El miércoles, el Telenotícies nos ejemplificaba el desconcierto que está provocando la información del conflicto entre Israel y Hamás. Al caos inherente a toda guerra hay que añadir el turbio guirigay de las redes sociales y la saturación de imágenes sin contexto. También las confusiones instigadas desde bandos interesados a través de fake news a las que hay que sumar las teorías conspirativas que sueltan a supuestos expertos para parecer más audaces. Todo ello ha convertido la información de conflictos bélicos en un juego de supuestos y especulaciones sin demasiada esperanza de sacarle el agua clara. Los hechos y tragedias se suceden tan rápidamente que todo queda antiguo enseguida y no hay tiempo para verificar. La noticia se centraba en la incertidumbre sobre el origen de la explosión en el Hospital Al Ahli de Gaza. Y lo hacía exponiendo un abanico de las posibles teorías, complementándolas con imágenes que podían confirmar o rebatir la información. "Todo son versiones y dudas por parte de expertos y de gente que no entiende, pero que piensa y deduce". Este segundo grupo de opinadores neófitos era un cuidado eufemismo para referirse a la facilidad con la que se esparcen tesis de gente que no tiene ni idea, pero sí tiene un móvil en sus manos. Todas las especulaciones y las imágenes de recurso servían para que el propio espectador pudiera sacar una conclusión propia de las versiones y pruebas aportadas sin poder confirmar nada.
Pero más allá de evidenciar contradicciones informativas, imágenes engañosas y mentiras premeditadas, era útil para valorar otros aspectos sobre la percepción de la guerra entre Israel y Hamás. Como muchas de las imágenes estaban vinculadas al mismo hospital, se podía ver cómo se percibía de forma diferente la realidad en función de cómo estaban grabadas las imágenes. No era lo mismo un plan a vista de pájaro, grabado desde un dron a plena luz del día, en un contexto de tranquilidad y sin personas –una escena que relativizaba el alcance de la destrucción– que una imagen nocturna grabada con cámara subjetiva desde un móvil entre gritos de la gente –transmitiendo una angustia terrible–. La noticia reflejaba a la perfección cómo las diferentes imágenes de un mismo lugar, en un espacio corto de tiempo, podían ser interpretadas de formas muy distintas por el espectador. La noticia acababa con una reflexión: “Quizás haya estudios de expertos independientes que puedan sacar el entramado. Pero en estos tiempos rellenos de fake news es probable que quienes no quieran creer sus explicaciones no las creerán y sostendrán que cualquier prueba que muestren se ha falsificado”. Una conclusión que nos remite a este caos, pero también a un tipo de espectador: aquel que sólo quiere ver cómo los medios avalan su propia visión del mundo.
Las consecuencias de un duelo mediático confuso nos acaban llevando a hacer noticias sobre la imposibilidad de confirmar una noticia.