La mitad de docentes que quieren formarse en educación inclusiva no pueden por falta de plazas
La síndica de agravios denuncia que el número de alumnos que acuden a un centro de educación especial no se ha reducido
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Barcelona"Se ha hecho un esfuerzo por aumentar los recursos, pero todavía detectamos lugares donde hay carencias". Así de clara ha sido este lunes la síndica de agravios, Esther Giménez-Salinas, en la presentación del informe La educación inclusiva en Cataluña, que hace una radiografía de la evolución del sistema educativo catalán desde que se aprobó el decreto de escuela inclusiva hace ocho años. En este sentido, una de las carencias que ha detectado el informe es los problemas para recibir formación para conseguir que la escuela inclusiva sea una realidad. En este caso, al igual que ocurre con el catalán, el principal obstáculo es la falta de plazas para formarse.
Aunque en los últimos ocho años ha aumentado un 124% el número de docentes de apoyo intensivo de escolarización inclusiva y un 94% el número de horas contratadas de monitores de apoyo (veladores) en los centros públicos, según el estudio en el curso 2023-24 –el último del que se tienen datos– hasta 2.051 docentes que querían formarse para mejorar la inclusión en las aulas no pudieron hacerlo por falta de plazas. La situación se ha agravado en apenas un año, porque el curso anterior quedaron 1.368 docentes sin plaza para este tipo de formación en Catalunya.
Este agujero formativo se da tanto en las actividades formativas vinculadas directamente a la educación inclusiva, por las que se recibieron 2.055 solicitudes y sólo se adjudicaron 858 plazas para realizar los cursos, como en la formación para aprender a realizar un diseño universal para el aprendizaje (DUA), por la que sólo se adjudicaron 747 plazas por un total de 1.601 solicitudes. De hecho, el mismo informe alerta de que "no hay suficiente conocimiento todavía entre el profesorado a la hora de garantizar un diseño universal para el aprendizaje que pasa por suprimir las barreras que inciden en el contexto del aprendizaje del alumnado".
8.000 alumnos más en ocho años
Más allá de la consecuencia evidente en las aulas, esta carencia es también uno de los motivos que conllevan otro de los grandes problemas que todavía tiene hoy la escuela inclusiva en Cataluña: las familias siguen pensando que sus hijos serán mejor atendidos en un centro de educación especial que en una escuela ordinaria, porque no están acompañadas.
El dato que demuestra esta percepción y que preocupa especialmente a la síndica es abrumador: desde que se aprobó el decreto de escuela inclusiva en el año 2017 el número de alumnos que van a un centro de educación especial no s ha reducido, aunque sí lo ha hecho el número de estudiantes debido al bajón de la natalidad.
De hecho, durante estos ocho años se ha mantenido en torno a los 6.000 alumnos entre educación infantil y primaria y secundaria y, en el caso de la educación postobligatoria, incluso ha aumentado un 20%, con unos 2.000 alumnos.
"La mayoría de las familias consideran que el hijo estará mejor atendido en un centro de educación especial, pero la realidad es que, aunque no pueda parecerlo en un primer momento, tienen mejores resultados los niños que s escolarizan en centros ordinarios que los que no", ha querido insistir Giménez-Salinas.
Según la síndica, la mayoría de las quejas que reciben –que se han doblado más que desde el 2018 y llegaron a 200 en el 2023– son precisamente porque las familias no se sienten acompañadas. "Si no se sienten acompañadas acaban pidiendo ir a un centro de educación especial", reiteró. Aunque el informe también muestra que el 80% de los alumnos con necesidades especiales están escolarizados en centros ordinarios, de éstos, la mitad no siguen estudiando después de la etapa postobligatoria.
Un 60% más de detecciones
El informe presentado este lunes muestra también que el número de alumnos con necesidades educativas especiales ha crecido casi un 60% desde que se aprobó el decreto. A pesar de este alarmante incremento, el informe aclara que la crecida se debe, fundamentalmente, a una mejora de la detección, sobre todo entre el alumnado con trastornos del espectro autista (TEA), que han aumentado un 111%, con discapacidad intelectual (35,9%) y con retraso en el desarrollo (33%).
Este incremento ha ido acompañado también de un aumento en los recursos que se destinan a la escuela inclusiva y que el informe de la síndica también reconoce, si bien advierte que "hasta ahora no permiten todavía garantizar la plena inclusión de el alumnado".