De 30 minutos a 24 horas: así cambia la vida de los bebés prematuros con el método canguro
La evolución de los prematuros ingresados mejora desde que las familias acceden a las UCI neonatales sin restricciones horarias
BarcelonaPara el doctor Félix Castillo, jefe de neonatología del Hospital Vall d'Hebron, uno de los hitos más recientes de las unidades de neonatología es la inclusión de las familias de los bebés prematuros en sus cuidados. "Hace 30 años –recuerda– la familia de un bebé ingresado sólo accedía 30 minutos al día a ver a su hijo... ¡y ni le tocaba!" Ahora, celebra, pueden estar en la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN) del hospital las 24 horas del día, sin restricciones horarias, lo que también ha comportado que todos los profesionales que trabajan hayan tenido que acostumbrarse a su presencia, a tratar con ellos ya escucharles.
El método canguro, imprescindible
La persona que mejor reconoce a un bebé al nacer es la madre. Reconoce su latido, su olor y su voz, lo que le tranquiliza y estabiliza de forma notable. Así lo evidenciaron hace 12 años Castillo y la psicóloga Montse Prats en la tesis doctoral de esta segunda Fortalecer el vínculo madre-hijo en unidades neonatales: parámetros para su evolución. La unidad de neonatología del Vall d'Hebron sirvió como escenario clave para monitorizar a los bebés prematuros mientras practicaban el método canguro o piel con piel y probar cómo un gran porcentaje mostraba mejoras significativas en cuanto a las frecuencias cardíaca y respiratoria y la saturación de oxígeno. Y no sólo eso, apunta Prats, ya que, en ausencia de las madres, los bebés muestran síntomas de ansiedad por separación y una mayor incidencia de bradicardias (ralentización del ritmo cardíaco) y bradipneas (ralentización de la respiración). Del mismo modo, señala Castillo, cuando los bebés muestran taquicardia, se apuesta por esperar la llegada de las madres y no por subir la sedación a la primera de cambio. "Es más, si es necesario, en ausencia de la madre, somos el propio personal sanitario quien pone en práctica el método", apunta Castillo.
Se trata de una práctica que se potencia en cualquier situación, una vez que el bebé deja de estar crítico. De hecho, pueden practicarlo tanto las madres como los padres y el resto de familia cercana, hermanos mayores incluidos. A estos últimos, se les imparte un taller en el que se les anticipa qué se encontrarán cuando entren a ver a su hermano, "porque a priori piensan que el pequeño se va a morir o que no existe", explica Castillo. Se familiarizan con el muñeco que tienen de prematuro, los tubos, las sondas, etc. Después, a los que tienen más de 4 años, se les insta a practicar el método canguro con sus hermanos pequeños. "El primer día entran acompañados de una enfermera de la unidad, que les enseña a hacerlo, y después ya entran con su padre o madre, a las horas que tenemos designadas para que los niños y adolescentes entren en la UCIN", señala Castillo.
Extubaciones más exitosas
En la UCIN del hospital, el método canguro se potencia en todo tipo de pacientes: intubados, con ventilación mecánica, que deban someterse a procesos dolorosos... De hecho, el del Vall d'Hebron es el único servicio de neonatología que extuba a los bebés mientras hacen la piel con piel con la madre. El índice de pacientes a los que se debe reintubar se ha reducido desde que se extuba mientras se realiza el método canguro.
Entre otros beneficios de la práctica también existe una mayor saturación de la hemoglobina y un desarrollo motor más rápido. "Estas evidencias durante la manipulación y cuidados de los bebés sirven, por otra parte, para que las familias entiendan, sostengan y contengan mucho mejor un período en el que sus hijos prematuros precisan cuidados altamente especializados, así como a comprender por qué se intentan reducir elementos estresores para los pequeños como pueden ser la luz o el ruido", destaca Prats.
El estado emocional de la madre
La tesis de Prats también evidenció cómo los patrones a la hora de hacer la piel con piel eran diferentes. "Algunos factores que lo promovían eran culturales, en tanto que algo que en ese momento era exótico para las madres y las familias nacionales se vivía con mucha normalidad en las familias internacionales, a excepción de las asiáticas", apunta Prats. Otra línea de la investigación que tanto Prats como Castillo esperan demostrar a medio plazo es cómo los estresores ambientales influyen en la calidad del método. "No solo importa el qué, sino el cómo se practica", apuntan ambos. El próximo paso, por tanto, será monitorizar bebés y madres a la vez, para comprobar si existe una relación lineal entre las frecuencias cardíaca y respiratoria y la saturación de oxígeno de unos y otras. "Todo indica que así será", adelanta Prats.
Será especialmente interesante corroborarlo en los casos en que las madres experimentan miedo y ansiedad –durante la tesis vieron que la sufrían sobre todo las que habían tenido su primer hijo, después de pérdidas gestacionales o perinatales, y las más jóvenes– y en los que se sienten desbordadas –que ocurría habitualmente cuando las madres ya tenían hijos mayores–. "A todas ellas era necesario contenerlas y acompañarlas para favorecer el vínculo con sus hijos prematuros", recuerda Prats. Sobre todo, incide, en aquellos casos en los que, a causa del grado de sufrimiento, se producían comportamientos invasores y de sobreprotección hacia el niño o, justo lo contrario, de total desconexión. Éste es precisamente uno de los objetivos del modelo de cuidados centrados en el desarrollo del niño y la implicación de la familia que se lleva a cabo en la UCIN del Vall d'Hebron, donde todos los profesionales están recibiendo formación para conocer a fondo el modelo. "Cuidar al cuidador es básico, porque si no se cuida del cuidador, él no cuida", concluye Castillo.