Las mujeres cuando enfermamos todavía tenemos un doble peso


Salgo de ver la obra de teatro Dones de ràdio, escrita por la dramaturga y guionista Cristina Clemente, y me emociono y no puedo dejar de pensar en Gisela, la mujer fantástica que murió con 51 años por un cáncer de mama. Y en cómo le hubiera gustado la obra y cómo nos habríamos meado de risa juntas porque la obra también hace reír mucho. Porque tal y como dicen las mujeres en las que está inspirada la obra, lo importante es reírse de una misma, incluso en el peor momento. Gisela huía de los grupos de apoyo, pero la habría convencido para verla y habría estado cien por cien de acuerdo con todo lo que se explica: las vivencias de tres mujeres que pasan un cáncer de mama. Una obra con tres mujeres protagonistas absolutamente universal. Y aunque no habría que señalarlo, quiero hacerlo, porque cuando esto ocurre, cuando hay tres mujeres en el cartel hablando de un tema médico que afecta casi al cien por cien a mujeres, se tiene la tendencia a clasificarlo como material de ficción "para mujeres". Y no. Las historias protagonizadas por mujeres son igual de universales que, por ejemplo, una obra como La herencia, en la que todos los protagonistas son hombres y los problemas solo les afectan a ellos como colectivo homosexual. Y nadie se plantea que La herencia sea una obra "para hombres".
Hay momentos de la obra brillantes, como cuando se dice que basta ya de lazos rosas, que el cáncer de mama no es un cáncer de Barbies. O que no se lucha contra el cáncer, se vive y se tiene. Porque no hay ganadoras ni perdedoras. Y que con demasiada frecuencia las mujeres que padecen cáncer de mama encuentran la incomprensión e incluso el abandono de sus parejas masculinas. Porque demasiados hombres ante la enfermedad de su pareja huyen en forma de depresión y piden ser ellos los cuidados, o se van de casa, literalmente. Este es un dato que duele, pero muy real. Con el cáncer de mama y con tantas situaciones graves de salud. A menudo la mujer no puede permitirse ser ella la cuidada. Y es un dato que se recoge tanto en testimonios de mujeres que lo han vivido como en encuestas. Siempre hay experiencias positivas, pero la desigualdad entre cómo afrontan las enfermedades graves de la pareja los hombres y mujeres sigue siendo bastante bestia.
Porque hay que seguir recordando que las mujeres cuando enfermamos todavía tenemos un doble peso. El de la enfermedad y vivirla siendo mujeres. Porque existe el sesgo a la hora de tratarnos (preguntad, preguntad el tema de las reconstrucciones mamarias, por ejemplo), a la hora de vivirlo (ey, estamos enfermas, pero tenemos que estar estupendas y al pie del cañón y seguir cuidando a todo el mundo) y a la hora de comunicarlo, infantilizándonos y utilizándonos como excusa para que las marcas comerciales queden bien vendendo cositas rosas el Día Mundial del Cáncer de Mama.
Me enamoré de las tres mujeres protagonistas de la obra, brillantemente interpretadas por Àngels Gonyalons, Sara Espígul y Sara Diego y dirigidas por Sergi Belbel. Me enamoré y las recordaré siempre.