La ciencia es indeterminación

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El ilustrador representa un cuásar J059-4351, el núcleo brillante de una lejana galaxia alimentado por un agujero negro supermasivo.

El 25 de septiembre de 1933 el físico Paul Ehrenfest entró en el Instituto Pedagógico para Niños Discapacidades de Ámsterdam, disparó a su hijo Vassily, de 14 años, y después se suicidó de un disparo en la cabeza. Así comienza el libro de Benjamin Labatut,Maniaco, recién publicado.

Ehrenfest fue sucesor de Lorentz en la Universidad de Leiden, respetado por los físicos más prestigiosos de la época, Bohr, Dirac, Pauli y Einstein… Buscó el punto de transición de la física de la certeza a la incertidumbre, entonces era el momento en que esto ocurría. Formuló la ecuación de la segunda ley de la termodinámica, el proceso temporal que hace crecer la entropía, la energía se degrada en calidad de forma ineluctable y sin vuelta atrás, el fin del mundo resulta inevitable por esta irreversibilidad... "Exponer la verdad con claridad y defenderla hasta la muerte".

En los años 20, el experimento para determinar si la luz eran ondas o partículas concluyó que ambas cosas. Esto es, en términos físicos y lógicos, una antinomia. Condujo al principio de la indeterminación de Heisenberg, “el gato puede estar muerto y vive en la caja”. Si se aceptan las reglas que gobiernan el entorno de los átomos, el mundo deja de ser sólido, estable y predecible como lo había sido hasta entonces. Einstein se negó a aceptarlo: "Dios no juega en los dados", dijo.

En un momento de avance de la ciencia como aquél, se controla la fisión nuclear y el hombre es capaz de convertir demasiado en energía, de acuerdo con la teoría de la relatividad: E=mc2. Este principio de indeterminación crea angustia e incertidumbre a los físicos que trabajan en la frontera de la física teórica. Ehrenfest escribe a Bohr: “He perdido por completo el contacto con la física teórica. No soy capaz de adquirir la más modesta comprensión, ni de encontrar sentido a la avalancha de artículos y libros que hoy se publican”.

Esto ocurre en torno a la llegada del partido nazi al poder en la República de Weimar en 1933. La gran mayoría de físicos que trabajan en la investigación son judíos y ven llegado el tiempo de tener que huir de su patria, de dejar atrás la familia, los amigos y el entorno social y político en el que han vivido. Es una doble tragedia, la personal y la social, y la creada por una ciencia que pone en cuestión el pasado y donde no está claro el futuro.

Es también una suerte para la humanidad, porque aleja del nazismo una capacidad científica que les habría permitido ganar la guerra. De hecho, uno de los pocos científicos capaces que se queda en Alemania, Werner Heisenberg, es más que probable que retrasase el desarrollo de la física nuclear a tal fin.

Ehrenfest no puede aguantar la presión pero no es el único.

Para los griegos, manifestar lo irracional es un crimen imperdonable, divulgarlo estaba penado con la muerte, pero el mundo griego no tenía la complejidad del actual y aplicar esos principios entonces no era lo mismo que hacerlo ahora. Platón y Aristóteles detestaban el concepto de “infinito”. Cantor, a finales del siglo XIX, había demostrado que no existía un único tipo de infinito, sino muchos. No era un concepto abstracto sin contacto con la naturaleza, era real. Añadía indeterminación a la ciencia.

Para Kant, la ciencia exige que seamos capaces de pensar en la naturaleza como si fuera un todo. Se empieza por clasificar las cuestiones más sencillas por especie, género, familia... todo debe caer dentro de un orden, pero es posible que éste no exista y que la naturaleza sea absolutamente caótica.

Ese caos, para la ciencia, es un drama. Para el arte es lo que impulsa a los movimientos de vanguardia. Esto es, el arte moderno, la no existencia de referencias y la libertad de creación sin límite.

A principios de los años 20, David Hilbert propone un programa para determinar si era posible construir un universo matemático a partir de axiomas lógicos para eliminar las crecientes e inexplicables paradojas de la ciencia.

La demostración del principio de consistencia e integridad de los sistemas llevó a la conclusión de que los matemáticos o aceptaban convivir con inconsistencias y paradojas, o aceptaban que había verdades que no podían probarse. De hecho, este nuevo entorno científico ha servido para cambiar la ciencia de las leyes físicas indudables e inmutables en los principios de la probabilidad y la incertidumbre.

Destacó en este ecosistema científico Neumann János Lajos, un judío húngaro emigrado a EE.UU. en 1938 que creó la primera computadora, Maniac, en 1948, y que fue determinante en el desarrollo de la teoría cuántica. Participó en el proyecto Manhattan y contribuyó al desarrollo de la bomba de hidrógeno, 500 veces más potente que la lanzada sobre Hiroshima. Al final de su vida quiso abarcar la biología, que, por su mayor complejidad, más interacciones y más factores en juego, supone un paso significativo de la computación convencional, que es secuencial, y le aproxima al funcionamiento del cerebro humano , que actúa en paralelo y por caminos diversos con diversas lógicas y en distintos ámbitos.

Es indiscutible que vivir la incoherencia y la incertidumbre complica el trabajo de los investigadores, pero les aproxima a la realidad.

De hecho, la ciencia no ha sido más que una simplificación de la realidad para hacerla asequible a la comprensión y explotación por el cerebro humano.

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