¿Inmigrantes? El ejemplo del imperio romano

Representación del suicidio de Nerón
31/01/2025
3 min
1
Regala este articulo

¿Puede una sociedad, sean EE.UU., Europa o Cataluña, prosperar sin personas venidas de lejos? ¿Es posible el cierre? ¿Es deseable? En la historia tenemos el ejemplo de Roma. Vale la pena conocerlo. Y que cada uno saque sus conclusiones.

Una vez muerto Remo, Roma necesitaba más ciudadanos. "Así que Rómulo declaró Roma asilo y animó a la chusma y los desposeídos del resto de Italia a unirse a él: esclavos fugitivos, criminales convictos, exiliados y refugiados". Esto ocurría en el siglo VIII a.C. y así lo explica la profesora emérita de Cambridge Mary Beard en su monumental obra SPQR, que ahora ha publicado en catalán Columna en traducción de Joan Solé. Esta disposición a incorporar forasteros se convirtió en un rasgo distintivo romano. Lo cual no quiere decir que no hubiera xenofobia, que no se miraran a otros pueblos como bárbaros y que no hicieran uso de una brutal fuerza militar (olvídense de Astérix y Obélix: la conquista de la Galia por Julio César ha sido considerada un genocidio), pero la tendencia política fue a integrar gente y aportaciones diversas, un proceso que culminó en el 212 d.C. cuando el emperador Caracala hizo ciudadanos romanos a todos los habitantes libres del imperio.

Esta porosidad fue clave para el crecimiento y la regeneración continua. El esclavismo en el mundo antiguo es una historia terrible de explotación y migraciones forzadas, pero también de hibridación. A principios del siglo II a.C., cuando el número total de ciudadanos romanos masculinos adultos era de 300.000, cada año llegaban unos 8.000 esclavos a la península Itálica fruto de las victorias de ultramar. Esto dio una gran diversidad cultural y étnica y fue diluyendo la división entre autóctonos y foráneos. Algunos podían acabar comprando la libertad. Otros huían o se sublevaban, como el mitificado Espartaco (73 a.C.), al que, según Beard, debieron unirse ciudadanos descontentos o no hubiera podido resistir casi dos años: "Fue una combinación de revuelta de esclavos y de guerra civil". A mediados del siglo I, en la actual Italia, había entre un millón y medio y dos millones de esclavos, un 20% del total de la población. En el siglo II d.C. la mayoría de la población de ciudadanos libres de Roma ciudad tenía algún antepasado esclavo.

Roma nunca paró de crecer con contingentes de gente de todas partes y no dejó de enviar ciudadanos a tierras lejanas. La idea del self made man estaba arraigada, aunque puede ser exagerada: en cualquier caso, se podía ascender en el escalafón social y político. Algunos esclavos y plebeyos lo conseguían. La segregación entre patricios y plebeyos, que era como una especie de apartheid en el siglo V a.C., al cabo de dos siglos prácticamente había desaparecido.

En términos políticos, de la monarquía a la República y de ésta al imperio, la historia de Roma es dinámica. Como decía Polibio (siglo II a.C.), durante los siglos republicanos era de un virtuoso equilibrio entre monarquía, aristocracia y democracia. En la época imperial, este equilibrio se rompió y solidificó un gobierno autocrático, de un solo hombre, alguno bastante extravagante y peligroso, como el incestuoso Calígula, que quería nombrar cónsul a su caballo, o Nerón, tocando la lira mientras ardía Roma. ¿Estamos ahora, en el siglo XXI, en un momento de ruptura del equilibrio democrático occidental? En EEUU, el gobierno de los ricos, con Trump a la cabeza, está empezando a imitar formas imperiales; quiere cortar de pura cepa, en cambio, la capacidad inclusiva, una tradición norteamericana de ecos romanos.

La romanización de los territorios conquistados, con la asimilación de las élites locales, fue también un proceso evolutivo de largo recorrido: violento, lento y nada programado. La imposición cultural fue relativa: las lenguas, dioses y tradiciones locales pervivieron durante siglos y se hibridaron con la cultura latina. Fue crucial romper la idea de que se era ciudadano de una ciudad: pasó a ser un estatus político no arraigado a un sitio, una etnia o una raza. Un modelo que "acabó sosteniendo el Imperio Romano", escribe Beard. También fueron decisivas la fuerza militar y comercial sustentadas en la capacidad tecnológica y logística. Y, envolviéndolo todo, la capacidad propagandística a través de la escritura y el arte: un relato del que queda ausente la voz de las mujeres, los campesinos, los soldados rasos, el lumpen y los esclavos. En los primeros siglos del imperio, los ricos eran unos 300.000 sobre 50 o 60 millones de habitantes. Al fin y al cabo, dice Beard, "la gran división en el mundo romano era entre ricos y pobres".

stats