El impulso económico de la consejera Romero

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La consejera Alícia Romero comparece en el Parlament.

Para inquietud de ERC, el gobierno de Salvador Illa ha anunciado este lunes que prioriza los presupuestos de 2025 al nuevo sistema de financiación singular, que la consellera de Economía, Alícia Romero, ha calificado de reto "gigantesco". Aduce los ritmos distintos de ambos procesos. Se compromete, sin embargo, a trabajar "tozudamente" con el objetivo pactado de que la Generalitat recaude el IRPF en el 2026. Como anotaba este domingo en una entrevista en el ARA el exconseller socialista Antoni Castells, para ello el PSC deberá "distanciarse del PSOE". De hecho, la propia Romero pone la venda antes de la herida con mensajes dirigidos a los varones díscolos del PSOE y en las bases del socialismo español: "Cuando a Catalunya le va bien, a España le va bien". Y lo hace, al mismo tiempo, alargando la mano a las demás comunidades autónomas para que se sumen a la negociación, seguramente con el ánimo de que las más perjudicadas, como las Islas, la Comunidad Valenciana y Murcia, vean una oportunidad. Pese a la negativa de la dirección estatal del PP, y singularmente de Ayuso, en ese terreno, en efecto, hay partida. De hecho, el valenciano Mazón y el andaluz Moreno ya insinuaron la semana pasada que no se cierran a hablar con Pedro Sánchez de financiación.

En todo caso, visto desde el Palau de la Generalitat, este rompecabezas negociador tiene mucho que ver con la forma en que el Gobierno, y como Cataluña, buscan dar un impulso a la economía propia, que, para avanzar por la vía de la creación de riqueza, debe ir hacia la diversificación y la industrialización. El monocultivo turístico no es una salida. Al contrario: es un callejón sin salida. Fiarse sólo del sector servicios, y en especial del turismo, con poco valor añadido, no es el camino. Y menos cuando existe consenso, incluso en los propios agentes implicados, que se ha tocado techo en el número de visitantes. Los efectos colaterales son ya superiores a las ganancias, con el problema de la vivienda como paradigma. La batalla que ahora ha estallado entre la patronal de los pisos turísticos y el Govern ejemplifica el peligro de fiar el rumbo económico a este sector.

Si la Generalitat encabezada por Salvador Illa quiere dar, como así ha declarado Romero, un nuevo impulso a la economía catalana para que recupere el liderazgo económico por delante del Madrid de Isabel Díaz Ayuso con un modelo económico que no haga dumping fiscal, se verá obligada aún más a conseguir una buena financiación. La decisión de no incluir rebajas fiscales ni elimina los impuestos propios en los presupuestos de 2025, tal y como ha avanzado, lo hace perentorio. No es suficiente con confiar en la buena coyuntura económica o en el estado mejorado de las finanzas de la Generalitat, que, mediante la condonación de una parte de la deuda, debería hacer posible volver a los mercados en el 2025. Tampoco será suficiente conseguir, como se pretende, que el Instituto Catalán de Finanzas (ICF) tenga al fin la ficha de banca pública, una reivindicación histórica. Todo esto es necesario, pero no suficiente. La financiación singular debe llegar lo antes posible para hacer real y viable el impulso económico que necesita Cataluña.

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