Barça

El incómodo papel de Deco en el triste final de Xavi

Eximido de dar explicaciones, el director deportivo estaba de acuerdo con el terrassense con el primer esbozo de la plantilla 24-25

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Joan Laporta y Deco

BarcelonaEsta semana hará un año del fichaje de Leo Messi por el Inter Miami. La noticia frustró la ilusión de miles de barcelonistas que se deleían con un reencuentro que habría reparado el trauma del verano del 2021, cuando el argentino tuvo que hacer las maletas a regañadientes e irse al PSG . La posibilidad de ver a Messi otra vez de azulgrana fue alimentada desde la entidad durante muchas semanas. Incluso el propio interesado y lo que hubiera sido su entrenador, Xavi Hernández, creyeron que Joan Laporta encontraría los mecanismos financieros para hacer realidad el sueño. Ambos recibían inputs en esa dirección de Alejandro Echevarría, el excuñado del presidente, la persona más influyente del Barça actual. Sin embargo, como ha ocurrido otras veces en los últimos tres años de gobierno azulgrana, la realidad chocó con las proyecciones y Messi, escarmentado a raíz de la herida del 2021, decidió no esperar milagros y abrió hacia Florida el camino que después seguirían sus amigos Sergio Busquets, Jordi Alba y Luis Suárez.

Si hace un año el mensaje interno era que el regreso de Messi era posible, este año es que el Barça, ahogado por los números rojos, no puede hacer grandes fichajes. Otra diferencia es que, en la transmisión de la información de los despachos en los campos de entrenamiento, existe un nuevo actor: Anderson Luis de Souza, Deco. El director deportivo, llegado a la entidad también a través de Echevarría, ha trabajado con Xavi durante todo el curso y, a pesar de defender la polémica llegada de Vitor Roque, ha explicado en varias ocasiones al entrenador que el club no tiene fuerza – ni difícilmente lo tendrá– para ir al mercado con la cartera llena. Así se expresó, según explican al ARA fuentes bien informadas, antes y después de la derrota contra el PSG y también después de la célebre noche del sushi, en la que Laporta aceptó la marcha atrás de Xavi y lo mantuvo en el líder del primer equipo a pesar del criterio de no pocos directivos y del asesor presidencial en materia deportiva, Enric Masip, uno de los más críticos con la labor del egarense.

En estos encuentros de trabajo, relatan las mismas fuentes, Xavi y Deco planificaron la temporada considerando la limitación económica del Barça y los contratos en vigor de los jugadores. Sin embargo, pactaron –lo que implica un acuerdo– una primera tanda de movimientos para poder aspirar a mejorar la plantilla. En primer lugar, dos salidas obvias: Marcos Alonso y Oriol Romeu. En segundo lugar, una cesión de calidad para foguear a Vitor Roque. Y en tercer lugar, un listado de futbolistas que podían servir para aliviar la masa salarial, dejar jugosos traspasos o ambas cosas a la vez. El entrenador y el director deportivo no pidieron ninguna salida, sino que concluyeron que, en caso de irse, jugadores como Robert Lewandowski y João Félix podían abrir la puerta a adquirir nuevos futbolistas. Y que Ronald Araujo, que tiene mejores ofertas que la que le ha hecho el club para renovar, dejaría un agujero en caso de irse que los otros centrales de la plantilla –cinco contando Eric Garcia y Cubarsí– podrían compensar.

Xavi y Deco coincidían en el diagnóstico y en las limitaciones económicas, pero sólo el primero se exponía a preguntas públicas sobre el futuro como las de la previa de un casi intrascendente Almería-Barça. En esa rueda de prensa el egarense transmitió que el club tiene problemas económicos, algo que se había cansado de sentir internamente. Laporta, que estaba tenso por las informaciones sobre los avales mantenido con dinero de la entidad, encontró en esta reflexión el motivo definitivo para retirar la confianza al terrassense, lo que se filtró la mañana siguiente a la victoria en Almería y que silenció de repente los comentarios sobre cuentas mancomunadas y cantidades embargadas .

Guerra sucia por justificar la destitución de Xavi

Con la bomba recién detonada, Xavi pidió audiencia con Laporta, pero solo pudo reunirse con Echevarría, la persona mejor informada del Barça. Consciente de que la decisión era irreversible, el excuñado del mandatario le pidió que se detuviera, pero el entrenador se mantuvo firme en su decisión de continuar. Sin embargo, empezó a tener claro que le movían la silla desde dentro cuando se enteró de la reunión de Deco con Flick –fuentes consultadas explican que el propio Xavi preguntó al alemán ya su agente si venía al Barça (la respuesta en ese momento fue que no)– y que algunos pesos pesados ​​del vestuario le ponían mala cara porque les habían explicado que el entrenador los quería echar. Aquellos días de máxima tensión, miembros de la comisión deportiva decían que Xavi quería repartir más de 10 bajas, algo que el entorno del vallesano niega rotundamente.

El fin de la historia se precipitaría en la previa de la final de la Champions femenina, tan silenciada como la crisis de los avales, que la junta ha resuelto con el argumento de la "estética". Mientras, Flick, a quien Laporta quiere proteger de cualquier pregunta comprometida, todavía no sabe si podrá incorporar un medio centro en condiciones, que es la prioridad que tenía Xavi desde que se quedó sin Busquets.

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