¿El catalán ya no es la lengua de los jóvenes?

4 min
Un diccionario de catalán a través de la pantalla de un teléfono móvil.

"Todas las causas justas del mundo tienen sus defensores. En cambio, Catalunya solo nos tiene a nosotros". Esta frase del presidente Lluís Companys referida a la nación catalana es perfectamente aplicable a la lengua catalana. En la historia reciente de Catalunya hemos vivido grandes debates entorno a la lengua catalana, demasiadas veces azuzados por partidos y grupos mediáticos madrileños que han querido ganar votos en las Españas a costa de atacar la inmersión lingüística en la escuela para echar leña al discurso del odio. En pocos lugares del mundo encontraríamos ejemplos donde haya gente que prefiera que el sus hijos aprendan solo una lengua cuando pueden aprender dos.

No obstante, a pesar de la efervescencia nacional que hemos vivido en los últimos años, la lengua catalana ha quedado fuera del debate público y a la mayoría nos costaría recordar iniciativas gubernamentales o sociales de gran impacto en este ámbito. En los últimos diez años, el Govern de Catalunya ha tenido hasta seis consejeros de Cultura, con atribuciones sobre la política lingüística, pero la lengua no ha sido una prioridad, a pesar de que con los datos en la mano haya motivos fundamentados de preocupación. Obviamente, la actuación gubernamental en materia de lengua no tiene que recaer solo sobre un departamento concreto sino que concierne, de forma transversal, a todas las consejerías.

Viendo las grandes cifras, podríamos creer que el catalán disfruta de una buena salud porque es la decimotercera lengua con más hablantes de toda la Unión Europea, a pesar de que no es ninguna de las 24 lenguas oficiales que hay. La realidad, sin embargo, es que el uso social del catalán está retrocediendo; a pesar de que la mayoría de ciudadanos lo entienden y buena parte lo saben hablar, en el conjunto de territorios de habla catalana solo lo utilizan de forma habitual el 32,5%, según los datos oficiales. En los últimos quince años, por ejemplo, se ha perdido medio millón de hablantes.

Pero donde se encienden todas las luces de alarma es cuando nos fijamos en el número de jóvenes que tienen el catalán como lengua habitual. Por ejemplo, en 2018 solo el 19,6% de los barceloneses de entre 15 y 29 años reconocían que utilizaban de forma normal el catalán, cuando cinco años antes este porcentaje era del 30%. En palabras de la Plataforma per la Llengua, estos datos demuestran que estamos ante una situación de emergencia lingüística porque cuando una lengua es hablada por menos del 30% de la comunidad, los hablantes tienen cada vez más dificultades para encontrar interlocutores que también la utilicen.

La dieta mediática de las generaciones más jóvenes ya no tiene nada que ver con la de sus padres, que ahora solo tienen entre 40 y 50 años. Los videojuegos, la manera de acceder a los contenidos audiovisuales a través de infinitas plataformas y redes sociales o las aplicaciones de móviles han desplazado a una velocidad meteórica los canales tradicionales de televisión. En 2010 se completaba la implantación de la televisión digital terrestre, que multiplicó por cinco la oferta de canales; pero esto se ha visto rápidamente superado por la eclosión de internet y las plataformas digitales, con centenares de canales y contenidos de todo tipo, siempre disponibles. Para los niños y niñas de hoy, un canal como el Super3, que ofrece contenidos en catalán, no es más que una gota dentro de un océano lleno de contenidos en castellano y otras lenguas.

En la era de los contenidos digitales, el catalán ha perdido la partida. No ha habido una estrategia decidida para afrontar este reto, no por falta de reflejos, sino por falta de medios. Los contenidos audiovisuales de calidad valen dinero y no ha habido. 

El nuevo Govern tiene que situar el impulso del uso social del catalán entre sus prioridades, especialmente entre los más jóvenes. El catalán cada vez está menos presente en el ámbito del ocio y en el entorno digital, lo cual es un riesgo objetivo de futuro para la salud de la lengua. Por eso hay que recuperar el impulso político en el ámbito de la lengua y hay que convertir la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales en un gran motor de generación de contenidos en catalán, en todos los formatos y canales. La CCMA recibe ataques de todos lados, por intereses políticos y empresariales, pero una lengua y una cultura como la catalana no pueden prescindir ni debilitar una herramienta tan fundamental, que a la vez es también un gran motor para la industria audiovisual y, por lo tanto, para muchos sectores de la cultura.

Para proteger y promocionar la lengua sin tener las herramientas de un estado y, a menudo, teniendo un estado en contra, hace falta que colectivamente recuperamos la conciencia lingüística que los últimos años se ha ido desdibujando. Seguro que estamos a tiempo de revertir la situación, pero no se pueden perder más oportunidades. Nos jugamos tanto que quizás nos lo jugamos todo. Y, como decía el presidente Companys, para defender esta causa solo nos tenemos a nosotros mismos. ¡Buen Sant Jordi a todos!

Carles Mundó es abogado y ex conseller de Justicia.

stats