La contaminación, entre los informes y el periodismo

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Los efectos de la contaminación en Barcelona

El Ayuntamiento de Santa Perpetua de Mogoda me ha remitido una queja sobre el artículo de Pol Casaponsa publicado el pasado 26 de abril con el título "Tres ciudades catalanas son las que tienen el aire más contaminado de España (y ninguna es Barcelona)": Granollers, Mollet y Santa Perpètua. La fuente es el último Informe Mundial de la Calidad del Aire de la empresa suiza IQAir, que precisa que, de acuerdo con los datos de 2023, “los tres municipios llegan a triplicar la cifra de partículas en suspensión recomendada por la OMS”, según me destacan en su correo. Las partículas finas aludidas, PM2.5, por su tamaño ínfimo pueden entrar en sangre, por lo que son “consideradas la forma más mortífera de contaminación atmosférica”, según señala el articulista.

En un detallado informe oficial de cinco folios, que el Ayuntamiento de Santa Perpètua me hace en manos, fechado a 29 de abril de 2024, después de un preciso argumentario elaborado por los servicios municipales de Medio Ambiente y sustentado en datos, concluye:

“El estudio realizado por la empresa IQAir aparecido en diferentes medios de comunicación, dada su metodología y su rango de muestras, únicamente puede valorar o marcar una tendencia, también puede llegar a zonificar espacios territoriales a cierta escala con mayor grado de contaminantes atmosféricos, pero en ningún caso está en calidad de establecer un ranking con las ciudades y/o poblaciones más contaminadas tal y como ha hecho. Este estudio es poco riguroso y consecuentemente pueden derivarse noticias y conclusiones incorrectas y poco precisas que pueden llevar a la confusión”. El correo de Cesca Mejías, jefe de la Unidad de Comunicación, me manifestaba que “aesta información causó una gran consternación en nuestro municipio”, y que “en un aspecto tan delicado como éste que afecta directamente a la salud de las personas, se podría haber contrastado la información”.

Pol Casaponsa opone: “El estudio de polución anual de IQAir, lejos de ser “poco riguroso”, es uno de los rankings mundiales de referencia en la materia. De hecho, medios de talla comoThe New York Times,The Guardian, laBBCoBloombergtambién lo consideraron lo suficientemente riguroso como para hacerse eco. El objetivo del estudio es realizar un análisis de cumplimiento de los objetivos pactados en materia de polución y servir como termómetro de cómo va cada país”. El redactor aporta también la respuesta que le ha dado IQAir a raíz de este asunto: “La compañía me asegura que, al contrario de lo que dice el Ayuntamiento de Santa Perpetua de Mogoda, ellos sí tienen indicadores y datos de partículas PM2.5 a su población”, y explica que, además de las cifras de la estación de la Generalitat, también las tienen del Instituto Estatal de la Calidad del Aire (ICA) y “como proveedor de datos también figura la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA)”. En la ficha que IQAir ha facilitado a nuestro redactor, se pueden consultar en tiempo real las partículas PM2.5 y otros del aire en Santa Perpetua de Mogoda.

El Defensor ha pedido la opinión de autoridad del doctor Joaquim Rovira, del Centro de Tecnología Ambiental y Toxicológica (TecnATox) de la Universidad Rovira i Virgili, centro prestigioso en la materia. A su juicio, la fuente IQAir sobre la que se basa el artículo, en principio, es fiable, ya que recoge los datos de las cabinas de la Red de Vigilancia y Previsión de la Contaminación Atmosférica (XVPCA) de la Generalidad de Cataluña; otra cosa es que quizás pueda parecer extraño que pueda haber niveles más altos de contaminación que en Barcelona, ​​y dudamos. Pero los factores que inciden en un ambiente contaminado –detalla– son diversos y de diversa índole: tráfico, autopistas, polígonos, cremas agrícolas, orografía, meteorología, calefacciones, la propia exportación de la contaminación de la capital... La suma de factores no hace inverosímil que en un momento determinado un pueblo o ciudad del área metropolitana puedan tener mayores índices de contaminación que la propia capital. Además, señala que los criterios de los estándares de contaminación de la OMS son más restrictivos que los europeos, que son los que intervinieron en el asunto de Madrid que voy a explicar ahora.

