Nadia Ghulam: "Las imágenes de los atentados las vi muchos años más tarde, en 2010, cuando ya estaba en Catalunya"
Es afgana y vivía en Kabul cuando tuvieron lugar los atentados del 11-S. Dice que se enteró del ataque un mes después y que las imágenes de los aviones chocando contra las Torres Gemelas no la impactaron
Nadia Ghulam se enteró de los atentados del 11 de Septiembre contra los Estados Unidos casi un mes después de que tuvieran lugar, y no vio las míticas imágenes que dieron la vuelta al mundo de los aviones impactando contra las Torres Gemelas hasta nueve años más tarde. En 2001 vivía en Afganistán, que en esa época era un país totalmente hermético controlado por los talibanes.
La televisión, las fotografías y la música estaban prohibidas, y la única emisora que existía era Radio Sharia, que se limitaba a retransmitir fragmentos del Corán o informar sobre el desarrollo de la guerra que se libraba en el país. Evidentemente, tampoco había internet, ni casi electricidad. Después de más de dos décadas de conflicto, la mayoría de las infraestructuras del país habían quedado destruidas. Ni siquiera operaban vuelos comerciales desde el extranjero, porque las Naciones Unidas habían impuesto importantes sanciones contra los talibanes por haber dado asilo en su territorio al terrorista saudí Osama bin Laden.
Nadia recuerda los días previos: mucha gente comenzó a huir de Kabul después de que la cadena británica BBC -que también retransmite en persa, una de las lenguas oficiales de Afganistán- informara de una posible ofensiva estadounidense. "Les pregunté por qué huían y me contestaron: «¿No te has enterado? América bombardeará Afganistán porque han hundido dos edificios altísimos debido a una bomba»", explica Nadia, que ahora tiene 36 años y hace quince que vive en Badalona.
La explicación la dejó impasible, ya que no entendía tanto alboroto por el derrumbe "de dos simples edificios". Kabul estaba entonces llena de edificios destruidos por la guerra, con los techos hundidos y las fachadas llenas de impactos de metralla. Incluso la casa de Nadia había quedado afectada por una bomba y ella había sufrido graves quemaduras en la cabeza, la cara y el cuerpo cuando solo tenía 8 años. Las cicatrices en su rostro lo atestiguan. ¿Qué tenían entonces de especial esos dos edificios de Estados Unidos?
La explicación la dejó impasible, puesto que no entendía tanto rebombori por el derrumbe “de dos simples edificios”. Kabul estaba entonces llena de edificios destruidos por la guerra, con los techos hundidos y las fachadas llenas de impactos de metralla. Incluso la misma casa de la Nadia había quedado afectada por una bomba y ella había sufrido graves quemaduras a la cabeza, la cara y el cuerpo cuando sólo tenía 8 años. Las cicatrices a su rostro lo atestiguan. Qué tenían entonces de especial, aquellos dos edificios de los Estados Unidos?
Al día siguiente, sigue explicando, comenzaron los bombardeos estadounidenses en Kabul. Desde su casa se oían los proyectiles cayendo en la lejanía y los helicópteros sobrevolando la ciudad. No sabe concretar cuántos días duraron, pero asegura que se le hicieron eternos. El fantasma de la guerra volvía a su vida. El régimen talibán cayó a finales de noviembre.
"Las imágenes de los atentados las vi muchos años más tarde, en 2010, cuando ya estaba en Catalunya", dice Nadia, que confiesa que no eran como se las había imaginado: el edificio más alto que había visto en Afganistán tenía cinco plantas; por lo tanto, siempre pensó que las Torres Gemelas debían de tener la misma altura. Ahora no se puede creer que, después de veinte años, se vuelva a la casilla de salida: que los talibanes vuelvan al poder y la comunidad internacional haya vuelto a dar la espalda a la población afgana. Solo espera que, a diferencia de lo que ocurrió en los años noventa, su país no quede aislado.
Durante muchos años Nadia se vistió como un chico en Afganistán -con shawal kamise y un turbante en la cabeza- y adoptó el nombre de su hermano, Ezmarai, que había muerto en la guerra, para poder mantener a su familia. En los años noventa los talibanes prohibieron a las mujeres trabajar fuera de casa, y en su familia no había ningún hombre que pudiera hacerlo: su padre estaba enfermo y ella solo tenía dos hermanas más. Así que ella decidió vestirse con la ropa de su hermano muerto e intentar mantener a la familia. Tenía once años y lo hizo así durante una década. Trabajó de todo: de albañil, de agricultor, limpiando letrinas, arreglando bicicletas... En 2006 una ONG catalana, la Asociación por los Derechos Humanos en Afganistán (ASDHA), la ayudó a llegar a Barcelona. En Afganistán no tenía futuro. Si alguien se hubiera enterado de que había cambiado su identidad y de que, a pesar de ser una mujer, durante años se había hecho pasar por un hombre, le habría costado la vida.