ATENTADOS EN CATALUNYA

Barcelona y Cambrils: El yihadismo autóctono

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Los servicios de emergencias atendiendo una víctima a la Rambla de Barcelona el 17-A.
Dosier 20 años del 11-S Desplega
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Barcelona y Cambrils: El yihadismo autóctono
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“El yihadismo es un terrorismo que se puede considerar autóctono, a pesar de que la ideología es mundial”. Lo reflejaron los atentados de los días 17 y 18 de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils, cometidos por una célula terrorista que se había gestado en Ripoll. El inspector David Sánchez, adscrito a la Comisaría General de Información de los Mossos d'Esquadra, hace la siguiente definición de los miembros del grupo: “Son ciudadanos de pleno derecho de nuestras sociedades que sufren procesos de radicalización violenta”.

La célula preparó el plan inicial en un chalé de Alcanar: querían cometer un triple ataque en la Sagrada Familia, en el Camp Nou y en la Torre Eiffel con furgonetas cargadas de explosivos. La casa estalló cuando manipulaban el material y seis miembros del grupo improvisaron nuevas acciones. Asesinaron a dieciséis personas entre el atropello en la Rambla, el asalto a puñaladas en la Zona Universitaria de Barcelona y el atropello, con el ataque posterior con cuchillos, en el Passeig Marítim de Cambrils.

Este yihadismo autóctono, explica el inspector de los Mossos, no solo se vio en los ataques de Barcelona y Cambrils, sino que también se ha repetido en otros atentados terroristas de los últimos años en Europa. Según Sánchez, cada vez más autores de actos terroristas han “nacido o crecido en las sociedades occidentales”.

El 17-A, aparte de constatar la formación de esta célula liderada por un imán e integrada por nueve jóvenes de Ripoll, situó a los Mossos bajo el foco mediático. La respuesta de la policía catalana, con el mayor Josep Lluís Trapero al frente, recibió el reconocimiento social e internacional. También evidenció una falta de coordinación entre los cuerpos de seguridad, porque los Mossos no fueron miembros de pleno derecho del órgano español en materia antiterrorista, el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), hasta un año después de los atentados.

Otra deficiencia que demostró el 17-A, destapada por el ARA y recogida en el juicio en la Audiencia Nacional es que un reglamento europeo obligaba a vigilar la venta del material para hacer explosivos, que el Estado no controlaba. La sentencia habló de una “posible falta de transposición” de la normativa.

La principal incógnita no resuelta

El juicio de los ataques terroristas de agosto de 2017 acabó hace pocos meses, y no ha servido para desvanecer todas las dudas que se han generado. La principal incógnita que continúa sin aclararse públicamente es la relación del imán Abdelbaki es-Satty con el CNI. En cuanto a la célula de Ripoll, la sentencia la describió como “una auténtica red de base de la organización terrorista Daesh”, que giraba “alrededor del imán Es-Satty”. No se concretaron las posibles conexiones internacionales del grupo o los contactos con el Estado Islámico, pero los Mossos “intuían” que podían haber enlaces.

Aunque el tribunal que juzgó el 17-A reconoció por primera vez a decenas de víctimas que el juez instructor y el ministerio del Interior habían dejado fuera, no hizo responsables a los dos principales acusados -que fueron condenados a 53 y 46 años de prisión- de los dieciséis asesinatos de los atentados: no los consideró autores ni participantes de los hechos.

La falta de un debate en Catalunya

Tras los ataques terroristas, una de las acciones que ha hecho el Govern ha sido un plan piloto para impartir la religión islámica en la escuela. El psicólogo, profesor y escritor Saïd El Kadaoui echa de menos que hasta ahora no se haya hecho un debate sobre esta y otras medidas de integración, que tampoco se están abordando en la opinión pública. “Es un debate complejo, pero lo tenemos que liberar porque está secuestrado”, asegura El Kadaoui, autor del ensayo Radical(s). Una reflexió sobre la identitat (Enciclopèdia Catalana). El Kadaoui ve que los representantes de la comunidad musulmana en Catalunya no tienen un “contrapoder”, lo que atribuye a un “miedo” motivado por el “desconocimiento”. Concluye que no abrir este debate “desprotege a una parte de la población”.

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