El aumento de precio del kebab, síntoma del malestar económico de los alemanes
La sensación de que antes todo funcionaba mejor y el pesimismo económico reina en las calles del país

BerlínAlemania, tradicionalmente considerada el motor económico de la Unión Europea, llega a las elecciones de este domingo gripada. La inmigración (27%) y la economía (24%) son los temas que más preocupan a los alemanes antes de los comicios, según un reciente sondeo de la cadena de televisión pública ARD. Uno de los principales retos del próximo canciller alemán será la recuperación de la mayor economía de Europa después de dos años de contracción. El producto interior bruto (PIB) alemán cayó un 0,3% en 2023 y un 0,2% en 2024 y se espera que este año su crecimiento sea marginal. Hacía dos décadas que no se registraban dos años consecutivos de contracción en el país, desde que el socialdemócrata Gerhard Schröder era canciller. Alemania era considerada entonces "el enfermo de Europa": en 2002 y 2003 la economía alemana cayó un 0,2% y un 0,5%, respectivamente. Este pesimismo económico es palpable en las calles del país. Los alemanes le notan en su día a día. La política se resiente.
Claudia, una berlinesa que prefiere no dar su apellido, considera que la situación económica ha empeorado en Alemania. "Estamos en una recesión. Así que no necesito pensar demasiado. Son hechos. Lo demuestran las cifras y las insolvencias" de las empresas, explica mientras pasea por un centro comercial de Berlín. "La recesión y la inflación tienen un impacto sobre los ciudadanos. Todo se ha encarecido", constata esta berlinesa que está a punto de jubilarse.
Los jóvenes, por su parte, se quejan de cómo ha subido el precio del döner kebab, una de las comidas callejeras más populares en Alemania y que históricamente ha sido una comida de bajo coste. El precio del döner —finas tiras de carne asada acompañadas de ensalada y salsa en un pan de pita— ha pasado de costar 4 euros en 2016 a 7 euros en 2024 o incluso más, dependiendo de la ciudad y el local donde se compre. Ante "la inflación del döner", el partido Die Linke (La Izquierda) incluso propuso hace unos meses un "Dönerpreisbremse", es decir, limitar su precio.
Los alemanes tienen la sensación de que antes todo funcionaba mejor en el país. La empresa de ferrocarriles Deutsche Bahn ha conseguido pulverizar el mito de la puntualidad y la eficacia germánica. Para viajar a Alemania en tren hace falta tiempo y mucha paciencia. Por ejemplo, se tardan 5 horas y 40 minutos en viajar en un tren ICE de Hamburgo a Múnich (612 kilómetros de distancia), mientras que el recorrido Madrid-Barcelona en AVE (620 kilómetros) se puede realizar en dos horas y media. Esto, si no cancelan el tren o no hay retrasos, algo que es muy habitual ahora mismo en Alemania.
En 2024, sólo el 62,5% de los trenes de larga distancia ICE e IC llegaron "a tiempo" a su destino, considerando un margen de tolerancia de seis minutos, según datos oficiales. En 2004, la puntualidad era del 84,3%. Deutsche Bahn achaca los retrasos a las numerosas obras en la red ferroviaria ya "una infraestructura obsoleta, propensa a errores y sobrecargada".
La industria, deteriorada
"Las debilidades económicas de Alemania no son tanto de naturaleza coyuntural como estructural", destaca Marcel Fratzsche, presidente del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW Berlín). "En los últimos ocho años, la industria en general, y el sector del automóvil en particular, se han contraído y las condiciones marco necesarias en Alemania se han deteriorado cada vez más. Las nuevas infraestructuras que tanto hacen falta, ya sea para la digitalización, el transporte o la energía, son insuficientes", explica el economista.
El sector automovilístico alemán también pasa por una profunda crisis, en plena transición hacia los vehículos eléctricos y frente a la fuerte competencia de los fabricantes chinos. "Queremos seguir fabricando los coches más modernos y eficientes, los más digitales y también los más neutros para el clima del futuro. Debemos invertir ahora para seguir siendo competitivos en los productos en el mercado internacional", opina Hildegard Müller, presidenta de la Asociación de la Industria Automotriz (VDA), en un encuentro en Berlín con la prensa.
Al próximo canciller alemán, Müller le recomendaría "barrer primero frente a la puerta de casa". "Tenemos un problema con la política energética, que es entre tres y cinco veces más cara que en otros lugares relevantes para la competencia. Tenemos una burocracia desbordante. Tenemos impuestos y tasas muy altos. La fiscalidad de las empresas es una de las más altas a nivel internacional. Y también debemos abordar como sociedad la cuestión de los salarios y costes laborales", propone.
El presidente del instituto DIW insta, por su parte, al nuevo gobierno alemán a "cambiar el rumbo de la política económica y financiera". Fratzscher propone un plan de cinco puntos para salir de la sacudida donde se encuentra Alemania: un plan ambicioso por reformar el freno al endeudamiento (anclado en la Ley Fundamental, la Constitución alemana), reformar el sistema de la seguridad social, impulsar la transición energética y reducir la escasez de personal cualificado mediante la migración.
El freno al endeudamiento es una cuestión que preocupa mucho a Felix M., un economista financiero nacido en Hamburgo y residente en Berlín. "Eso nos limita tanto que no podemos hacer gastos en infraestructuras ni invertir en tecnologías del futuro. Yo diría que, si lo elimináramos, las cosas irían un poco mejor", opina el Felix, que votará a La Esquerra en las elecciones porque, a su juicio, "tienen el mejor programa electoral".
La extrema derecha impone su agenda
El partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) ha logrado imponer la inmigración como principal tema de campaña. AfD, segundo en las encuestas de intención de voto por detrás de los conservadores, promete en su programa electoral el cierre de las fronteras y deportaciones masivas de inmigrantes sin papeles y criminales extranjeros.
"Conozco a gente que vota a AfD. Yo diría que no son de extrema derecha. Son gente normal, no son nazis. Simplemente están hartos" de que los demás partidos no les den soluciones a sus problemas, explica Stefan, un berlinés, mientras pasea por un centro comercial de Postdamer Platz. Este alemán duda, como muchos compatriotas, en votar en estas elecciones la alianza conservadora de la CDU-CSU o la ultraderecha.
"El programa electoral de la AfD destruiría completamente el modelo económico alemán", advierte Fratzscher. "La AfD quiere destruir a la Unión Europea, salir del euro, cerrar las fronteras. Esto sería el fin del modelo económico alemán, que se basa en la apertura", dice. Y subraya que las exportaciones representan el 45% de la producción económica y casi uno de cada dos puestos de trabajo. El economista también considera que Alemania necesita más inmigración, no sólo calificada, sino de todo tipo.
"Ya hay 1,7 millones de puestos de trabajo vacantes. Millones de personas de la generación del baby boom se jubilarán en los próximos diez años, más que los jóvenes que se incorporarán al mercado laboral. Alemania sin inmigración seguiría perdiendo competitividad. Sin inmigración, el crecimiento potencial se situaría en 0, es decir, se estancaría", avisa el presidente de DIW Berlín.