El médico de León y el entrenador del Girona

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Fijaos en el tiempo y el dinero que gasta el estado español, su sistema político y sus aparatos mediáticos para convertir el catalán en una lengua connotada. No ha conseguido con la extinción pero trabaja sostenidamente para vincular catalán con porcentaje, polémica y estorbo. La razón es clara: la lengua es portadora de identidad y en este país no caben dos identidades, forastero, si no es que una cede el paso a la otra en cada cruce.

Los últimos episodios son la cuota de la enseñanza, la cuota de Netflix y el médico de León de Pablo Casado, ese residente que si viniera a Catalunya, a las Islas Baleares o al País Valenciano sería sometido a la traumática experiencia de dirigirse en catalán a un paciente. En estas condiciones es imposible que un español monolingüe viva con naturalidad que otros españoles tengan otra lengua propia. Y lo que es peor: hace más difícil que los catalanes, baleares o valencianos que se informan de la realidad a través de los grandes altavoces españoles sientan un mínimo de autoestima por el catalán que entienden y la mayoría hablan.

Pero la realidad también puede ser deliciosa. Resulta que el madrileño Miguel Ángel Sánchez, Míchel, también conocido como “el niño de Vallecas”, pidió que le hicieran las preguntas en catalán en la sala de prensa del Girona FC, porque “tengo que ser una persona que sepa adaptarse y empatizar con la cultura y el lugar, que, encima, me está dando trabajo”. Y ayer empezó a contestar preguntas en catalán como buenamente supo. El médico de León ya hace falta que se espabile. Y los catalanoparlantes, también.

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