
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El accidente aéreo que ha costado la vida a 67 personas sobre el río Potomac, en Washington, se ha producido a pocos centenares de metros de la cabecera de la pista del aeropuerto nacional Reagan. Se trata de un aeropuerto con una localización insólita: a veinte minutos en coche de la Casa Blanca. Está tan cerca de la ciudad que los pasajeros que están a punto de aterrizar disfrutan de un paseo turístico gratis mientras sobrevuelan el obelisco del Mall, los tejados del Memorial Lincoln o del Capitolio y la residencia presidencial misma.
¿Qué hace un aeropuerto tan cerca del distrito político más importante del mundo? Los cientos de congresistas y los miles de lobistas tienen una parte importante de la respuesta: al Reagan (como lo llaman los republicanos; los demócratas suelen llamarlo el Nacional, que es el nombre original) van a parar los vuelos interiores de los Estados Unidos, por lo que un pasajero que aterrice ahí, en cosa de media hora está en casa o en el hotel. Ideal para viajes de trabajo, en los que el tiempo es oro; la gente que tiene que viajar a la capital a menudo agradece ahorrarse tiempo en traslados. Los vuelos internacionales, en cambio, aterrizan mucho más lejos, en el aeropuerto de Dulles, a una hora en metro del centro de la capital. Cuando alguna vez se ha debatido sobre los peligros que significa un aeropuerto tan transitado operando sobre la ciudad, el debate ha quedado enterrado rápidamente por intereses potentes y la comodidad colectiva. El Nacional es un aeropuerto muy práctico, "convenient", dicen en inglés. Demasiado.