La recuperación pos-covid

Los precios siguieron disparados en diciembre

El cesto de la compra subió un 6,1% en Catalunya, la comunidad donde menos se encareció

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Un cuadro de contadores de la luz en un bloque de pisos en Barcelona.

Los precios de bienes y servicios de consumo subieron en diciembre un 6,1% respecto a un año atrás en Catalunya. Se trata de la subida más elevada desde, como mínimo, el estallido de la crisis financiera de 2008, según datos publicados este martes por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

A escala estatal, finalmente la tasa de inflación fue del 6,5% interanual, dos décimas menos que la prevista inicialmente por el INE. En el último mes, es decir, entre noviembre y diciembre, el índice de precios al consumo (IPC, el indicador que mide el encarecimiento del cesto de la compra medio) subió, tanto en Catalunya como España, un 1,2%.

A pesar de la fuerte subida, Catalunya fue la comunidad autónoma que tuvo el incremento más bajo de precios -con la excepción de la ciudad de Ceuta, que se quedó en el 5,5% interanual-. En el otro extremo se situaron las dos Castillas y Aragón, con tasas por encima del 7%.

El diciembre acostumbra a ser un mes de encarecimientos, puesto que coincide con un incremento del consumo, tanto de alimentos -por las celebraciones familiares durante las fiestas- como de otros productos, sobre todo moda, electrónica o juguetes -los regalos navideños típicos- o turismo y restauración. No obstante, el mes pasado se vio agravado por una serie de factores tanto en el Estado como a escala mundial.

La electricidad, la principal causa

Los incrementos se deben sobre todo al encarecimiento de la electricidad, que representa la mayor parte de la subida. El aumento de precios de otros productos energéticos, como por ejemplo el gas natural, también explica la fuerte subida del IPC a finales de 2021. De hecho, si se descuenta la energía -muy volátil-, la subida de precios fue muy inferior: del 2,1% en España, solo una décima por encima del objetivo a largo plazo del Banco Central Europeo.

Más concretamente, en diciembre el coste de la electricidad aumentó un 19,9% en solo un mes, el punto con un encarecimiento más fuerte del centenar largo de los que componen el cesto de la compra a partir del cual el INE calcula el IPC. En segundo lugar, con una subida del 11,2% respecto al mes anterior, están los paquetes turísticos, algo habitual en diciembre -igual que en verano- por la mayor demanda de productos de vacaciones coincidiendo con las fiestas de Navidad.

Los alimentos frescos también subieron de precio. Por ejemplo, el pan y los cereales se encarecieron un 2,1% intermensual; las legumbres y las hortalizas, un 3%, y la carne, los lácteos y los huevos, un 1,2%. En el otro extremo, los carburantes para vehículos y la fruta se abarataron el mes pasado un 2,3% y el precio del combustible líquido también cayó un 2,7% en comparación con noviembre.

El encarecimiento de la electricidad ya empezó en verano. Las compañías eléctricas atribuyen los incrementos a subidas de precio tanto del gas natural -uno de los combustibles más utilizados para generar electricidad- como de los derechos de emisión de dióxido de carbono. En el primer caso, el precio del gas ha aumentado mundialmente por las tensiones geopolíticas en el norte de África y en el este de Europa. Las malas relaciones diplomáticas entre Argelia y Marruecos han obligado a cerrar uno de los dos gasoductos que llevan gas desde el primer país hasta España, y la posibilidad de un conflicto armado en Ucrania ha puesto en entredicho el suministro de gas ruso en Europa y la construcción de un nuevo gasoducto, el Norte Stream 2, que tiene que llevar gas desde Rusia hasta Alemania a través del mar Báltico.

No obstante, las fuertes subidas de precios tienen otras raíces. En este sentido, hay que tener en cuenta lo que los economistas denominan efecto base, que es un fenómeno puramente estadístico. El año 2020, debido a las máximas restricciones para parar la expansión del coronavirus, los precios cayeron durante diez meses consecutivos, entre marzo y diciembre. Esto provoca que, a medida que se normaliza la actividad económica y familias y empresas retoman el consumo y la inversión, las subidas de precios sean más altas de lo que es habitual, puesto que se parte de precios más bajos.

En tercer lugar, ya desde la primavera, las cadenas de suministros se han visto afectadas por escasez y bloqueos. La reapertura de la economía en la mayoría de países avanzados -tanto en Europa como en los Estados Unidos y Japón- comportó un incremento repentino de la demanda de bienes a la que los productores no pudieron hacer frente de golpe. Esto provocó que fallaran los suministros de materias primeras o de bienes intermedios para la industria -el caso paradigmático es lo de los microchips, que ha obligado a parar la producción de coches en muchos países- y las subidas de precios. Además, en cuanto a logística, se produjo un colapso del transporte marítimo de contenedores, sobre todo entre China y la costa oeste de los EE.UU., que todavía no se ha resuelto y ha provocado retrasos y problemas en las cadenas de producción de muchas multinacionales.

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