Euforia enterradora (con un solo diputado de margen)

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Se suele citar la frase "Yo soy yo y mi circunstancia", de José Ortega y Gasset. Pienso que, en política, deberíamos actualizar el aforismo y decir "Yo soy yo y mi dependencia". En un entorno de progresiva fragmentación de opciones políticas –porque la vida difícilmente puede representarse sobre un solo eje–, parece natural que las presidencias se alcancen llegando a compromisos con socios internos o externos. "Si no la salvo a ella no me salvo yo", completaba el filósofo en la segunda parte de su frase, mucho menos citada que la primera. Isla es Isla y su circunstancia, pues, y la prensa que le es hostil se encargará de recordarle esa losa día sí día también. Por el momento, dos diarios –El Mundo y La Razón– recurrían al mismo recurso literario en portada para decir que el del PSC, en su acto de toma de posesión, había hecho "guiños al independentismo" y no había colocado la bandera española. No me consta que ninguna multitud haya salido a la calle gritando "Lo tenemos a tocar", pero iré mirando y les aviso. Mientras, El País sigue con la pala y la levita negra de profesional de la sepultura: "Catalunya entierra su revolución independentista". A ver: Isla ha sido investido por un estrechísimo margen de 68 contra 66. La prensa debería observar cierto sentido de la proporción entre las metáforas que exhuma y la magra realidad de la aritmética.

Salvador Isla el día de la investidura.

Estos días, por cierto, los periódicos hemos consignado uno de los lugares comunes más vacíos y que más bostezos provocan: el del político que promete gobernar para todos. Ya me dirá, pues, cómo satisface al mismo tiempo el okupa altermundista y el manifestante de plaza Artós de puño hiperactivo. O cómo gobierna para el mileurista con contrato precario y para el gran tenedor. La fiscalización, a veces, es saber filtrar el bla-bla-bla.

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