
Los aspectos que más me preocupan de la educación en Catalunya son la progresiva pérdida de atractivo de la profesión docente, el incremento, año tras año, de los presupuestos que las familias dedican a completar la educación escolar de los hijos y la transformación de la escuela en una institución terapéutica. Los tres se refuerzan entre sí.
Los profesores. Reconozcamos que es difícil convencer a un matemático de que será más feliz dando clases de matemáticas en la ESO que trabajando en una empresa privada. Reconozcamos, igualmente, que una persona con un mínimo sentido del ridículo sufriría de lo lindo en estos cursillos de formación de los docentes que parecen diseñados por enemigos del mundo adulto: "Habitar nuestro cuerpo con amor", "Orientando sexistencias", "Constelaciones familiares", "Curso elemental de mindfulness y autocompasión", "Autoamor como eje en tu práctica profesional"...
Hace unos años pregunté a un político de Singapur por la clave del éxito de su país en los PISA: "Es muy sencillo –me contestó–, todo el mundo sabe por qué hace lo que hace". No es nuestro caso. Muchos docentes están desconcertados y no acaban de entender el sentido de buena parte de lo que hacen. Lo único evidente es la carga burocrática. ¿Cómo no tienen que estar desconcertados si es necesario que sean hermeneutas doctorados para entender, por ejemplo, la competencia específica 10 de la asignatura de matemáticas de ESO?: "Desarrollar destrezas sociales reconociendo y respetando las emociones y experiencias de los demás, participando activa y reflexivamente en proyectos en equipos heterogéneos con roles asignados, para construir una identidad positiva como estudiante de matemáticas y fomentar el bienestar personal".
Cada vez es más difícil encontrar sustitutos, especialmente de matemáticas, pero también de lengua catalana. Como hay que cubrir las plazas, no podemos ser muy exigentes en la contratación.
Familias. Las familias que pueden permitírselo dedican cada año más recursos económicos a completar la educación escolar de sus hijos. Ven que cada vez obtienen calificaciones más altas, pero sus conocimientos les preocupan. La demanda es evidente en lenguas extranjeras y matemáticas. Pero si hay que comprar en el mercado el tiempo educativo de calidad que se echa de menos en la escuela, la equidad es un brindis al sol.
En las librerías, una de las secciones que más crece es la dedicada a la crianza. Yo veo un monumento a la inseguridad de los padres y madres. Como respuesta a su inquietud podrían asumir que en la familia, como en la sociedad, si las cosas tienen que funcionar, alguien tiene que resignarse a hacer de adulto, pero muchas familias de clase media han decidido que sus hijos tienen que ser felices a cualquier precio y los protegen de forma abusiva, impidiéndoles el contacto directo con el mundo tal cual es. La sobreprotección se ha convertido en la forma más sofisticada del maltrato.
Una institución terapéutica. La escuela se está convirtiendo en una institución terapéutica. Aquel venerable lema de la escuela republicana francesa, "Transformar al hijo en ciudadano", ha sido relegado. Lo que hoy importa es fortalecer la autoestima, aunque la autoestima es más una consecuencia que una causa del éxito escolar y vital. Lo mismo podemos decir de la motivación. Las investigaciones sugieren que estamos pensando en la motivación al revés. Su impacto en el éxito es muy bajo. Lo que es muy alto es el impacto del éxito en la motivación.
Si la prioridad es fortalecer la autoestima y el bienestar emocional de los alumnos es porque los alumnos son vistos cada vez más como pacientes inocentes que como agentes responsables. Pero ellos conocen muy bien la diferencia que existe entre un merecido elogio y un premio de consolación. Para ser eficaz, el elogio tiene que ser sincero, específico y merecido.
Adreas Schleicher, el factótum de PISA, tras conocer el hundimiento de los resultados de Finlandia, declaraba en una entrevista en el Financial Times que observaba "una tendencia en los países ricos hacia la mercantilización de la educación": "Los estudiantes se están convirtiendo en consumidores y los profesores en proveedores de servicios", decía. Más adelante añadía: "No tenemos que conseguir el bienestar de los estudiantes a expensas del éxito académico sino a través del éxito académico".
Coda. Propongo como medida de urgencia una ampliación de los derechos de la infancia añadiendo un artículo que diga que los niños tienen derecho a la frustración, a conocer el significado de los adverbios de negación y a saber que al mundo le importa muy poco nuestra autoestima, lo que valora es si cumplimos nuestros compromisos y hacemos bien nuestro trabajo.