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Educación

La escuela de Barcelona que enseña el catalán "como si fuera una lengua extranjera"

En el centro todas las familias son inmigrantes y un 30% son vulnerables

Una clase de catalán de la escuela San Francisco de Asís
23/02/2025
5 min
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BarcelonaEntre un Starbucks y un Yoga Studio Barcelona, ​​a dos calles del Raval y frente a miles y miles de turistas que cada día pasean por las calles que rodean plaza Catalunya. En pleno 2025 y después de saber que el catalán ya es la lengua habitual de menos de un tercio de la población, parece casi imposible que en este punto de la capital catalana se pueda oír la expresión "no entender un borrador".

Si tenemos en cuenta que menos de la mitad de los profesores utilizan habitualmente el catalán para dirigirse a toda la clase y que sólo uno de cada cuatro alumnos le identifica como su primera lengua, también parece una utopía que "borrajo" pueda aparecer en una conversación en el aula de una escuela. Pero en la escuela San Francisco de Asís pasa.

Más allá de la anécdota concreta, este episodio es un buen ejemplo del éxito de esta escuela concertada, que tiene un 30% de alumnos vulnerables, a la hora de conseguir lo que cada vez parece más difícil: que el catalán sea la lengua vehicular en las aulas y que los niños que llegan a Cataluña sin entender un borrador, se salgan con el catalán al cabo de pocos cursos.

Para entender este éxito hay que mirar 20 años atrás –aunque la escuela este año celebra su 150º aniversario–, cuando el centro pasó de tener alumnos "de familias autóctonas que vivían por encima de la Gran Vía" a ver cómo, de repente, la ola migratoria hacía que todos los alumnos de la escuela " ina Fontfreda, docente de catalán, ex jefe de estudios y una de las principales responsables de la inmersión lingüística en el centro. "Dado que los alumnos no sabían catalán, pero tampoco castellano, y tienen una cultura del esfuerzo muy importante, aprendían catalán como una tercera o cuarta lengua y ya está", describe la directora del centro, Maite Fenollosa.

Alumnos de la escuela San Francisco de Asís realizando actividades en el aula.

"No veían que necesitaban el catalán"

Ahora bien, unos cursos más tarde empezaron a llegar otras familias recién llegadas que sí conocían el castellano, aunque no fuera su primera lengua. Esto lo desquició todo, porque "al entenderse en castellano, no veían que necesitaban hablar catalán", recuerda Fontfreda. Todo ello hizo que en el centro vieran cómo la manera en que enseñaban el catalán ya no funcionaba bien.

"Le contamos al inspector y ellos nos ayudó mucho y nos envió al Consorci [de Educación]", detalla la directora. A partir de ahí, tuvieron una profesional LIC (una asesora de lengua y cohesión social) y algunas horas de aula de acogida. Con esto vieron que "había que enseñar el catalán como si fuera una lengua extranjera", ya que para la mayoría, a efectos prácticos, lo era.

Ahora, dos décadas después, el método sigue, a pesar de tener menos recursos. En todas partes de la escuela y en todas las materias los docentes siempre hablan en catalán. "Incluso cuando hacemos francés, si hay que hacer una aclaración, lo hacemos en catalán", explica Fontfreda riendo. Y añade: "Somos un poco la resistencia. Sea quien sea le hablemos en catalán y, si lo necesitamos por supervivencia, recurrimos al inglés".

Aparte de hablarlo constantemente, en la escuela han introducido diversas actividades para potenciar el catalán. "Utilizamos JClic, una plataforma de vocabulario llamada GALÍ y Edu365. Es cierto que no somos partidarios de sobreexponer a los alumnos en las pantallas, pero la tecnología es esencial porque nos permite que escuchen la lengua", justifica la profesora. Aparte, realizan varias exposiciones orales y cada día dedican media hora a la lectura. Algunos días van juntos a la biblioteca y cada uno –también la profesora, por dar ejemplo– lee su libro, y otros días se centran todos en el mismo libro y leen en voz alta.

Alumnos de la escuela San Francisco de Asís en la hora de lectura.

Como de costumbre, otra clave es lo que ocurre en casa. "Fuera de aquí no sienten ni utilizan el catalán en ninguna parte", lamenta Fontfreda. Por eso, siempre que tienen reunión con las familias el consejo es lo mismo: "Mirad TV3 y el 3Cat juntos". La profesora explica que esto permite que los niños sigan escuchando el catalán y que, de rebote, también lo hagan los padres, ya que la mayoría tampoco conocen la lengua. "Da igual si es el InfoK, el telediario o una serie, lo importante es que estén en contacto con la lengua", insiste.

"La relación con los padres es esencial ya veces les presionamos un poco", reconoce la directora de la escuela. Éste presionar significa que las comunicaciones con las familias siempre se hacen primero en catalán y, si es necesario, después se traducen. La graduación también se realiza íntegramente en catalán y se insiste a los padres que no entienden catalán que se pongan. "No puede que lleves 15 años viviendo aquí y no la entiendas", les dice Fenollosa.

Éxito, pero sin aula de acogida

Sólo pasando un rato en el aula se puede comprobar cómo el método funciona. En 4º de primaria están trabajando las conjugaciones verbales y cuando la profesora pide ejemplos no paran de levantarse manos de alumnos que insisten en participar. Al pasar por la primera y la segunda casi todos aciertan, pero con la tercera –los verbos que en infinitivo terminan en -ir– la cosa se complica. "Escribir", dice un niño con el dedo levantado. "Si fuera en castellano, te lo compraría, pero en catalán no. Vuelve, va", le contesta Fontfreda sentada en la punta de la mesa. Mientras tanto en el aula hay un silencio y una atención poco habitual en un grupo de una veintena de alumnos de 10 años.

Alumnos de la escuela San Francisco de Asís en una clase de catalán.

A pesar del buen funcionamiento de la escuela, la dirección y los docentes se quejan de que les faltan manos y que, aunque todos los alumnos son de familias recién llegadas, no tienen aula de acogida. "No tenemos porque es un recurso que se basa en lo que pone en el DNI, ya muchos de ellos, pese a no entender ni el catalán ni el castellano, no se les tiene en cuenta porque constan como españoles", denuncian.

Todo ello hace que les falten manos. "Es cierto que antes salía agotada todos los días, pero salía contenta y satisfecha", reconoce Fontfreda. Pero advierte: "Ahora salgo igual de agotada, pero cuando cojo el metro a casa lo hago angustiada pensando que no he podido dedicar todo el tiempo que necesitan y que me gustaría a cada alumno".

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