el 2004, el principal daño que causa es que pica de forma muy molesta. Sin embargo, según San José, "es un aedes y hay una serie de enfermedades, como las producidas por los virus del dengue, Zika o Chicungunya, que es lo único que puede transmitir aquí".

Ahora bien, estas enfermedades en Cataluña no están. Para que el mosquito tigre las transmita, es necesario que una persona viaje, se infecte, vuelva con el virus y que un mosquito lo pique y pase el virus a otra persona en una nueva picadura. En el caso del dengue, esto ya ha ocurrido. "Ha habido alguna cadena de transmisión local", certifica el científico del ISGlobal. El aumento de la población de este mosquito y el auge del turismo tropical hacen que la transmisión de estas enfermedades en Cataluña sea cada vez más probable. "Hay otro mosquito, primo del tigre, elAedes aegypti, que es mucho más eficiente a la hora de transmitir enfermedades, pero también es mucho más sensible a la temperatura y de momento sólo vive en zonas tropicales", añade.

Otro animal que puede transmitir enfermedades como la fiebre hemorrágica de Crimea- Congo, de la que se han detectado 11 casos hasta el 2022 en España, son las garrapatas: "Apenas se está estudiando si estos casos han sido favorecidos por el cambio climático, que puede afectar a la distribución y al número de garrapatas", dice San José.

Los ejemplos de plagas mencionados sólo son algunos de los ejemplos de situaciones que amenazan nuestro entorno más inmediato.Los científicos que trabajan allí pueden estar horas hablando de estos y muchos otros casos que ya están causando perjuicios en bosques o cultivos .Como la tendencia global en las condiciones climáticas y de movilidad no son nada favorables, las plagas actuales y las posibles plagas futuras son un problema al que habrá que destinar atención y recursos en los próximos años.

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