Sabemos por el paradigma Ana Botella que Madrid descendió los niveles de contaminación a partir de eliminar y cambiar el emplazamiento de las cabinas de medida cuando, a finales de 2009, Botella era concejala de Medio Ambiente. No es lo mismo –compara el doctor Rovira– plantar los aparatos bajo los árboles del Parque de la Ciudad de Tarragona que en una vía de máxima afluencia como Pere Martell, que está al lado, o situar a los de Barcelona en la cima del Parque Güell o en el pecho de las rondas. Importa, cómo, la ubicación de las cabinas.

La conclusión de este Defensor es que, aunque la investigación es esencialmente relatividad, debate, enmienda y revisión, el periodismo tiende a la beatería ante los informes científicos, que a menudo da por buenos sin, como es el caso, contrastarlos como es preceptivo en nuestra deontología, y más si la información toca temas tan delicados como la salud y puede generar alarma social. El ARA trabajó con una fuente acreditada pero única. Hubiera redondeado el artículo la versión de los municipios que se citan.

La fuente que nunca existió

El Defensor del Lector recibió la queja del lector y suscriptor Jaume Capó, con el epígrafe “Citar es de savis”. Hace referencia al artículo de David Valero-Carreras "La fortuna del salitre chileno que hizo posible Marivent", publicado en la serie “Homenots i donasses” del suplemento Empresas.

"Hace unas semanas –me escribía Jaume Capó–, un amigo de Tremp me regaló un libro del historiador y divulgador cultural Sisco Farràs sobre la rocambolesca historia del pallarés Maties Granja y su patrimonio obtenido de la explotación del nitrato de Chile que acaba en el Palacio de Marivent de Palma, y ​​que este domingo 2 de junio he leído publicada en el ARA. respecto a la ética periodística, al valor de la investigación, al reconocimiento de la autoría, al esfuerzo de la editorial Garsineu y los lectores que tengan interés en ampliar la información con el libro original”.

La editorial Garsineu me hizo en manos el libro de autes, Matías Granja. Ópera y salitre, de Sisco Farràs, y pude hablar telefónicamente con él. Efectivamente, comprobé que las informaciones que aparecen en el artículo de David Valero-Carreras están en el libro, lo que puede provocar una especie de engañal, ya continuación busqué su preceptiva versión de contraste, pasando por el responsable del suplemento Empresas, Albert Martín, que de entrada me dijo que “Valero es un fuera de serie recuperando historias olvidadas de personajes del pasado, tiene un grado de control de las fuentes que roza la categoría de lo obsesivo y siempre es un placer editarlo porque es prácticamente infalible”.

Lo comprobé con la respuesta inmediata y documentada del autor del artículo, que me dio los links de las siete fondos que había manejado, ninguna de ellas el libro del señor Farràs. “En este caso, no tuve mucho tiempo para preparar el texto y por eso no me compré el libro sobre el personaje; si hubiera dispuesto de más tiempo, lo habría comprado, como he hecho en otros casos (Heinemann, Loewenstein, Llonch, etc.). Pero no puedo citar como fuente un libro que no he leído”.

Espero que el lector Jaume Capó y el autor Sisco Farràs tomen en consideración el argumentario con “quod erat demonstrandum” de David Valero-Carreras y, aún más, su ética periodística. Y desde esta sección, el Defensor también hace caudal del correo del lector/suscriptor y recomienda a quien quiera profundizar en esta apasionante historia –casi filme– el libro de Sisco Farràs Grau Matías Granja. Ópera y salitre, en la cuidada edición bellamente ilustrada de Tiendas Museo Salàs y Garsineu Edicions. Un libro que acaba mencionando sus fuentes bibliográficas.

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