Cinco ideas para después del fenómeno 'Adolescencia'


El acierto de Jack Thorne y Stephen Graham, creadores de Adolescencia –la serie del momento–, ha sido reventar las burbujas del filtro generacional y de género trasladando la cultura incel de las pantallas del móvil adolescente encerrado en la habitación a un lugar común y frecuentado por adultos como Netflix. La serie relata cómo la influencia siniestra de la masculinidad tóxica inunda los entornos digitales y se expande en ellos. Llega en el momento oportuno, ahora que no faltan argumentos de pánico moral sobre las redes sociales. La virtud que tiene Adolescencia es que nos sacude, pero el reto después de verla es no caer en el modo reactivo, prohibicionista y de corta mirada. ¿Cómo aprovechar el ruido que ha generado la serie para acompañar mejor a nuestros adolescentes?
1. Preguntemos, escuchemos, compartamos. Hablemos con adolescentes y preadolescentes. Cuanto antes, y no solo con chicos. Tanto si habéis visto la serie como si no, asumid que han hablado de ello y que están al corriente del debate social que ha originado. Empecemos preguntando qué saben, qué han oído y si la serie refleja situaciones de su día a día. Interesémonos por qué resonancias muestran y cómo se sienten al respecto. La idea es escuchar con apertura y buscar puntos comunes. Nuestra experiencia es diferente, y el objetivo no es ponernos de acuerdo ni tener la razón.
2. Busquemos excusas de consumo digital compartido. Para preparar la serie, Jack Thorne se pasó más de medio año navegando bajo un perfil ficticio adolescente masculino por lugares insospechados y profundos, siguiendo la pista de las recomendaciones algorítmicas. Con esta inspiración, un ejercicio interesante puede ser comparar qué tipo de anuncios y recomendaciones aparecen en nuestras redes y cuáles en las redes de nuestros adolescentes (en caso de que las tengan). Una alternativa es crear una cuenta ficticia compartida, con un perfil de chico adolescente y otro de chica, para poder explorar conjuntamente las diferencias en cuanto a tono y contenidos que nos sugieren los algoritmos. También pueden ser útiles iniciativas para estar al día, como glosarios que recojan tendencias, conceptos y nuevo vocabulario digital.
3. No hace falta entenderlo todo, pero sí identificar cómo se sienten. La cuestión no es dominar los significados ocultos de los emojis que utilizan los jóvenes: la adolescencia siempre ha buscado códigos propios. Es importante indagar en cómo creen que el mundo espera que sean, qué expectativas pueden tener amistades o parejas. Otra cuestión a abordar es el sentimiento de pertenencia y el propósito vital, y si tienen claro a quién le pueden pedir ayuda en caso de necesitarlo: difícilmente padres y madres serán la primera opción, pero pueden serlo hermanos mayores, primos, docentes, figuras de referencia en el ámbito deportivo o de ocio, etc. Sentir soledad, aislamiento o que la vida no tiene sentido es un caldo ideal para encontrar refugio en la camaredería incel y la polarización afectiva.
4. Pactemos espacios libres de tecnología. Un gesto revolucionario es preservar comidas y dormitorios de móviles y pantallas de todo tipo. Tiene más fuerza en la medida en que lo aplica toda la familia. ¿Los utilizamos como despertador? Busquemos una fórmula alternativa de alarma. Esto nos permitirá un descanso más reparador y evitaremos hacer scroll infinito como último gesto de la noche y primero de la mañana. Podemos decidir un sitio donde dejar los móviles cargando durante la noche, preferiblemente en un espacio común y a la vista de todos.
5. El parenting digital es un reto compartido, mejor navegarlo en comunidad. Abordarlo hogar a hogar es complejo, y no todas las circunstancias lo permiten, pero podemos aprovechar espacios con otras familias y compartir estrategias. Desde montar cinefórums vía AFA hasta hacer listas compartidas de recursos existentes. El juego Las pantallas nuestras de cada díaes un buen disparador de conversaciones. El libro Vivir entre pantallasnos ayuda a entender la adolescencia digital desde la mirada clínica (Dr. Matalí) y la intervención comunitaria (J. Bernabeu). Common Sense Media (ONG de EE.UU.) es un portal con contenidos educativos para docentes y familias que incluye reseñas de series; en catalán podemos optar por EduCAC.
El choque entre adultez y juventud es inherente. De Platón a Hannah Arendt, varias voces han descrito la tensión intergeneracional como dinámica de invalidación mutua que genera conflictos e impulsa el cambio. Ciertamente, la dimensión digital multiplica los escenarios y complica las normas, pero las necesidades esenciales permanecen: la adolescencia sigue siendo la travesía para construir una identidad propia, un sentido vital y unos lazos que sostengan. Más que trazar el camino a los adolescentes, se trata de acompañarlos en la intemperie, siendo las cenas en familia el mejor campamento base.