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Macron, Starmer y Zelenski el domingo en la foto de familia de la cumbre de Londres.
03/03/2025
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El presidente estadounidense, Donald Trump, no está dispuesto a negociar nada con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski. Esto ya quedó claro con el episodio del Despacho Oval. "Este hombre no quiere que haya paz mientras tenga el apoyo de Estados Unidos, y Europa, en su reunión con Zelenski [domingo en Londres], afirmó rotundamente que no pueden hacer el trabajo sin EEUU". Ésta es su interpretación del apoyo europeo en Ucrania. Dicho en otras palabras: desprecia la fuerza y ​​la determinación de Europa. No se les cree. Ni siquiera parece haber valorado la oferta europea de incrementar rápidamente su gasto militar y sabe que Putin no aceptará que se desplieguen tropas europeas en territorio ucraniano una vez pactada una tregua o la paz. Es decir, Trump no solo menosprecia a Zelenski, también a Europa.

Hace unos días ya dijo que la UE se había creado "para joder" a EEUU. Y este lunes ha soltado otra: "Deberíamos preocuparnos menos por Putin y más por los inmigrantes por no acabar como Europa". El enemigo no es Putin, sino los inmigrantes. Y Europa la ve débil, indecisa, decadente. El presidente estadounidense se siente más en sintonía con el autoritario presidente ruso que con ningún dirigente democrático del Viejo Continente. ¿Estamos a las puertas de un giro copernicano? ¿Y la defensa del mundo libre? La respuesta, claro, es "America first".

Su actitud, por tanto, no augura ningún tipo de compromiso para salvar los muebles de la alianza transatlántica ni para salvar a Ucrania de la voracidad rusa. Los esfuerzos de Macron y Starmer no parecen estar dando resultado. Elon Musk, una de las voces más influyentes en Trump, ha abierto ya directamente la puerta a abandonar la OTAN. La posibilidad de cortar la ayuda militar estadounidense a Ucrania resulta cada vez más plausible si efectivamente Kiiv no se dobla a sus pretensiones de un acuerdo sobre los minerales ucranianos sin garantías de seguridad.

Trump actúa con rapidez. Es una de sus armas políticas. Hechos consumados y efecto sorpresa. ¿Son conscientes de ello los líderes europeos? ¿Tienen un plan B por si el inquilino de la Casa Blanca efectivamente pierde la paciencia y deja campo libre a Putin en Europa oriental? La lógica del compromiso y la negociación diplomática clásica con la que están actuando Macron, Starmer y compañía no es la del multimillonario republicano, que se jacta de ser hombre de negocios. Si no hay nada que ganar, no hay nada que negociar. O estás conmigo o ya lo harás. Putin le sigue la cuerda, de hombre fuerte y resolutivo a hombre fuerte y resolutivo. No hay nada como la posibilidad de hacer negocios con un buen enemigo, y el ruso ha insinuado que está bien dispuesto a ello.

A los europeos, en cambio, Trump los ve pedigüeños y dubitativos. Todo empuja a pensar que las amenazas de dejar sola a Ucrania y Europa van en serio. Cuanto antes se entienda esta dinámica desde Londres, París, Berlín y Bruselas, mejor. Seguramente quien ya lo ha asumido es Zelenski. La cuestión es saber si se podrá fiar militarmente de sus colegas europeos para hacer frente a Putin o si no le quedará otro remedio que tragarse el orgullo y la dignidad y ceder ante el chantaje de Trump. No tardaremos en saberlo.

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