Coronavirus

Medicamento contra el covid: la esperanza de la píldora de Pfizer y el fiasco del plasma

Pocos fármacos han demostrado su potencial para reducir las hospitalizaciones o las muertes de personas vulnerables

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Una enfermera vigilando un enfermo de covid  a la UCI del Hospital Germanos Trias de Badalona.

BarcelonaFármacos que eviten que los contagiados de covid enfermen o que les salven la vida una vez llegan al hospital. Después de conseguir un arsenal de vacunas para minimizar el impacto del virus, la comunidad científica concentra ahora sus esfuerzos en encontrar medicamentos específicos contra él. Los tratamientos son una de las piezas clave para hacer frente a la pandemia pero hasta ahora pocas propuestas han demostrado suficiente eficacia para recibir el visto bueno de las agencias reguladoras. De hecho, muchas se han ido descartando porque con su uso no se observaba ningún beneficio en el paciente. La buena noticia es que también hay fármacos prometedores en proceso de revisión, como la píldora de Pfizer, o autorizados y de uso habitual en los hospitales como la dexametasona .

Aunque las vacunas funcionan muy bien para evitar las complicaciones graves y la muerte, las últimas oleadas han dejado cifras de contagio récord y cuanto más incidencia hay, aumenta el riesgo de que las personas vulnerables enfermen. “Nos hacen falta medicamentos para poder minimizar la carga hospitalaria. Sobre todo que sean orales, porque la gente de riesgo se los pueda tomar en casa en fases tempranas de la infección, cuando saben que están infectados o tienen los primeros síntomas. Y cuanto más baratos y más fáciles de producir sean, mejor”, resume al ARA la immunóloga del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), Adelaida Sarukhan. La experta matiza que no habría que recomendarlos a todo el mundo que se infecte, sino a los que realmente tienen riesgo de sufrir el covid grave. Además, tendrían que ir acompañados de diagnósticos muy precoces –hay que recetarlos en los primeros días de la infección– para que desplieguen su máxima eficacia.

Entre los principales fármacos que se cree que pueden evitar la hospitalización y, por lo tanto, que serían útiles contra la variante ómicron, el Paxlovid es, por ahora, el tratamiento más alentador. Si se toma en los primeros cinco días desde que se tienen síntomas, el antiviral de Pfizer evita la replicación del virus y tiene una eficacia del 89% ante el riesgo de acabar hospitalizado o morir. Los datos son sólidos y tanto la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) como la FDA, el regulador norteamericano , lo han avalado como medicamento de uso de emergencia. "Su principal problema es que la capacidad de producción es baja y los Estados Unidos ya acaparan las existencias", avisa la experta. Pfizer ha firmado un acuerdo con Medicines Patent Pool, una organización vinculada a las Naciones Unidas, para permitir la fabricación de genéricos en 95 países de ingresos bajos.

Però no solo hacen falta medicamentos que eviten la enfermedad, sino que también son necesarios buenos tratamientos para los contagiados que llegan graves al hospital. "Quan los enfermos tienen riesgo de acabar a la unidad de cuidados intensivos (UCI), de nada les sirven medicamentos para evitar la replicación del virus, sino que necesitan que se frene la respuesta inflamatoria excesiva, que es lo que causa las neumonías graves y los puede matar", explica Sarukhan. De momento, el único con una clara capacidad de disminuir la mortalidad por covid es la dexametasona , un corticosteroide y antiinflamatorio que se ha usado ampliamente en los hospitales catalanes para tratar enfermos intubados o con oxígeno suplementario. Si además se combina con un anticuerpo monoclonal destinado a la artritis reumatoide, el tocilizumab, la mortalidad se reduce un tercio y cae a la mitad en el caso de los más graves.

