Las mejores alternativas a las pantallas

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Tener juegos alternativos ayuda siempre a resolver situaciones.

BarcelonaEs necesaria algo más que la información sobre los daños que pueden causar las pantallas en los más pequeños para dejarlas de lado: Hay que estar convencido de ello para mantener los móviles guardados, y hay que tener preparadas alternativas a las pantallas.

Pensando desde la perspectiva del adulto, necesitamos alternativas a las pantallas para cuando las criaturas deben estar quietas (porque no hay otra opción) y para cuando nosotros no podemos estar plenamente por ellas. Pensando desde las necesidades infantiles, es necesario que las criaturas se muevan libremente tanto como sea posible (¡y al aire libre!) en espacios seguros y que siempre estén atendidas por un adulto.

Las alternativas a las pantallas deben ser respetuosas con las necesidades de los niños, pero no siempre de acuerdo con sus deseos. Por ejemplo: un niño necesita moverse, pero para ir en coche debe estar atado a su silla (aunque no le apetece). Si queremos acompañar mejor esta circunstancia debemos:

–Dejarlo mover todo lo posible antes del trayecto en coche.

–Traer utensilios, y estar dispuestos a estar por él, para hacerle el rato de quietud obligada más atractiva.

Una caja de juguetes.

Sabemos que improvisar nos lleva a utilizar más las pantallas, por tanto, es indicado tener siempre preparada una bolsa con juguetes (que tendremos que ir cambiando), papeles, colores, pegatinas, etc. para cuando salimos con las criaturas. Pero también es factible distraer a una criatura con la simple presencia y un juego de dedos, unas canciones, o una conversación imaginativa y divertida.

Hablemos claro: La mejor alternativa a las pantallas es la presencia de un adulto o de otras personas que puedan atender al niño, interaccionando oralmente con él, para que utilizando la imaginación y los mínimos recursos se genere un espacio agradable . Esto puede ir desde pintarnos una careta en un par de dedos, y simular que son personajes que hablan entre ellos; hasta contar una historia entre dos juguetes que llevamos, cuando estamos en un transporte público o en un restaurante. Hasta el típico juego del veo-veo y las canciones rimadas, o las que yo empiezo y tú terminas, cuando estamos en una sala de espera.

No es necesario montar un parque de atracciones

Ahora bien, en la vida cotidiana tampoco podemos caer en el extremo opuesto: por no poner pantallas, montar un parque de atracciones en la sala de casa, con actividades que requieran la presencia continuada del adulto. Los adultos debemos poder estar haciendo lo que nos conviene (tender ropa, preparar la cena, hacer la limpieza, o sentarse a la mesa) incorporando la presencia y la “colaboración” del niño, o permitiéndole un rato de juego solitario en un espacio adecuado a su edad e intereses.

Los “no-juguetes”, algunos utensilios de cocina, las cajas de cartón, las bolsas de papel, los trapos... son alternativas de coste cero y con muchas posibilidades. Ni que decir tiene que el agua, y todo tipo de pinturas para poder pintar con los dedos, con los pies, debajo de una mesa lo que antes hemos empapelado, pueden ser un juego delicioso. Y las mejores alternativas de futuro: ¡los cuentos! Explicados o leídos por un adulto, o hojeados por los propios niños.

Si no queremos utilizar pantallas para “entretener” o “aparcar” a los niños, debemos tener preparadas otras formas de convivencia, que respeten sus necesidades, pero que al mismo tiempo les proporcionen actividades atractivas ajustadas a circunstancias que no son como ellos desearían.

El “truco” es saber qué necesita el niño, cuáles son las restricciones de espacio o de nuestra atención y haber previsto otras formas para atenderle bien, con diversidad de actividades que, a pesar de ser de bajo coste, pueden pedirnos una buena dosis de imaginación.

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