Damnificados en la ESO: expulsados y excluidos del instituto

Las escuelas de nuevas oportunidades ejercen de dique de contención contra el abandono escolar pero piden un encaje legal en el sistema educativo

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Un instituto de Barcelona en una imagen de archivo

BarcelonaLizeth Vallejo: "Mi experiencia en la ESO fue catastrófica; tengo muy mal recuerdo. Acababa de llegar de Colombia y no recibí nunca un trato individual ni me sentí acompañada". Héctor Pujol: "Iba al insti para escapar de los problemas de casa, pero allá también empecé a ser un problema y me apartaron de clase". Nerea Castilla: "Me costó mucho el cambio de primaria a la ESO. Fue duro porque me quedé sin ayuda y sin alguien que me escuchara. Me apartaron a un nivel más bajo y me sentí rechazada". Leyre Fernández: "Los tutores del instituto me veían mal, pero había muchos profes que pasaban de mí. Me habría gustado mucho que alguien me preguntase qué me pasaba". Son a cuatro chicos y chicas que se consideran damnificados de la ESO actual, "víctimas" de un sistema de educación formal que consideran "profundamente injusto, que no los representa, no los reconoce, no los cuida" y les hace sentir que "la escuela no es para ellos". Todos abandonaron los estudios antes de tiempo.

No son casos aislados: España lidera las tasas de abandono escolar prematuro en la Unión Europea. Un 18% de los jóvenes de entre 18 y 24 años, es decir, casi dos de cada diez, dejan de estudiar justo después de acabar la ESO, o incluso antes. Una de las explicaciones es el contexto económico: los expertos admiten que los años previos a la gran crisis fueron desastrosos en términos educativos porque un tercio de los jóvenes, atraídos por los sueldos que les ofrecían trabajos de baja calificación, no siguieron estudiando. Otra razón puede ser la carencia de inversión pública, a pesar de que hay países que invierten menos en educación y tienen tasas de abandono más bajas que España. Y una tercera, y quizás la más importante: las políticas educativas. Esta semana el gobierno español ha aprobado un nuevo decreto de evaluación, que entre otros aspectos elimina los exámenes de recuperación y permite titularse de la ESO sin un límite de asignaturas suspensas. Para algunas voces, esto servirá para maquillar las cifras de abandono, pero en ningún caso querrá decir que los jóvenes aprenderán más. Para otros, que recuerdan que suspender y repetir curso tampoco mejora los aprendizajes, tendría que ser solo el primer paso para dejar atrás una ESO basada en el rendimiento académico y avanzar hacia un nuevo modelo de evaluación que evite la sanción y el castigo.

Lucas Gortázar, director de educación de EsadeEcPol y asesor del Banco Mundial, es un firme defensor del nuevo decreto de evaluación, siempre que vaya acompañado de más medidas intensivas: tutorías, formación del profesorado, mirada competencial. En unos debates sobre educación organizados por el gobierno español, Gortázar dejó claro que lo que realmente marca la diferencia y explica las altas tasas de abandono escolar en España son "factores institucionales: la estructura formativa, el currículum, la evaluación". Según un estudio reciente del cual es coautor, los alumnos que repiten curso en 2º de ESO tienen un 20% más de probabilidad de abandonar la escuela dos o tres años después de que los que promocionan. En el mismo encuentro, la presidenta de la Associación de Maestros Rosa Sensato, Francina Martí, también apuntó que buena parte del abandono se explica "por lo que pasa dentro de las escuelas": "Hemos de preguntarnos quién abandona a quién, porque decimos que son estudiantes que abandonan los estudios, pero hay una parte importante en la que es la escuela quien abandona a estos estudiantes", dijo.

Lo evidencian casos como el de David, que sintió el "rechazo" de algunos profesores cuando no sacaba el rendimiento esperado y acabó repitiendo curso. O el de Leyre, que explica sin tapujos que su instituto dividía las clases por niveles y ella fue a parar al último, con gente en clase "que casi no sabía leer ni escribir". Unas decisiones académicas que minan la confianza y la autoestima de los alumnos que van a un ritmo diferente. "Separar por niveles polariza y estigmatiza y está comprobado científicamente que no es una buena estrategia educativa. Las prácticas punitivas, que rompen el vínculo emocional con la escuela, también explican parte del abandono", aseguró la doctora en sociología Aina Tarabini en unas jornadas organizadas por las escuelas de nuevas oportunidades.

Un refugio para los que abandonan

Con suerte, los estudiantes que dejan el instituto encuentran refugio en estos centros, donde se les intenta vincular de nuevo a los estudios. Se reconstruye la autoestima académica de los alumnos, se personalizan sus itinerarios formativos y se aprende a través de la práctica. Pero no es nada fácil: en su último informe, Tarabini explica que en los centros de nuevas oportunidades atienden a alumnos "expulsados" por el instituto –por las pautas de funcionamiento, su rigidez o su modelo pedagógico– y también jóvenes "excluidos" por el sistema. Como Mourad Ettaouyl, que llegó a Catalunya con casi 16 años y ya no tenía tiempo de graduarse de la ESO ni pudo convalidar sus estudios. "Estaba solo y no sabía qué hacer. En la escuela de nuevas oportunidades pude hacer un PFI y ahora hago un grado medio de sanitario. Aquí me miran con otra cara".

En Catalunya hay 13 escuelas de nuevas oportunidades, que acompañan a unos 3.500 adolescentes. Se reivindican como una "respuesta complementaria" al abandono, pero avisan que su situación es frágil y precaria: no tienen estabilidad financiera –son fundaciones que dependen de unas subvenciones que se renuevan año a año– ni tampoco tienen reconocida oficialmente su propuesta formativa. Durante muchos años han intentado hacerse un lugar en el sistema educativo, pero ahora piden que sea este quien se ensanche para darles cabida. Y consideran que la mejor vía para hacerlo es la nueva ley estatal de formación profesional, que les puede dar el amparo que necesitan con la creación de centros integrados de nuevas oportunidades, una figura similar a los centros integrados de FP, que ya existen a pesar de que prácticamente no se han desplegado en Catalunya –sí que se ha empezado a hacer FP básica para jóvenes sin la ESO–. "Necesitamos decisiones valientes y lúcidas para dar respuesta a estos jóvenes que se sienten abandonados", reclamó Begonya Gasch, directora de El Llindar, en nombre de los centros de nuevas oportunidades.

Los agentes sociales alabaron el trabajo "impagable" de los centros de nuevas oportunidades como "dique de contención y palanca de impulso" para devolver jóvenes al sistema educativo y laboral. También los chicos y chicas. Héctor lo resumió así: "Aquí encontré tutoras que se preocupaban por mí. No sé qué habría pasado conmigo sin la escuela. Seguramente seguiría jugando a videojuegos todo el día". Una nueva oportunidad para los jóvenes, pero también para el sistema educativo.

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