Cien años del padre

Dos personas con las manos entrelazadas.
11/04/2024
2 min

Permítanme que comparta con ustedes una cuestión personal, pero es que mañana, 12 de abril del 2024, mi padre habría cumplido cien años, y la cifra me ha parecido suficientemente redonda para recordarle en público.

Murió en 1997, a los 73 años, repentinamente, por lo que no hubo tiempo para ninguna despedida. Mi padre perteneció a una generación que no pudo elegir mucho y tuvo que obedecer bastante. Lo pusieron a trabajar de aprendiz a los quince años en La Innovación, en el Portal del Ángel, pocos días después de terminada la Guerra Civil. Siempre dijo que le hubiera gustado estudiar pero había que sacar adelante la economía familiar. Trabajó cuarenta años en el comercio textil, sábados por la tarde incluidos.

Su muerte inesperada me impidió tener "la conversación", de modo que durante este último cuarto de siglo he tenido que conformarme con un diálogo interior que me ha llevado a entender mejor que aquello que me parecían deseos de un padre fuera de tiempo eran en realidad elementos constitutivos inevitables de una personalidad marcada por una guerra civil y una dictadura lenta y cargada de miserias morales, culturales y materiales. Y eran también el resultado de unas convicciones personales, especialmente religiosas, en las que encontró el sentido de su vida. Y cabe decir que siempre hubo coherencia entre lo que decía y lo que hacía. Y muy poca queja, por no decir ninguna. Eran sufridos aquellos hombres y mujeres nacidos poco antes de la guerra.

A veces me encuentro calculando qué estaba haciendo él a mi edad y constato que los hijos no sabemos ver a la persona que hay en los padres, con sus ilusiones y frustraciones. Supongo que es inevitable. Por eso creo que es un día adecuado para darle las gracias y ofrecerle disculpas por todo aquello que en la omnipotencia de mi juventud no supe entender.

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