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Adolescencia

Cómo combatir los argumentos fascistas de tu hijo

Rebatirlos con preguntas para hacerles pensar y reconocer su malestar por saber de dónde viene es más efectivo que confrontarlos con datos y 'sermones'

Un joven, con una bandera franquista, a una concentración del 12 de octubre en Barcelona
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BarcelonaPau (nombre ficticio) se quedó descolocado cuando, hablando de la inmigración, su hijo, de 15 años, le dijo que él nunca quisiera tener una pareja "de fuera" ni que sus hermanas la tuvieran. "No sabía argumentar el porqué, pero implícitamente estaba diciendo que esto es nuestra casa y que las personas inmigrantes carecen de los mismos derechos. Y nuestra familia no es sospechosa de ideas extremas, todo lo contrario", explica Pau. Días después, un amigo adolescente de su hijo también malparló de la inmigración. A Pau le saltaron todas las alarmas. "Me hizo pensar y me inquietó", admite. Elena (también nombre ficticio) nunca ha escuchado opiniones en este sentido y el ambiente es más bien feminista y progresista. el auge de los influencers. Una encuesta de hace sólo unos días mostraba, por ejemplo, cómo los chicos jóvenes son los menos partidarios de la democracia y un 16% se mostraban partidarios de una dictadura. La misma encuesta dibujaba una tendencia conservadora de los hombres más jóvenes, que ya muestran otros sondeos: un 30% se sitúan en posiciones de derecha, un porcentaje superior al 10% de las mujeres más jóvenes.

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Jóvenes en la manifestación fascista del 12 de octubre, en Barcelona, ​​en una imagen de archivo

Padres, madres y profesores están preocupados por el ascenso de las ideas de extrema derecha entre los jóvenes. ¿Pero cómo se puede combatir? ¿Qué pueden hacer las familias?

El primer consejo de los expertos consultados es evitar confrontar cada una de las ideas que exprese el hijo o hija. "Serán mensajes que caerán en el vacío", deja claro Miquel Àngel Essomba, profesor de pedagogía de la UAB. "Hay que escuchar desde el respeto y la empatía sus preocupaciones y qué salida política busca", apunta el psicólogo y psicoterapeuta Roger Ballescà, quien añade que la parte positiva de esta situación es que los jóvenes empiezan a mostrar interés por la organización política. En la misma línea se expresa Paco Abril, sociólogo y profesor de la Universidad de Girona: "Más que confrontar, se trata de reconocer el malestar que puede tener y por qué se siente así ya partir de ahí establecer un diálogo lo más sincero posible". Por último, Vanessa Rodriguez Pousada, profesora de los estudios de psicología de la UOC, aconseja que "se afronte la situación con calma y, sobre todo, se evite el sermón o frases como no tienes ni idea porque lo que harán es que el joven no se sienta escuchado y eso reafirmará aún más sus pensamientos".

La mejor fórmula para combatir este tipo de discursos, añaden los expertos, es devolver su argumento en forma de preguntas, como por ejemplo ¿Por qué piensas así? ¿De dónde has sacado esta información? "Preguntas que le ayuden a llegar a conclusiones adecuadas a su edad que, como mínimo, le harán pensar y se dará cuenta de que lo que ha escuchado en TikTok no es exactamente así", explica la psicóloga socialfeminista Gemma Altell. A la que le has preguntado tres o cuatro veces el por qué de una u otra idea, asegura Essomba, se crea un efecto mágico: "el de generar dudas". Imaginemos, ejemplifica el pedagogo, que un hijo defiende echar a todos los inmigrantes argumentando que toman el trabajo a los de aquí o son delincuentes. "Aplicamos su idea y le preguntamos que nos explique qué Catalunya tendríamos o quién trabajaría en los trabajos que hacen. Generar imaginarios futuros también hace que entre en crisis su imaginario presente y más teniendo en cuenta que el fascismo tiene muchas propuestas naífs que cuando las llevas a la realidad no se sostienen", apunta el profesor de la UAB.

El poder político de las redes

Abril, que realiza charlas y talleres, tanto en primaria como en secundaria, sobre igualdad, feminismos y nuevas masculinidades, constata que los discursos antifeministas y antigénero están calando entre los jóvenes por la influencia que las redes y los influencers tienen sobre ellos. "Son discursos fáciles que tocan mucho la fibra en un momento, como es la adolescencia, que se sienten perdidos", argumenta. También el avance feminista de las mujeres les descoloca "y sienten que deben reivindicar el poder que creen estar perdiendo", añade. "Estos discursos políticos tienen una complejidad mucho menor que los moderados porque una dictadura también tiene una organización mucho más fácil que la de una democracia, lo que puede seducir a un adolescente", coincide Ballescà. De hecho, la extrema derecha supo conectar con el público joven. "Han sido hábiles en apropiarse del vocabulario y las formas de hacer de la izquierda pero con un discurso reaccionario: desde apropiarse de términos como libertad a hacer manifestaciones", explica Gemma Altell.

