Emergencia climática

La protección del mar funciona, ¿por qué no damos un paso adelante?

La primera expedición europea que estudia el impacto humano sobre los mares y las costas hace parada en Barcelona, en las fotografías tareas de muestreo de la expedición TREC, que cuenta con la participación del ICM, desembocadura del río Besos, Sant Adria de Besos 20.03 .2024 Fotos PERE VIRGILI Diari Ara
06/04/2024
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Si algo está demostrado, es que las medidas de protección medioambiental tienen buenos resultados. Las reservas naturales, sean terrestres o marinas, tienen un efecto en la zona protegida que beneficia también a las que hay alrededor. En el mar esto es, quizás, incluso más evidente. Cuando en un área se prohíbe la pesca y cualquier actividad humana, hay mucha más vida, muchos más peces, y esas aguas sirven de refugio climático y biológico, que mejora todo el conjunto de la zona. En Cataluña tenemos muy pocas zonas protegidas realmente. Sobre el papel, sí. Sobre el papel se supone que somos conservacionistas, pero a la hora de la verdad, sólo un 0,01% de la costa tiene una protección íntegra real. El Govern suma las zonas vedadas a la pesca –sumando pedazos como quien habla de espacios verdes sumando los alcorques de los árboles en la ciudad– para elevar el porcentaje al 2,6% de la costa catalana. Pero estos espacios cotos no pueden considerarse zonas de conservación. Y otras áreas protegidas o bien lo son sólo parcialmente o no existen los planes de gestión y desarrollo que aseguren que sea efectiva.

Hay demasiados intereses en juego. Los turísticos, sobre todo, pero también los del sector pesquero, industrial y de otros tipos. Cuando no es por una cosa es por otra, pero al final es siempre el medio ambiente el que paga sus consecuencias. Y así, mientras, incluso los que solo miran por el negocio acaban matando a la gallina de los huevos de oro de forma estúpida e insensata. En el caso de la pesca, las capturas han disminuido un 63% desde principios de siglo, y en el sector turístico la saturación acaba pagando factura a la larga en la pérdida de los visitantes o la bajada de precios por la mala calidad del oferta paisajística que se ofrece.

Esta semana entrante se celebrará en Barcelona la Conferencia del Decenio del Océano 2024, que organiza la Unesco y tiene como objetivo reunir ideas de los científicos y las entidades de la sociedad civil para asegurar la supervivencia de la vida marítima amenazada. El problema es mundial, por lo que la ONU aprobó el objetivo de proteger el 30% de la superficie marina mundial en 2030. Es un objetivo ambicioso al que se ha sumado la Unión Europea, que ha establecido este objetivo también en el ámbito de cada estado. En Cataluña debemos poner las pilas de verdad en este ámbito. Hacemos tarde en casi todo, incluso en el estudio científico de cómo está afectando al cambio climático en nuestro mar, que ahora sí se está haciendo, pero décadas atrás estaba en manos de meteorólogos aficionados como Josep Pascual. De hecho, en casi todos los ámbitos, desde la contaminación de las tierras del interior por los purines hasta el retraso vergonzoso en renovables, estamos a la cola de las políticas ecológicas y sostenibles. Y en la protección de la costa tampoco hemos avanzado demasiado. Son necesarias políticas de protección mucho más estrictas, mucho más amplias y mucho más rápidas. El mar es agradecido y se recupera rápido, pero necesita un tiempo de cuidado y protección antes de que la degradación sea, realmente, irreversible.

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