Vuelve la austeridad a Europa

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Pedro Sánchez durante el discurso de investidura.

El nuevo gobierno de izquierdas español acaba de ser investido en medio de un panorama de inestabilidad e incertidumbre en Europa y en el mundo, lo que puede reducir drásticamente su capacidad de actuación.

En 2020, la pandemia desquiciaba la política económica europea. Aún estaban presentes los efectos de la crisis de 2008, ante la que la UE reaccionó preconizando la disciplina fiscal, la priorización del equilibrio entre ingresos y gastos por encima de cualesquiera otros condicionantes sociales y políticos.

Los fundamentos de esta estrategia se encontraban en el pacto de estabilidad y crecimiento aprobado en Maastricht en 1997 como preludio de la Unión Económica Monetaria. Las normas establecían la obligación de los países de cumplir con unos topes máximos del 60% de deuda pública sobre el PIB y del 3% de déficit público, es decir, de gasto respecto al total de ingresos.

Tras 2008 las autoridades europeas, amparadas en la línea aplicada también por el FMI y el Banco Mundial, defendieron la sacralidad de estas normas más allá de los costes sociales y políticos que pudiera tener su aplicación, pero la pandemia va cambiar el panorama.

En marzo de 2020, la UE emprende un nuevo camino marcado sobre todo por dos elementos definitorios: la aprobación del plan de recuperación y resiliencia, que supone una inversión pública sin precedentes, y el sostenimiento de gran parte de este gasto a partir de la emisión de deuda común, una vía que había sido tabú tras la crisis de 2008.

La deuda común es una de las expresiones más relevantes de la solidaridad europea, del inicio de una unión fiscal que permita una mayor redistribución de la riqueza entre el norte y el sur de Europa, y es una muestra de la corresponsabilización del conjunto de la Unión sobre la situación económica, política y social a consecuencia de la crisis del cóvido y de la posterior invasión de Ucrania .

Esta nueva política macroeconómica de la UE ha marcado la primera legislatura del gobierno de izquierdas en España, pero hoy Europa se encuentra en un contexto distinto. El pacto de estabilidad y crecimiento se suspendió en 2020 y sigue suspendido hasta finales de este año. Los últimos datos anuales muestran que en la UE la media de deuda pública es del 83,5% del PIB y trece países se encuentran por encima del límite. Asimismo, el déficit medio se sitúa en el 3,3% del PIB mientras doce países superan el tope, con Italia, Rumanía, Hungría y Malta por encima del 5% y España o Francia por encima del 4%.

Este viernes se reunían los ministerios de economía y finanzas de los países de la UE y parece que están muy cerca de un acuerdo que mantendría los límites de déficit y deuda pero con mayor flexibilidad en su aplicación. Hay que seguir atentamente cómo termina el debate, pero el texto que se está discutiendo y los posicionamientos de algunos países sugieren que habrá presiones de las autoridades europeas y financieras globales para que se imponga cierto retorno a la austeridad.

El resultado de este debate puede ser definitorio para el nuevo gobierno. Ante el discurso del odio y el miedo a la derecha y la extrema derecha, las izquierdas deben poder ofrecer la seguridad de los derechos garantizados con políticas públicas sólidas y equitativas. Una alternativa al miedo debe ser capaz de concretar la promesa de una vida mejor y, para conseguirlo, serán necesarias políticas decididas en una coyuntura económica que no facilitará la tarea.

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