BIOMEDICINA

Un tratamiento prometedor para las enfermedades de la piel

A pesar de que todavía es experimental, los efectos de la terapia génica con virus modificados alivian a los primeros pacientes

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El tratamiento, que utiliza virus del herpes simple modificados genéticamente, podría aplicarse en el futuro a varias enfermedades genéticas de la piel.

Se conocen muchas enfermedades, más de 8.000, que afectan a un número muy reducido de personas en todo el mundo, motivo por el que se denominan raras. A pesar de que más de la mitad tienen efectos graves e invalidantes, de la mayoría se tienen muy pocos datos y no se dispone de tratamientos efectivos. Una de estas enfermedades raras es la epidermólisis ampollosa congénita. Se caracteriza por alteraciones cutáneas y comporta la formación espontánea de ampollas y heridas que se pueden infectar con facilidad. Por eso también se la conoce popularmente como la piel de mariposa. En los países occidentales afecta solo al 0,000135% de la población, es decir, a 1,35 personas por cada millón de habitantes, pero implica una carga muy onerosa para quien la tiene. Además, incrementa mucho la probabilidad de que las personas afectadas desarrollen infecciones generalizadas y procesos cancerosos. Ahora mismo no hay ningún tratamiento para curarla.

El dermatólogo Peter Marinkovich y sus colaboradores, de varios centros de investigación de EE.UU., han desarrollado un tratamiento innovador basado en terapia génica que, usando virus del herpes simple modificados genéticamente, podría contribuir a reducir enormemente los síntomas y las consecuencias. Según han publicado hace pocos días en la revista Nature Medicine, los primeros ensayos con personas han sido un éxito rotundo y podrían abrir la puerta a tratar otras enfermedades genéticas de la piel.

Un virus para transportar genes sanos

El 80% de las enfermedades raras tienen un origen genético. En el caso de la epidermólisis ampollosa congénita, se sabe que es debida a una mutación en el gen COL7A1. Este gen lleva la información necesaria para que las células de la dermis y la epidermis fabriquen un tipo concreto de colágeno. Se trata de una proteína que forma fibras muy resistentes y flexibles con la función de mantener los órganos del cuerpo unidos entre sí preservando una cierta elasticidad. Concretamente, el colágeno afectado en la epidermólisis ampollosa congénita mantiene unidas y elásticas la epidermis y la dermis. Cuando está mutada, la epidermis se separa con mucha facilidad de la dermis, lo que explica la formación de las ampollas y heridas que caracterizan la enfermedad.

Antes de este trabajo, otros grupos de investigación habían ensayado varias aproximaciones terapéuticas para tratarla, desde trasplantar médula ósea a implantar piel y fibrocitos productores de colágeno de personas sanas, pero los resultados no habían sido satisfactorios. La aproximación que han hecho Marinkovich y su equipo ha sido diferente. Si el problema es que el gen COL7A1 está mutado y fabrica un colágeno defectuoso, ¿por qué no se suministran directamente copias funcionales de este gen a las células de las zonas afectadas, la dermis y la epidermis, para que la puedan fabricar ellas mismas? Esta estrategia se engloba dentro de la llamada terapia génica, que hace varias décadas que se está desarrollando para diferentes enfermedades genéticas.

Uno de los problemas es hacer llegar copias funcionales de los genes implicados a las células donde tienen que actuar. Para conseguirlo, los investigadores decidieron utilizar un virus como transportador del gen COL7A1 funcional. Usaron el virus del herpes simple, o HSV-1, convenientemente modificado para que no pudiera infectar otras células. Este virus tiene unas características que lo hacen muy especial. Primero, es capaz de introducir fragmentos de ADN en las células que infecta y transportarlos hasta el núcleo celular, que es donde se aloja el material genético. Segundo, es capaz de despistar el sistema inmunitario, de forma que no hay riesgo de que se produzcan reacciones cuando se usa. Y, tercero, es un virus muy grande, lo que le permite transportar fragmentos de ADN muy largos. Esto último es especialmente importante en este caso, dado que el gen del colágeno es particularmente grande.

Resultados más buenos de lo que se esperaba

La primera cosa que hicieron los investigadores fue ensayar el proceso en cultivos celulares para ver que las células tratadas con este virus modificado producían colágeno funcional. Al ver el buen resultado que obtuvieron, decidieron hacer la primera prueba en pacientes voluntarios. Esto es lo que se denomina un ensayo en fase 1 y 2. En este caso, se probó con una decena de personas que la aplicación tópica de este virus modificado genéticamente no producía ningún efecto secundario. Tal como se describe en el artículo, los resultados superaron las previsiones más optimistas. No solo no hubo efectos secundarios, a excepción de un caso en el que el paciente se quejó de un cierto dolor en la zona de la aplicación, sino que, cuando aplicaron el virus modificado genéticamente que contiene el gen COL7A1 funcional en las zonas afectadas, las ampollas y las heridas se curaron rápidamente. El colágeno funcional que empezaban a producir las células de la dermis y la epidermis permitió que estos tejidos recuperaran rápidamente la unión y la elasticidad, y se curaran.

Según explican los investigadores al final del trabajo, están preparados para empezar un ensayo a gran escala que podría beneficiar, no solo a las personas afectadas por esta enfermedad, sino también por otras enfermedades genéticas de la piel. Solo habría que cambiar el gen que transporta el virus del herpes para adecuarlo a cada contexto.

David Bueno es director de la Cátedra de Neuroeducación UB-EDU1st

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