Irán-Israel: ¿guerra a la vista?

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El sistema de defensa aérea israelí intercepta proyectiles iraníes.

El ataque de Irán a Israel ha vuelto a disparar el riesgo de guerra en el polvorín de Oriente Próximo. La situación es muy incierta. Como siempre, se supone que nadie quiere la guerra, pero tampoco ninguno de los dos parece tener como prioridad garantizar la paz. Todo se mueve hacia un escenario de creciente desafío mutuo. Aunque el episodio de la noche del sábado de Irán contra Israel se ha tratado de una vez anunciado con antelación y de alcance limitado, es la primera vez que se produce un ataque directo. Marca un precedente altamente peligroso. De ahí que haya salido la comunidad internacional casi en bloque a pedir prudencia a ambas partes.

A priori, ni a Teherán ni a Tel-Aviv les interesa un mayor choque, pero las dinámicas internas a veces las carga el diablo. Y por supuesto la brutalidad de lo ocurrido, y sigue pasando, en Gaza pesa como una losa. En la medida en que Israel alargue el sufrimiento de la población civil palestina, cualquier chispa puede ser letal. A Netanyahu, cada vez más cuestionado por la estrategia implacable en la Franja, le ha ido bien situarse de golpe como víctima frente a sus aliados occidentales. No tiene, pues, un evidente aliciente para rebajar la tensión con Irán. Occidente, con EEUU al frente, una vez más le ha apoyado, pero advirtiéndole, también de nuevo, de que no se pase de la raya: Biden ha explicitado que no participará en un contragolpe.

¿Y Irán? Su desafío ha sido controlado. El régimen de los ayatolás ha querido lanzar una advertencia a Netanyahu, pero con el freno de mano puesto. Para dejar claro que el ataque al consulado de Damasco era vengado, necesitaba hacer un gesto tanto puertas adentro –frente a una población indignada con la cuestión palestina– como puertas afuera. Que todo el mundo tuviera claro que tiene capacidad militar intimidatoria. Israel ha sabido detener el golpe, invalidando el 99% de los lanzamientos tanto de misiles como de drones. Y también ha dejado claro a los suyos ya los enemigos que su escudo antimisiles funciona. La cosa podría quedar en tablas. Pero la dinámica bélica de acción-reacción no augura nada bueno. De hecho, el gobierno de Netanyahu ya ha advertido que la cosa no va a quedar aquí. Habrá respuesta. Y el gobierno de Teherán se ha expresado en términos similares.

Es evidente que durante los últimos seis meses del conflicto en la Franja contra Hamás, con más de 30.000 palestinos muertos –la mayoría menores de edad–, Irán ha estado alimentando la presión contra Israel a través de los houthis de Yemen, de Hezbolá desde Líbano, de la resistencia islámica iraquí y de la Guardia Revolucionaria iraní desde Siria. Israel lo sabe: es su gran enemigo en la sombra. Un enemigo que hace ya tiempo que se ha convertido en potencia armamentística. Posee un arsenal militar de tecnología moderna con drones de ataque Shahed-136 y misiles de crucero de larga distancia que pueden llegar a cualquier ciudad de Israel, como acaba de verse. Israel, por supuesto, también está perfecta y sobradamente equipado.

Las espadas están levantadas. Solo la presión internacional por encontrar una salida para Gaza puede evitar que el polvorín se incendie.

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