Hoy hablamos de
'El hombre que no pudo permanecer en silencio'.
Periodista i crítica de televisió
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Uno de los mejores cortos de ficción nominados a los Oscar es El hombre que no pudo permanecer en silencio, una película croata de solo catorce minutos que nos transporta a una masacre real, la de Štrpcio. La del 27 de febrero de 1993, durante la Guerra de Bosnia, en el transcurso de un viaje de Belgrado a Montenegro en un tren de pasajeros. Paramilitares serbobosnios detuvieron el convoy con la voluntad de identificar la identidad y la religión de los usuarios. Asesinaron a diecinueve personas. Solo un pasajero, Tomo Buzov, plantó cara a los militares, y ahora el cortometraje homenajea su gesto. Es una historia impresionante, muy cruda. Juega con la confusión sobre quién será el hombre que tendrá la valentía de alzar la voz, pero también con la cobardía del espectador, que se proyecta en ese vagón y piensa cuál sería su conducta. El silencio, como anuncia el título, tiene un peso determinante en la emoción del film. Y hay un plano circular demoledor. Después de que el personaje al que interpreta Buzov baje del tren, la cámara muestra el interior del vagón. Vemos el rostro de cada uno de los pasajeros, palpamos el miedo y la incomodidad de ese momento y, sobre todo, los detalles de un asiento vacío. También un diario sobre la mesa, la tacita de café, las gafas de leer... Los objetos adquieren una fuerza imponente. Encontraréis el cortometraje en Movistar+. No os lo perdáis.

En la misma plataforma tenéis dos cortometrajes más que también están nominados. A lien (Retención) nos transporta a la esencia de la política de inmigración de Donald Trump. Un matrimonio estadounidense con una hija pequeña se dirige a la oficina gubernamental para conseguir la tarjeta verde para su marido. Sus padres eran de El Salvador, pero él se ha criado en el barrio de Queens. Las prisas de la cotidianidad propia de una pareja joven ajetreada se mezclan con los nervios y el miedo a los trámites burocráticos. Toda la acción transcurre en el mismo espacio y se convierte en un lugar angustioso y hostil. Se pone de manifiesto la desprotección de todos los ciudadanos, también los de nacionalidad estadounidense. La película busca trasladar al espectador el terror y la crueldad del sistema, aunque lo hace de forma tendenciosa. Un elemento que estimula el sufrimiento consiste en depositar parte del trauma en el estereotipo más clásico: una madre rubia indudablemente estadounidense. Como si el color de piel fuera el factor clave para sentirnos interpelados por esa injusticia.

El otro cortometraje que es una delicia es Beautiful men, en este caso una producción de animación en stop-motion. Los tres protagonistas de la historia son tres hombres calvos, tres hermanos bien avenidos, que viajan a Estambul para someterse a un trasplante capilar. El trabajo de construcción de los personajes es una maravilla. La narración es tan delicada, tan sutil, que la hace muy conmovedora. De estos tres hombres emergerá una reflexión sobre la masculinidad y la vulnerabilidad que dotará al film de un subtexto muy potente.

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