Ahora lo que es cool entre los jóvenes –añade Abril– es ser de extrema derecha, igual, explica Essomba, que era "sexy" en su momento defender la libertad entre quienes ahora son los padres de estos jóvenes. "La mayoría nacieron en los últimos años de franquismo o los primeros de posfranquismo y para ellos la libertad es clave. A sus hijos, no les interesa porque ya tienen un exceso de libertad y lo que buscan son precisamente límites y el fascismo lo pone", coinciden en afirmar el pedagogo de la UAB y Ballescà.

Abril reconoce que quizás se ha hecho una "mala pedagogía" sobre qué es la igualdad y el feminismo, ya que algunos talleres pueden ser muy "punitivistas" y los chicos se han sentido atacados. "Otro taller de igualdad...", lamentan los alumnos. En este sentido, Altell propone realizar pedagogía en otros ambientes y contextos como pueden ser las actividades deportivas. "Tenerlos en un aula cautivos y decirles «ahora hablaremos de igualdad» ya es difícil, y hay que ir a otros lugares donde los jóvenes están ya y trabajar y transmitir valores a través de los entrenadores o los monitores", propone esta psicóloga. Bajar a cosas más prácticas y no dar discursos abstractos.

Hacer autocrítica

En medio de ese auge del fascismo entre los jóvenes, los expertos también piden hacer autocrítica. "Los jóvenes son los hijos de nuestra generación y, por tanto, algunas cosas hemos hecho mal. Seguramente, les hemos sobreprotegido. Hemos defendido sus derechos, pero también deben trabajarse las responsabilidades, entre ellas las de mantener la democracia, que la ven como algo lejano que no va con ellos", opina Gemma Altell. En este sentido, Ballescà alerta de que los jóvenes que se han criado con menos límites son generalmente los que más se adhieren a ideas extremas. "Como adultos debemos pensar que se agarran a estos discursos como una forma de aferrarse a la esperanza. Esto quiere decir que están muy desencantados con lo que la sociedad les está ofreciendo", concluye la profesora de la UOC.

Otros recursos

Los expertos también coinciden en que darles datos sobre fascismo para combatir sus ideas sirve de poco. "Es una creencia más emocional que racional", asegura Ballescà. "Cuesta mucho dialogar desde la razón", apunta Abril. Por el contrario, la visualización de alguna película con acompañamiento puede ayudar en algunos casos. "Debe ser un acompañamiento reflexivo, que dé pie a que el adolescente pueda explicar lo que le parece bien y lo que no", apunta Ballescà. Ahora bien, añade la psicopedagoga de la UOC, este material debe utilizarse en "ambos sentidos" porque el hijo o hija también puede tener acceso a vídeos que defiendan sus ideas. "Podéis verlos juntos para hacerle preguntas como de dónde les ha sacado, de dónde sale la persona que habla... todo ello generará un debate que permitirá compartir lo que él ve y proponerle alguna película nosotros".

Otro elemento que debe tenerse en cuenta y que puede empujar a los jóvenes a defender argumentos fascistas, señalan la mayoría de expertos, es la "rebeldía intrínseca" que tienen durante la adolescencia. "Buscan diferenciarse de los padres para formar su propia identidad", apunta la psicopedagoga de la UOC. "Los jóvenes siempre van a contracorriente", añade Abril.A esto hay que sumarle que hay hijos que defienden el fascismo porque sencillamente su familia también es de extrema derecha y es lo que han vivido en casa. "Al final los jóvenes son un reflejo de los adultos y las ideas fascistas también están en el mundo adulto", coinciden Ballescà y Essomba.

Enseñar la historia reciente

Los últimos datos mostraban que más del 30% de los jóvenes no creen en la democracia. "Y esto es muy preocupante porque hay un desconocimiento total de lo que significa una dictadura y los discursos totalitarios están calando en una sociedad polarizada como la que tenemos", asegura Paco Abril. Cada vez quedan menos testigos de la Guerra Civil y es difícil que los adolescentes conozcan la historia de primera mano. "No conocen el franquismo ni quién era Franco y para los jóvenes un sistema totalitario es, a lo sumo, un concepto abstracto", dice Altell, que propone que la historia se enseñe en la escuela desde la más reciente hasta la más antigua para asegurarse de que se imparte esta parte del temario. "Sin menospreciar al Imperio Romano, es más importante contar la historia reciente porque tiene más impacto en las vidas futuras", apunta. En todo caso, concluyen los expertos, los jóvenes están muy polarizados, y si bien es cierto el aumento de posiciones de extrema derecha también hay jóvenes muy implicadas y comprometidas con los movimientos sociales.

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