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EDITORIAL

La oligarquía que se esconde detrás de Trump

Donald Trump y Elon Musk
18/01/2025
2 min
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Cuando Donald Trump llegó a la Casa Blanca en el 2016, la sorpresa entre las élites estadounidenses fue mayúscula. El magnate no había forjado aún su alianza con las grandes fortunas del país que le permitiría, ocho años después, dar la campanada y volver a ganar. En su primer mandato todo giraba en torno a Trump y su personalidad y sus decisiones más o menos estrambóticas, que en algunos casos eran boicoteadas por los altos funcionarios de la administración, tal y como explicó el prestigioso periodista Bob Woodward en el libro Rage. El panorama este 2025 es completamente distinto. Trump ya no llega solo a la Casa Blanca, sino acompañado por megaricos como Elon Musk o Peter Thiel, que han sido claves en su reelección. Algunos de ellos, y no sólo Musk, formarán parte del ejecutivo, como el nuevo responsable del Tesoro, Scott Bessent, un multimillonario de Wall Street, o Doug Burgum, con lazos con la industria petrolera.

El presidente saliente, Joe Biden, advirtió en su discurso de despedida de que Estados Unidos se enfrentaba ahora al peligro de la oligarquía, es decir, al gobierno de unos pocos poderosos, como en la vieja etapa aristocrática. No le falta razón. Pero en realidad sería más apropiado hablar de plutocracia, es decir, el gobierno de los ricos. Como explica en el ARA el analista y experto en ética gubernamental Craig Holman, "la política estadounidense está controlada hoy en día por millonarios y billonarios", en parte debido a un sistema que permite las donaciones sin límite a los candidatos. De alguna manera, se puede decir que estos millonarios han "comprado" el gobierno, y ahora ocuparán despachos en la administración mientras siguen ejerciendo en sus empresas. Esto que antes se veía cómo un claro conflicto de interés se ha convertido en la nueva normalidad.

La otra gran diferencia con el 2016 es que los grandes magnates de Silicon Valley, que tradicionalmente habían sido demócratas, han corrido esta vez a ponerse del lado de Trump o directamente han cambiado de bando. Los movimientos de Mark Zuckerberg para prescindir de los verificadores en Facebook van en esa dirección. El objetivo de estas grandes corporaciones es acabar con cualquier tipo de regulaciones, por ejemplo, a la hora de desarrollar la IA. Paradójicamente, muchos de ellos temen ahora que las restricciones migratorias de Trump dificulten la contratación de ingenieros de fuera del país, por ejemplo indios.

Todo ello obliga a preguntarse en serio quién mandará realmente a partir de ahora a Estados Unidos y, de forma indirecta, al resto del mundo. Ya no estamos sólo ante un personaje histriónico y arrogante, como en el 2016, sino de alguien que puede acabar siendo un títere de una nueva generación de megarricos que no tienen ningún respeto ni por el concepto de bien común ni por las reglas de la democracia y el sistema de contrapesos instaurado por los padres fundadores. Esta mezcla de fe sin límites en la tecnología, al margen de toda ética, y desprecio por las instituciones tradicionales resulta aún más inquietante y recuerda tiempos muy oscuros de la historia.

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