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Victoria Federica y las nuevas formas de la realeza

Victoria Federica en 'El Desafío'.
Periodista i crítica de televisió
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El viernes la sobrina del rey Felipe VI debutó en televisión con el reality El desafío de Antena3. Es un programa producido por Pablo Motos en el que un elenco de famosos superan pruebas de gran dificultad técnica o física. En cada gala, cada uno de los participantes asume un reto para el que se ha preparado toda la semana y debe superarlo ante la audiencia. El ganador final de la temporada se lleva treinta mil euros y un coche, aparte del dinero que se pueda embolsar en cada emisión. Victoria Federica de Marichalar y de Borbón, hija de la infanta Elena, debutó con la prueba de apnea, sumergiéndose en un contenedor de agua para aguantar el máximo tiempo posible sin respirar. La sobrina del rey es influencer de profesión y utiliza las redes sociales para publicitar marcas y eventos. Su presencia en El desafío es otra forma de ampliar horizontes en la construcción de su propia imagen. El interés es vender un rol de resiliencia e intrepidez, seguramente para romper con la idea de vida contemplativa de los acoplados a la monarquía. Decepcionada por el minuto y treinta y ocho segundos que aguantó sin respirar, contestó que lo que quería era que la gente viera "cómo soy de verdad y no lo que se ve en las pantallas, que no es real". Habría que concretar mejor qué es lo que Victoria Frederica entiende por lo que es verdad de su persona y lo que se ve en las pantallas y que ella misma se encarga de fabricar. En todo caso, como tantos otros representantes del aristocracia y la monarquía con situación de ociosidad, necesitan vender el concepto de autenticidad, el requisito para perpetuarse. El príncipe Harry y Meghan Markle han utilizado el género documental y Netflix como escaparate de una nueva vida aparentemente más libre. O Estefanía de Mónaco, en su momento, quiso poner en marcha una carrera musical para construir un objetivo de vida que fuera más allá de la representación simbólica de un cargo. En el Reino Unido, el yerno de la princesa Anna, Mike Tindall, también participó en el reality de supervivencia I'm a celebrity... ¡Get me out of there!, donde aprovechaba para contar anécdotas con su real suegra.

Seguramente, a la pregunta de por qué lo hacen, apelarían también a esa idea de verdad sobre sí mismos.

Durante el Renacimiento, por ejemplo, las monarquías y la aristocracia se representaban a través de grandes obras de arte, pinturas al óleo, que plasmaban su poder y su autoridad. Ahora, superadas las revistas del corazón, estos personajes encuentran en los realities y las intervenciones mediáticas esa falsa autenticidad. Falsa porque es una recreación artificial de lo que aspiran a exhibir: su poder. "¡Te lo has currao, joder!", le decía el entrenador cuando salió de la pecera acompañada de música épica. El soporte ha cambiado, pero la finalidad es la misma. Ya no necesitan un artista virtuoso que los pinte al óleo. Ahora necesitan un productor que les haga un espectáculo a medida para seguir esculpiendo la imagen de una monarquía que finge ser más cercana a la gente, pero que necesita que recordemos su estatus.

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