Urbanismo

¿Hasta cuándo debe esperar el edificio Venus de la Mina?

Fachada del edificio Venus de la Mina.
30/01/2025
2 min
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El edificio Venus del barrio de la Mina lleva más de veinte años esperando ser demolido. Y en estos momentos no está claro –hay contradicciones dentro del propio Gobierno– si la espera final será de treinta años. Si el pasado mes de abril se hablaba de 2028, el departamento de Derechos Sociales ve un horizonte de 2030, pero en Presidencia quieren acelerar los plazos y derribarlo incluso antes de la fecha prevista inicialmente. Es urgente. Pese a la complejidad de este derribo, por el necesario realojamiento de los vecinos en un momento en que hay escasez de vivienda pública disponible, ya no valen más excusas. Son muchas las administraciones y gobiernos que se han ido pasando la patata caliente y, mientras tanto, el edificio se ha ido degradando cada vez más, hasta el punto de que la situación es prácticamente insostenible.

Estamos hablando de un macroedificio de diez plantas dividido en seis escaleras que, en conjunto, suma 244 viviendas. Aunque la situación difiere de una escalera a otra, todo el conjunto del edificio está en unas condiciones deplorables que han ido aumentando por la falta de inversiones tanto de los vecinos –que no quieren gastar el poco dinero que tienen en un piso que debe derribarse – como por las insuficientes intervenciones de la administración, siempre pendiente también de un futuro que no acaba de llegar nunca. Explicar las malas condiciones del Venus se ha convertido en un clásico del periodismo, pero la denuncia, necesaria, al mismo tiempo también perpetúa la estigmatización de un barrio que lleva años luchando por sacudirse la mala imagen, y en el que también, debe reconocerse, se han ido realizando muchas actuaciones de mejora en los últimos años.

Esto no impide que haya situaciones conflictivas en un barrio que a principios de mes también fue noticia por el tiroteo –150 balas en cinco minutos– entre bandas rivales de narcotraficantes. Se ha realizado una actuación policial contundente y hay voluntad de pacificar el barrio, pero para ello las actuaciones deben ser globales. Y las demoras en intervenciones urbanísticas clave como la del edificio Venus no ayudan en nada. De la misma forma que justo después de aquellos hechos hubo visitas de autoridades y una respuesta inmediata de los diferentes departamentos afectados, es necesario ser igual de rápidos y activos en cuanto a mejorar las condiciones de vida de los vecinos.

Y por eso hay que acelerar al máximo todas las actuaciones, desde las negociaciones con los vecinos que deben ser desalojados –cada uno de ellos con una casuística diferente– hasta el refuerzo de la seguridad en el edificio durante este proceso por evitar más empleos indeseables. Está previsto que, una vez que los más vulnerables tengan arreglada la situación, el desalojo se vaya haciendo por escaleras o por pisos, de forma que se pueda bloquear y cerrar el acceso por zonas. Pero el peligro es que esto haga que el edificio sea aún más fantasmagórico y desolado. Visto lo ocurrido hasta ahora, cualquier nuevo retraso puede empeorar aún más la situación.

Todo el barrio de la Mina se construyó en poco más de cinco años. Costó mucho más conseguir los servicios necesarios para dignificar unos bloques hechos a toda prisa para acoger a los habitantes de los barrios de barracas. Es kafkiano que estemos tardando más de un cuarto de siglo en solucionar el problema de un solo edificio.

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