Una bandera de playa para daltónicos en la playa de Calafell.
11/05/2024
5 min

La primera comunicación que recibió el Defensor del Lector fue la de Josep Miñambres, tan clara como escueta: “Los códigos de colores en mapas y gráficos son de difícil codificación por los daltónicos. No sé si sería posible utilizar otros basados ​​en la combinación de azul, rojo, amarillo y negro aplicados a texturas gráficas diversas”.

Trasladado el comentario a la directora de Arte, Cristina Córdoba, me recuerda la respuesta de la sección de Diseño, que asegura que procuran cuidar estas cuestiones, aunque “no siempre podemos ser tan efectivos como quisiéramos”. En la web –siguen– pueden eliminar la barrera de comprensión, “pero en cuanto al papel, y también debido a factores externos a veces, no siempre podemos asegurar que el resultado final sea comprensible para todos, aunque continuaremos trabajando y probando métodos para que pueda ser así”, con la salvedad de los colores corporativos de los partidos políticos en campaña electoral.

Completo el tema con la opinión de Josep M. Trias, diseñador gráfico de referencia, conocido como autor de los logos del RACC, la UB, TV3 y los Juegos Olímpicos de Barcelona. “De acuerdo con lo que conozco (no soy un experto en daltonismo), y lo que he podido averiguar, lo que quizá debería evitarse es la presencia del rojo y del verde. Si en lugar del rojo y el verde se utilizan más los azules, verdes amarillos, marrones y negro (con sus matices, porcentajes y mezclas), parece que los daltónicos mejorarían mucho la percepción de los colores en la infografía impresa (CMYK, azul cian, magenta, amarillo y negro), pues parece que en infografía en pantallas, monitores-ordenadores y móviles (RGB, rojo, verde y azul) no tienen problema o el problema no es tan grave”.

Jaume Salés y Marta Robert –como varios comentarios a pie de artículo en el digital– se quejan del titular “Me gustan mucho el alcohol y las drogas, pero tengo mucho control de cuándo quiero hacerlo y cómo”, de la entrevista que Albert Om hizo a la monologuista Charlie Pee. Jaume Salés se pregunta: “¿Cómo puede banalizarse el consumo de droga y alcohol?”. La maestra jubilada Marta Robert acota su queja: “¿Un diario debe poner la frase en los titulares? Charlie Pee es seguida por jóvenes que están en contacto con las drogas y banalizar sus efectos diciendo que ella controla es una gran irresponsabilidad, desconocimiento, inmadurez y también es muuuu antiguo lo que dice, todos sabemos los graves efectos del alcohol y las drogas. No, Charlie, las drogas no se controlan, no muelen ni hacen moderno”.

“Yo también tuve dudas a la hora de elegir al titular –razona Albert Om–. Pero pensé que era un titular que retrata una realidad, que estimula la conversación y genera debate. Que te haga reaccionar no significa que te haga imitarlo”. A su juicio, “el titular podría ser otro, pero la realidad seguiría siendo la misma: el consumo de drogas está muy presente en la vida de muchas personas, jóvenes y no tan jóvenes. Cómo lo es el consumo de alcohol, que también es una droga. Uno es tabú para los medios de comunicación (las drogas) y el otro (el alcohol), no”. Y termina: “Podemos esconder una realidad, pero ¿qué sacamos? Me recuerda lo que ocurría hace unos años con el suicidio. Los periodistas teníamos prohibido hablar de ello para evitar el efecto contagio y eso no impedía que fuera una de las primeras causas de muerte”.

El doctor Antoni Bulbena, catedrático de psiquiatría de la UAB y fundador del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Parque de Salud Mar, considera que la primera parte del titular no debe extrañar, porque es un hecho natural que el ser humano elija un alimento o una bebida por el desarrollo hedónico del gusto, y que conocemos los límites negativos de cada consumo, pero que, después de muchos años de tratar estas patologías, constata muchos casos de pérdida de control. Concluye: “El titular es correcto pero asimétrico. La primera parte es sencillamente real, pero la segunda, sin embargo, queda incompleta, ya que no refleja la reconocida y frecuente dificultad del control. Por tanto, al no ser un tema neutro, habría sido útil aprovechar para hacer algo de pedagogía y subrayar que el control es muy difícil y que la prevención y también la abstinencia representan capacidades inteligentes. A diferencia de lo que expresa el titular, todavía hay demasiada gente que no puede elegir ni cuándo ni cómo: ya están en el embudo de la adición”.

El Barça femenino, la Iglesia, la información local y el no lector

Los lectores Òscar Chic y Josep Maria Puig se quejan del escaso tratamiento en papel –media página por debajo– del triunfo del Barça en la Liga femenina, y también en la web: “un recuadro pequeño y una explicación”. Xavi Hernández Navarro, jefe de la sección de Deportes, considera que podían haber tratado la noticia en cabecera de página y que, de hecho, “en la Champions, donde el mérito deportivo es superior por la calidad de sus rivales, el tratamiento informativo del diario sobre el Barça femenino se equipara prácticamente a lo que hacemos del masculino (directo a web y crónica)”. Su conclusión es que “las quejas tienen razón porque, a efectos de papel, no puede que un tema suelto del Espanyol tenga más peso que el Barça femenino confirmando el título de Liga; a efectos de web, el tratamiento sí que fue el adecuado: se hizo noticia, push de difusión y redes”.

Me hago caudal también de dos lectores que anotan lo que consideran carencias. Mosén Josep Bofarull escribe: “El ARA es un diario con información y opinión de temas religiosos y eclesiales muy escasa”, y aporta evidentes focos noticiables a su juicio no suficientemente atendidos, como la actividad de un papa tan dinámico como Francisco, que no para de sacudir a la Iglesia con sus propuestas innovadoras, y la intensa actividad social que promueven organismos eclesiales, y que –añado– pasa a menudo desapercibida a pesar de ser mucho mayor que la que ponen en marcha algunas ONG laicas que sí tienen mucha presencia mediática.

Oscar Torres, por su parte, plantea si se podrían dar más noticias locales. Es una tradición que ciertamente se está perdiendo en la prensa de ámbito nacional porque, en la reordenación del ecosistema comunicacional, los medios de kilómetro cero cubren con creces esa franja informativa. Jordi Salvat, coordinador del suplemento Campo de Tarragona, explica que hay cerca de novecientas cabeceras locales en diferentes soportes, y que procura dar noticias de amplio espectro, también para contrarrestar de alguna forma que, cuando una noticia local salta a las ediciones nacionales, suele ser de los ámbitos negativos de los sucesos.

El señor Jaume Subirana, que se manifiesta afiliado de Aliança Catalana, me escribe que “hasta que no vea una primera página donde se trate el partido, o sus miembros, de una manera normal y no despectiva, no pienso ni comprar ni leer el periódico”. Ergo, es metafísicamente imposible que, mientras no sea lector, el Defensor tenga competencia alguna.

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