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El comunista que construía submarinos nucleares

Un submarino nuclear de Estados Unidos en una foto del 2019.
03/03/2025
Subdirector y delegado en Madrid
3 min
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Paco Monsonís y su esposa Pili viven en París pero ahora que están jubilados pasan largas temporadas en Artana (la Plana Baixa), que es el pueblo de la familia de ella. Ambos se conocieron en la capital francesa, hijos de emigrantes valencianos que llegaron después de la guerra. La familia de Paco eran de Burriana, y emigraron porque su padre, que era un ebanista anarquista, pensaba que acogiéndose al estatuto de refugiado republicano en Francia las cosas les irían mejor, tal y como fue. Paco fue a la universidad y se hizo del Partido Comunista. Ese matrimonio de jóvenes idealistas convirtieron su casa en uno de los pisos francos que el partido ponía a disposición de los exiliados españoles. Muchos catalanes también pasaron por allí, como Quico Pi de la Serra. "Un día llegamos de unos días de vacaciones y nos encontramos toda la casa ocupada por una compañía de teatro", me contó una vez entre risas.

Cuando tuvieron hijos, Paco y Pili decidieron que les pondrían nombres en valenciano y que les hablarían en la lengua de sus padres, aunque entre ellos utilizaban habitualmente el francés. El mayor sería Guillermo, el medio Juan y la pequeña Èlia, un nombre de resonancias clásicas.

Conocí a Paco, conocido en el pueblo como el Francés, porque un día se ofreció para cocinar, como auténtico gourmet que es, para todos los de mi peña de fiestas, y enseguida nos hicimos muy amigos. Un día le pregunté a qué se había dedicado a la vida y la respuesta me dejó parado: "Yo trabajaba para el ejército francés, era el ingeniero encargado de supervisar el proceso de construcción de los submarinos nucleares". Yo le pregunté si esto era compatible con su militancia comunista y me respondió que, en efecto, había habido cierto debate dentro del Partido Comunista Francés, pero que finalmente se había llegado a la conclusión de que si se quería que Francia fuera militarmente autónoma de Estados Unidos había que tener un ejército potente y armamento nuclear. En esto, el PCF pensaba al igual que el general De Gaulle, partidario de la autonomía estratégica francesa.

He pensado mucho estos días, a raíz del divorcio evidente entre la UE y Estados Unidos y el debate que se ha abierto sobre la necesidad de un rearme europeo. Éste es un tema tabú para la izquierda española y catalana. Un diputado de izquierdas catalán me confesaba compungido el otro día que es un debate que ni siquiera puede abrirse, aunque él sería partidario de ver soldados con la bandera europea en Ucrania.

Lo curioso es que lo que aquí es un tabú por la mezcla de antimilitarismo (que acaba convirtiendo a Europa en subsidiaria de Estados Unidos) y antiamericanismo (que acaba haciendo el juego a Putin) de cierta izquierda, en Francia el Partido Comunista lo tuvo siempre claro. De hecho, de alguna forma, lo que se está planteando ahora en Europa no deja de ser una francesización, es decir, dar la razón al viejo general De Gaulle y apostar por una autonomía estratégica europea real, que sumada a los informes Draghi y Letta dan como resultado un modelo keynesiano con un peso importante de los estados en la economía.

Como bien señalaba Andreu Mas-Colell en un artículo reciente, la dificultad ahora será hacer compatible esta mayor inversión en industria militar con el mantenimiento del estado del bienestar. Y es que, en realidad, el rearmanente se hace para salvar precisamente al modelo europeo de bienestar. Y aquí habrá que volver a mirar a Francia, donde la industria militar siempre ha tenido un peso significativo, y últimamente ha iniciado una estrecha colaboración con Alemania para construir conjuntamente el nuevo supertanque MGCS y el nuevo caza de combate en el marco del proyecto FCAS.

No cabe duda, pues, de que en el futuro la industria militar europea creará muchos puestos de trabajo cualificados, y sería bueno que Cataluña no quedara al margen. Ya lo dijo Kichi, el alcalde de Cádiz de Podemos, cuando alguien le cuestionó por las fragatas para Arabia Saudí que estaba construyendo Navantia: "Son puestos de trabajo".

Por cierto, el hijo de Paco, Guillermo, también trabaja ahora para la industria militar francesa.

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