Hoy hablamos de
'Cristo en la tumba', de Pietro Perugino
16/12/2024
Periodista
3 min
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Oriol Junqueras vuelve a ser presidente de Esquerra Republicana. Se estrenó en el cargo en el 2011 y, como mínimo, lo será hasta el 2028. De entrada, diez reflexiones a vuela pluma.

1. Al final, ni Foc Nou, ni ningún tipo de Nova Esquerra. Que la militancia decide, eso sí que ha sido verdad.

2. Los votantes de un partido y sus militantes no tienen por qué ver las cosas por igual. Quien paga la cuota para sostener el partido y quien escoge los cargos es, también, quien está más atrapado por la telaraña de relaciones personales.

3. Quien resiste, gana. Los consecutivos batacazos electorales durísimos de ERC, al fin y al cabo, le han costado el cargo a Pere Aragonès y a Marta Rovira. Junqueras, en cambio, que era el presidente del partido en las derrotas, sigue como si nada.

4. Si hace lo que hacía, la tendencia está clara: los resultados aún pueden ir a peor. ¿Cambiará, pues, su política?

5. Junqueras no ha arrasado, como preveía meses atrás. Pasó por el trance de una segunda vuelta y tan solo ganó por 600 votos, con poco más de la mitad de los apoyos. Lejos queda cuando se lo aclamaba con más del 80% de los votos. ¿El baño de realidad se convertirá en cura de humildad?

6. Los 824 votos de Foc Nou de la primera vuelta, la mitad fueron para Godàs, una cuarta parte para Junqueras y una cuarta parte votaron en blanco. No mojarse tiene estas cosas, que se favorece al pez gordo.

7. Xavier Godàs no ha hecho una buena campaña. Empapado de buenas intenciones, ha pagado cara la candidez. Ha ido a los debates sin morder y Junqueras, curtido en la política, se lo ha zampado.

8. No he entendido, todavía, por qué todo lo que la gente de Esquerra nos filtra a los periodistas y opinadores sobre Oriol Junqueras en voz baja, sobre su grado de conocimiento de los hechos del partido, después no lo sueltan en campaña. Quien quiera comer, que se moje. Si lo querían echar, que lo hubieran contado públicamente, con valentía, para que todos los militantes pudieran votar con mayor conocimiento de causa. Callar en campaña y esperar que la prensa haga el trabajo sucio es cobarde, estéril y pasado de moda.

9. La retórica de Junqueras, al fin y al cabo, funciona. Lo conocemos desde hace tantos años que ya sabemos que actúa por cansancio del rival. Sea un entrevistador o un candidato en una debate, Junqueras consigue la rendición por agotamiento. Siempre responde largo, a menudo echa balones fuera, los circunloquios van como el agua y, sobre todo, es el rey de las anáforas, esa repetición de un grupo de palabras al comienzo de cada frase, que lo ayudan a enfatizar sus argumentos. Aparte de dominar el lenguaje, de predicar con tono de sermón del domingo, juega con la ironía y es un pozo de historia, de economía y vete a saber qué, y se sitúa en un púlpito de superioridad donde parece encontrarse cómodo. Visto fríamente, parece que todos los que lo escuchamos seamos burros o no le lleguemos nunca a la suela de los zapatos.

10. Esta inmodestia oral abrasiva se compensa con su gestualidad. Después de ver los debates de esta campaña, me he dado cuenta finalmente del truco comunicativo del personaje. Su uso de las manos, en posición de bienvenida, es la clave. Las tiene siempre abiertas, con las palmas arriba, a la altura de la cintura. Es la imagen en la que tantas veces hemos visto representado a Jesús resucitado en las pinturas del Renacimiento. De Fra Angelico al Cristo en la tumba de Pietro Perugino que puede contemplarse en el Louvre. El presidente de ERC remarca cada frase con ese movimiento de manos que denota honestidad, apertura, de persona que no te oculta nada. El niño que dice mentiras esconde las manos. Él las enseña, las abre y las mueve compulsivamente para ayudarle a retener el mensaje. Quizás no sea una postura estudiada sino, tan solo, un tic de comunicación no verbal inconsciente que le sirve, si conviene, para predicar sal y vender vinagre.

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