¿Qué es la neurodiversidad literaria? Aquí tiene un ejemplo

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Una escena de la película 'Los Diez Mandamientos' con Charlton Heston de protagonista

BarcelonaEl concepto de neurodiversidad describe la idea de que la gente percibimos y nos relacionamos con el mundo que nos rodea de formas muy diferentes. Las diferencias neurológicas son variaciones normales del genoma humano y, por tanto, no existe una manera correcta o buena de pensar, de aprender o de comportarse. El término lo creó la socióloga australiana y autista Judy Singer para luchar contra el estigma social de catalogar la diversidad neurológica como patología. En ese sentido, una persona neurotípica sería la que tiene un desarrollo neurológico que está en el rango típico o en la media; y el neurodivergente sería quien tiene un desarrollo que se considera atípico, como el autismo o la hiperactividad. Como ocurre con otras categorías sociales, como la raza, el género y la orientación sexual, quien dicta las normas (o lo que se considera normativo) es la mayoría, es decir, quien ostenta el poder. Dado que la mayoría de la gente recae en un desarrollo neurológico medio, el comportamiento neurotípico es el que se considera "normal" o estándar; y lo que tradicionalmente se ha tendido a hacer es ver las diferencias como déficits y forzar a quien no encaja en la media a aprender y comportarse como la mayoría, en lugar de aceptar y respetar su diversidad.

He estado pensando en estos conceptos ahora que un buen amigo mío, Bernat Dedéu, acaba de publicar su primer libro (el ensayo No matarás, de la serie Diez Mandamientos de la editorial Fragmenta). Bernat es articulista y ha escrito desde que era joven en la mayoría de medios del país. Todos los amigos y su entorno hemos entonado en algún momento u otro aquella cantinela de: "Bernat, ¿cuándo escribirás un libro?", dejando en evidencia un prejuicio literario, que es considerar los artículos como un género menor. En Cataluña tenemos grandes articulistas como Eugenio de Oros, Josep Maria de Sagarra, Eugeni Xammar y Josep Pla, o Josep Maria Espinàs, Baltasar Porcel y Quim Monzó. Pero esto no ha impedido que todos hayamos sucumbido a los cantos de sirena de lo que se considera "la normalidad" en la no ficción, que es escribir un ensayo.

Al igual que no esperamos que un velocista haga un maratón, me pregunto por qué a un autista le pedimos que mire a los ojos cuando habla, a un introvertido que llame por teléfono oa un articulista que escriba ensayos. Confieso que descubrir ese prejuicio en mí (que el escritor de no ficción "nace" cuando escribe un libro) me ha dado una rabia especial, porque yo misma navego en la neurodivergencia con mi hiperactividad y, además, sé qué es sufrir el gran prejuicio del autor de ficción: que los relatos están muy bien, pero que los escritores "de verdad" escriben novelas.

La dedicatoria del ensayo de Bernat dice así: "Para Anna, mi hermana, este primer y último libro". Sólo deseo que, si en un futuro acaba escribiendo otro, sea por una necesidad creativa propia y no por encajar en las expectativas de un entorno literario y social normativizador y estrecho de miras.

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