Una entrevista de 'El País' a Alvise

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Imagen de la entrevista en Alvise en 'El País'

BarcelonaUno de los grandes debates periodísticos de los últimos años es cómo tratar a la extrema derecha o a personajes populistas que sabes que utilizarán toda ventana mediática para sacar provecho. O sea, cómo hacer compatible el derecho a la información de los lectores con no ser manipulados y acabar beneficiando a estos actores políticos. Un buen ejemplo de esto es lo que le ha pasado a El País con la entrevista a Alvise Pérez que publicó el lunes tanto en la edición de papel como en la web. Alvise puso como condición grabar la entrevista porque tenía miedo a ser manipulado. El País lo aceptó, pero pidió un compromiso por escrito en el sentido de que no utilizaría la grabación salvo en caso de que hubiera una manipulación flagrante. El hecho es que, como siempre ocurre en estos casos, Alvise incumplió su compromiso y, antes de que la entrevista saliera publicada, lanzó por sus redes un montaje de la entrevista en la que recopilaba las interrupciones que había habido y los momentos de tensión con el periodista, Miguel González, cuando este intentaba que no lanzara falsas acusaciones ni insultara a nadie. Después de todo, la entrevista le ha servido a Alvise para victimizarse y hacerse propaganda, que era exactamente lo que El País quería evitar.

La situación fue tan rocambolesca que el diario publicó un texto junto a la entrevista para justificarse. "No existe ninguna fórmula mágica para aproximarse a esa realidad que está condicionando las democracias en muchos países, pero para este diario el interés que debía prevalecer por encima de cualquier otro era el derecho a la información", apuntaba. Y terminaba: "Al elefante en la habitación no hay que ignorarlo, sino mirarlo a los ojos". E intentar que no te tome el pelo, añadiría.

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