Lluís de Lecea: "Dormir bien es tan importante como hacer ejercicio"
BarcelonaAl escritor Vladimir Nabokov le horrorizaba tener que perder forzosamente la conciencia ocho horas cada día. Sin dormir, sin embargo, no habría escrito nada parecido a una obra maestra como Pálido fuego, porque su cerebro no habría sido capaz. Dormir es esencial para el buen funcionamiento del cerebro. Al mismo tiempo, el cerebro regula cuando nos dormimos y cuando nos despertamos mediante una hormona llamada hipocretina. Lluís de Lecea, catedrático de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad de Stanford, es uno de los científicos que la descubrieron.
¿Qué es el sueño desde el punto de vista biológico?
— Es una coreografía muy complicada. El cerebro no se apaga sino que hay una reorganización del flujo de información que circula para hacerlo más eficiente durante la vigilia. En el reino animal hay muchas estrategias del sistema nervioso y todas convergen en el ciclo de sueño y vigilia. Incluso las esponjas y las hidras, que son animales muy primitivos y que realmente no tienen cerebro, tienen ciclos de actividad y de reposo. Por lo tanto, sospechamos que el sueño es realmente esencial para la actividad biológica.
Más allá de los animales, ¿hay ciclos similares en otros seres vivos, como por ejemplo los unicelulares?
— Los seres unicelulares tienen ciclos metabólicos que, en bacterias y algas, están dictados por la disponibilidad de recursos, pero no son ciclos de sueño. Por eso pensamos que el sueño evoluciona a partir de estos ciclos metabólicos.
En 1998 descubrió la hipocretina. ¿Cuál es el papel de esta hormona en el sueño?
— En vertebrados y en mamíferos, sabemos que hay enfermedades como la narcolepsia [somnolencia extrema durante el día] que están provocadas por la deficiencia de un grupo de neuronas que producen esta hormona. Sin ella, el ciclo de sueño y vigilia se desestructura. La hipocretina es imprescindible para un ciclo de sueño completo y bien estructurado porque integra circuitos que son esenciales para la estabilidad del sueño. Integra, por ejemplo, el metabolismo, que debe estar regulado de una cierta manera durante el sueño y de otra durante la vigilia. Y también integra las emociones.
¿Son importantes las emociones en el sueño?
— Lo son, y mucho. En el caso de los animales, por ejemplo, las emociones positivas que liberan dopamina y que se producen cuando hay comida disponible o una oportunidad reproductiva impiden dormir. Cualquier cosa que activa los mecanismos de recompensa lo hace. Las emociones negativas, que en la naturaleza se resumen en el estrés, también. Si tienes un depredador detrás, no es una buena idea irse a dormir, ¿verdad? Pues todas estas variables se integran en el hipotálamo y la hipocretina es quien dice cuándo es momento de dormir o de despertarse.
Se habla mucho de cuántas horas se debe dormir y en este sentido es muy interesante la idea del quantum de sueño. ¿Qué es?
— Es la unidad mínima de sueño continuo que es necesaria para que el sueño haga su función correctamente. Parece muy obvio que para tener una función plena del sueño necesitamos dormir un mínimo de 6 o 7 horas, y si no lo hacemos estamos hechos polvo. Los ratones, por ejemplo, tienen un ciclo de sueño de 15 minutos. Duermen ratos de 15 minutos que alternan con momentos de vigilia. En su ecosistema natural, si durmieran 7 horas, ya se habrían extinguido. Hemos visto que en los ratones el quantum de sueño es de unos 2 minutos, y que en los humanos podría ser de unas 4 horas.
¿Esto quiere decir que con 4 horas de sueño deberíamos tener suficiente?
— Estas 4 horas serían el mínimo, no lo recomendable, que son 8 horas, es decir, dos de estas unidades. Esto, de todos modos, todavía es una extrapolación. En ratones lo hemos demostrado, pero en humanos aún no.
¿Es cierto que a la mitad del día el cuerpo experimenta una bajada de ritmo metabólico que coincide con la hora de la siesta?
— Sí. De hecho, hay estudios muy interesantes en comunidades que no tienen luz artificial, que se han hecho en Amazonia, en los que se ha visto que es completamente natural que después del mediodía haya una bajada de actividad metabólica facilitadora de la siesta.
El insomnio es uno de los trastornos del sueño más frecuentes. ¿Por qué se produce?
— Hay insomnio de dos tipos. En el primero, el paciente típico se queja de que no duerme y que está fatigado durante el día, pero cuando va a una consulta y se le hace un estudio completo del sueño, no se le detecta nada. El paciente duerme perfectamente las horas que debe dormir y la estructura del sueño es normal. Pero él se queja, y no es una imaginación. Se queja porque no duerme bien. La mitad de los pacientes son así. Estos pacientes responden muy bien a la terapia cognitiva conductual, que se basa en una buena higiene del sueño.
¿Qué es la higiene del sueño?
— Muchas veces, sin quererlo, tenemos un sueño muy ineficiente y nuestro cerebro intenta adaptarse a estas condiciones que no son óptimas. La adaptación del cerebro hace que acabes durmiendo, pero tienes la percepción de que no duermes bien. Esto se arregla facilitando el ciclo de sueño de manera más natural. Un ejemplo muy típico de mala higiene es la persona que está un poco estresada, no puede dormir y antes de dormir se va al ordenador para intentar relajarse, acaba mirando el correo electrónico y eso aún le estresa más. En este caso, además, la luz del ordenador le está diciendo al cerebro que es de día. Todo ello es un desastre desde el punto de vista de facilitar las condiciones de sueño. Mucha gente no es consciente de ello y este tipo de terapia ayuda a favorecer las condiciones para el sueño.
¿En qué consiste el otro tipo de insomnio?
— Se trata de un problema neurológico y de arquitectura del sueño que muchas veces es difícil de diagnosticar. Se puede tratar con medicación, pero a menudo es un parche y no arregla el problema de fondo, que es muy serio. Hay que hacer mucho más trabajo para averiguar cuál es el problema y por qué la arquitectura del sueño está alterada. Una extensión de este subtipo es la apnea del sueño, que mucha gente no sabe que tiene y que da lugar a un sueño muy ineficiente, porque no se llega a hacer el quantum. También hay otras enfermedades neurológicas como el Parkinson, que afectan la arquitectura del sueño muy significativamente y tienen otro tipo de tratamiento.
¿Los problemas de sueño afectan a mucha gente?
— Varía bastante entre países, pero en Estados Unidos, por ejemplo, el 30% de la población adulta ha sufrido o sufrirá problemas de sueño y eso es, evidentemente, un problema de salud pública muy serio.
¿Estos problemas se pueden solucionar con la educación?
— La educación es absolutamente fundamental para prevenirlos y para curarlos. Los últimos 30 o 40 años nos han metido en la cabeza que hacer ejercicio es importante y todo el mundo está concienciado. Dormir bien es igual de importante. Está, por ejemplo, esta fase preparatoria del sueño que es muy importante en los animales y que consiste en construir un lugar seguro para dormir. Esto lo hacen todos los animales cada noche. Si destruyes la cama de un animal, él compulsivamente hace otra porque tiene grabado en el cerebro que se debe hacer una cama antes de dormir. Si, en nuestro caso, tenemos una habitación desordenada, el cerebro lo procesa de alguna manera y entiende que aquello no es un lugar seguro para descansar, por lo que está en alerta y no se descansa bien. Ahora estamos descifrando procesos neuronales que precisamente se encargan de eso, de decir al resto del cerebro cuándo se produce una buena situación para dormir.