Presión de los hospitales para endurecer las restricciones y contener la cuarta oleada

La vacunación no llega a tiempo para frenar los contagios y todavía se tienen que ver los efectos de Semana Santa

Cua, al un punto de vacunacio contra la covid 19, de la facultad de Geografía e Historia, en Barcelona

En el Hospital de Sant Pau de Barcelona, como todos los centros sanitarios del país, han trabajado a pleno rendimiento durante las vacaciones de Semana Santa. En este caso, también en red con otros servicios asistenciales para empezar a derivar pacientes en previsión de un auge de los ingresos por coronavirus que puede llevar al límite los servicios de medicina intensiva. "Estamos preocupados porque se prevé, como mínimo, un escenario similar al de la tercera oleada y todo hace pensar que tendremos un incremento de ingresos en la UCI que tensionará el resto de actividad prioritaria", explica la jefe de urgencias del Sant Pau, Mireia Puig. De hecho, la mayoría de profesionales sanitarios consultados por el ARA ya dan por hecho que a partir de la semana que viene habrá que empezar a desprogramar, otra vez, la actividad hospitalaria no covid. Y para evitarlo, subrayan, hay que contener cuanto antes mejor el adelanto del virus. A falta de una buena tasa de cobertura vacunal entre la población más vulnerable, todos ellos afirman que la única herramienta al alcance continúa siendo el endurecimiento de las restricciones.

A partir de los 600 ingresados en las UCI "se pone en peligro el sistema sanitario porque quiere decir que ya tienes la mitad de las unidades ocupadas con pacientes covid y tienes que parar otras intervenciones que también requieren camas de críticos", alerta la directora de medicina preventiva y epidemiología del Vall d'Hebrón, Magda Campins. Tomar otra vez la decisión de aplazar y reprogramar cirugías y consultas externas seria muy perjudicial para la salud de la población. "Todos los hospitales ya estamos muy cargados y hay otras muchas enfermedades para atender. Nos preocupa todo esto porque sería un perjuicio enorme y catastrófico llegar a una situación similar a la de la primera oleada", corrobora Josep Maria Mòdol, director médico del Hospital Germans Trias i Pujol.

Mòdol anticipa que las próximas semanas se puede llegar al pico logrado en la tercera oleada "a pesar de estar en pleno crecimiento" de la cuarta oleada. Todo esto, coinciden los sanitarios, sin saber todavía cuáles son los efectos de la movilidad de la Semana Santa, de forma que si se traduce en un aumento de contagios, como es previsible, se podrían superar los 700 pacientes ingresados en las UCI, como augura Jesús Caballero, presidente de la Sociedad Catalana de Medicina Intensiva y Crítica (Socmic) y director del servicio de medicina intensiva del Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Lleida.

A los hospitales todavía les esperan entre dos y cuatro semanas de aumento de la presión hospitalaria. Es más, no se descarta que se llegue a igualar el número de ingresos en la UCI de la primera oleada, cuando hubo 1.300 camas ocupadas, 900 de los cuales por enfermos de covid. A diferencia de la primera y la segunda oleada, sin embargo, ahora el sistema sanitario está más preparado, hay más opciones de tratamientos y más medidas de protección. "Aún así, una posibilidad que se plantea es que esta cuarta oleada tenga el mismo impacto [en número de ingresos en la UCI] que la primera o, si lo quieres decir de otro modo, tenga más impacto que la segunda y la tercera", argumenta el director del servicio de medicina preventiva y epidemiología del Hospital Clínic, Antoni Trilla.

El 70% de la población puede infectarse

Sin embargo, el impacto real de esta cuarta oleada –o repunte de la tercera, según Trilla– "vendrá modulado por las medidas de restricción que se tomen", sostiene Clara Prats, investigadora del grupo Biocomsc, que cree que el confinamiento comarcal será insuficiente para controlar el adelanto de la pandemia. A grandes rasgos, el 70% de la población "es todavía susceptible de infectarse porque no han sido vacunados ni han pasado la enfermedad y la variante británica, que es rápida y agresiva, todavía tiene campo por recorrer", apunta Trilla.

Los jefes de servicio de hospitales consultados por el ARA consideran que la única manera de frenar la cuarta oleada es endureciendo las restricciones, puesto que los efectos de la vacunación no llegan a tiempo para contenerla. El efecto de la vacunación sí que se nota en la mortalidad –muchos de los más mayores de 80 años ya han sido vacunados con la primera dosis y prácticamente todos los usuarios de residencias están protegidos–, y un poco en la hospitalización convencional. De momento, sin embargo, las vacunas no están frenando los ingresos en las UCI. "La vacunación es insuficiente en las franjas de edad que entran en la UCI. Esta oleada no la pararemos con la vacunación, ya la tenemos aquí y la única manera es incrementar el nivel de las restricciones", opina Mòdol, del Hospital Germans Trias i Pujol, que considera que hacen falta "medidas más agresivas" y pide un "último esfuerzo" antes de lograr la inmunidad de grupo.

"Una aceleración en los ingresos en la UCI ya es un mal indicador para tomar decisiones, significa que vamos tarde: los contagios ya se han producido 10 o 15 días antes y continuarán subiendo los ingresos como mínimo 15 días más", alerta Jesús Caballero, que recuerda que los beneficios del confinamiento comarcal no se verán hasta dentro de quince días más. Él también es partidario de endurecer las medidas para dar tiempo a vacunar los colectivos más vulnerables, los más mayores de 65 años, y apuesta por restricciones "más cortas y más severas" para cortar la transmisión comunitaria. "Las decisiones del Procicat son dolorosas por el impacto económico y social, pero hay vidas en peligro. Como intensivista, endurecería todavía más las medidas. Pero por ahora se ha decidido mantener la flexibilización de las restricciones y que el sistema sanitario vaya aguantando", dice.

El efecto de la Semana Santa

También están por ver los efectos de la movilidad de Semana Santa. Los datos actuales de contagios no son fiables, puesto que por el efecto de las vacaciones se han hecho menos diagnósticos: la gente no ha acudido a los centros hospitalarios o de atención primaria a pesar de tener síntomas salvo que fueran cuadros graves. Más allá de las imágenes de colas en las carreteras y las playas llenas, lo que preocupa a las autoridades sanitarias y a los profesionales sanitarios es lo que no se vio: lo que pasaba dentro de las casas y en entornos cerrados. Si se han mezclado burbujas y se han relajado las medidas de protección, dicen, la variante británica habrá tenido una ventana de oportunidad para generar brotes más grandes y un incremento de los ingresos a las unidades de críticos.

"Negamos la realidad una vez tras otra", lamenta José Luis Lopera, jefe de la UCI del Consorci Hospitalari de Vic. "Pasó en la primera oleada con China e Italia, cuando se pedía tomar decisiones draconianas y no se hizo caso. Después ha pasado con el Reino Unido: en Londres uno de cada veinte ciudadanos se contagiaba con la variante británica pero se vio este colapso asistencial como si esto no pudiera llegarnos. Así que empezamos a relajar medidas, crecieron los contagios y ahora se nos disparará la curva. Ya se veía venir", concluye el intensivista .

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