Opciones recomendadas

La EMA también recomienda el uso de la píldora antiviral y oral de las farmacéuticas Merck y Ridgeback, el molnupiravir, que se toma dos veces al día durante cinco días y es más barata y fácil de producir que el Paxlovid. Ahora bien, su eficacia es bastante menor: si bien en un primer momento los estudios apuntaban que era capaz de reducir la hospitalización a la mitad, las conclusiones finales lo reducen hasta el 30%.

Como fármaco que evita la replicación del virus también hay el anticuerpo monoclonal sotrovimab (comercializado con el nombre de Xevudy por GlaxoSmithKline), que es una proteína artificial que se adhiere al virus para que deje de infectar las células y se estima que podría reducir el riesgo de hospitalización en un 79% de los casos. Ahora bien, no funciona con enfermos que ya requieren ventilación mecánica y se tiene que administrar por vía intravenosa, es decir, en un centro sanitario. "El resta de anticuerpos monoclonals que se habían propuesto nacieron obsoletos por la variante ómicron", puntualiza Sarukhan, que añade que también son una alternativa muy cara y difícil de producir.

Europa está revisando otros tratamientos, como el medicamento immunosupressor anakinra (comercializado por Swedish Orphan Biovitrum con el nombre de Kineret), que ya recomienda después de haber demostrado que puede reducir la inflamación asociada al covid y evitar la temida insuficiencia respiratoria grave. También se ha aceptado el uso del remdesivir (un antiviral comercializado por Gilead) justo después del diagnóstico porque reduciría un 87% el riesgo de hospitalización y muerte en pacientes vulnerables. Hasta ahora estaba aprobado en Europa para los pacientes con neumonía que sí que necesitaban oxígeno, si bien en fases tardías Sarukhan duda de su capacidad para reducir la mortalidad. "Lo único que se veía era que acortaba un poco la estancia en el hospital", dice.

Opciones descartadas

¿Por qué se ha tardado tan poco a disponer de un abanico de vacunas y con los tratamientos cuesta tanto pulsar la tecla adecuada? Sarukhan subraya que la comunidad científica ha generado mucha información sobre los coronavirus y las tecnologías de ARN mensajero (Pfizer y Moderna) y de vectores virales no replicantes (AstraZeneca), cosa que ha agilizado mucho la carrera para conseguir dosis con alta eficacia. En cuanto a los medicamentos, o bien se han tenido que desarrollar tratamientos desde cero o se han ensayado muchos fármacos aprobados para otras enfermedades que finalmente han demostrado ser poco o nada eficaces. "Se ha perdido mucho tiempo haciendo estudios pequeños, nacionales y fragmentados, poco rigurosos y poco controlados. Y esto es una lección de cara al futuro", afirma.

De ejemplos de tratamientos descartados hay varios, pero Sarukhan destaca la ivermectina  (un antiparasitario aprobado para la sarna), que inicialmente se pensaba que podría reducir la carga viral de los pacientes de covid pero que la Organización Mundial de la Salud (OMS) desaconsejó porque los estudios eran "poco fiables". Tampoco ha pasado el filtro la hidroxicloroquina , un medicamento para el tratamiento del lupus que el coronavirus popularizó los primeros meses de pandemia por el ensayo clínico liderado por el infectólogo Oriol Mitjà y del cual se suspendieron todos los estudios por la notificación de efectos adversos graves. Y la combinación de los antivirales lopinavir y ritonavir no produce ningún perjuicio pero tampoco ningún beneficio en el paciente.

También hay el fiasco de una de las grandes esperanzas al inicio de la pandemia, la transfusión de plasma convaleciente, un caldo de anticuerpos proporcionados por donantes que han pasado la infección recientemente. La terapia, liderada aen Espanya per Grifols, se basa en la idea de estimular la defensa de los organismos más deficientes con anticuerpos producidos por los sistemas con una respuesta inmunitaria brillante. Con todo, la OMS desaconseja su uso porque no aumenta la supervivencia ni reduce la necesidad de ventilación mecánica.

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